Mi perro me muerde cuando le quito la comida

Si tu perro te muerde cuando le quitas la comida, posiblemente también lo haga con sus juguetes, o el sofá mientras está subido en él, o un hueso, o……

 

¿Por qué mi perro me muerde cuando le quito la comida?

 

Ésta es una duda común para muchos cuidadores cuyos perros gruñen o muerden o se muestran agresivos cuando disponen de algún recurso.

Que tu perro te gruña o que te muerda resulta desconcertante, e incluso puede que sientas miedo.

Puede que tu perro defienda algún objeto de todo el mundo o solo de miembros de la familia.

De perros con los que conviven o de perros extraños.

La cuestión es que esa defensa puede resultar incómoda en el mejor de los casos, o desencadenar una trifulca (entre perros) o un mordisco a una persona en el peor.

El primer paso sería preguntarse por qué tu perro muerde cuando le quitas algo, como su comida o un objeto que tiene en la boca.

Hay planteamientos que indican que el perro defiende aquello que considera que tiene cierto valor y de lo que puede haber escasez (lo que genera competencia).

Y que cuando lo hace está mostrando su inseguridad.

Tiene miedo de perder algo que le importa y que no abunda en su entorno.

También hay quien opina que en realidad no defiende recursos, sino a sí mismo.

Tiene ya experiencias previas en las que en presencia del recurso ha tenido situaciones de conflicto emocional intenso.

Y ahora, ante la presencia de otro individuo que muestre interés o se aproxime lo suficiente, se siente amenazado.

Y realmente cree que debe defenderse, por lo que manifiesta expresiones corporales de agresión, y puede llegar a morder si se le presiona, se le regaña o se invade su espacio.

El caso es que con mucha frecuencia los cuidadores que consultan este problema reconocen que ha habido episodios de confrontación frente al recurso en el pasado.

A veces desde que el perro era muy cachorro.

Así que la segunda explicación parece tener  bastante sentido.

Porque lo habitual es que cuando el perro agarra algo del suelo, el cuidador salte rápidamente sobre él con malos modos y se lo arrebate, generalmente acompañando la acción de una regañina o un manotazo en el morro.

Si ese algo es un objeto que ha encontrado en el suelo de casa, la situación tiende a ser similar.

También es fácil que, desde el día uno, el cuidador haya metido las manos en el comedero del perro o le haya retirado el cuenco mientras come, siguiendo la tradicional recomendación popular de que el perro debe dejar que le quiten la comida.

Esto produce en el cachorro, tras unas pocas repeticiones, una sensación de “esta situación empieza a resultar emocionalmente muy conflictiva”.

Otra situación habitual es la del perro que se sube al sofá en una casa donde no lo tiene permitido.

En ese momento es desalojado con gritos, empujones o malos modos.

A veces incluso cuando ya está dormido.

La consecuencia es que el perro realmente siente las situaciones relacionadas con esos recursos como amenazadoras: puede que pierda o no dicho recurso, pero lo que sí es bastante constante es que hay enfado y brusquedad a su alrededor.

Y eso le genera miedo, lo que da pie a que gruña o muerda cuando se le quita la comida, el juguete o se le echa del sofá, como modo de defenderse.

 

¿Cómo crees que se siente tu perro cuando le quitas algo?

 

Hagamos un ejercicio de empatía: ponerse en el lugar del otro nos ayuda a ser más comprensivos y a mantener la calma a la hora de plantear soluciones.

Una idea que puede ayudarte a entender la situación es la llamada aversión ante la pérdida.

Es un problema muy común que tenemos los seres humanos.

Sufrimos mucho más cuando perdemos algo que ya tenemos (aunque no sea valioso) que cuando conseguimos algo nuevo.

Deshacernos de nuestras cosas, incluso solo de unas pocas no muy importantes, nos cuesta horrores.

Si nos las quitan, peor aun, porque no lo hemos decidido nosotros.

¿Te parece una tontería?.

Haz la prueba.

Mira  a tu alrededor.

Elige un objeto.

Uno normalito.

Ese jarrón de la estantería.

Un libro que leíste hace mucho y que no te entusiasmó demasiado.

Ese par de zapatos que apenas te pones.

Esa camiseta que aun tiene los pliegues de «nueva» marcados, aunque la compraste el año pasado.

Coge ese objeto y tíralo a la basura.

Ahora mismo, no lo pienses, hazlo.

¿Qué tal?.

¿Has podido hacerlo?.

¿O has pensado «menuda chorrada, no tengo por qué tirar nada, me hace falta o me gusta y no hay razón alguna para tirarlo«?

Seguramente lo segundo.

Es la aversión a la pérdida.

¿Qué tal si alguien viene a tu casa, y elige lo que le parece que sobra en tu vida o que deberías ceder a terceros, lo mete en cajas y se lo lleva?.

Peor aun que si lo hicieras tú mismo.

Seguro.

Tratarás de impedírselo a toda costa.

Seguramente incluso te enfades.

Ahora mira a tu perro, y piensa en lo que tiene.

Lo poco que tiene.

Unos juguetes, su cuenco con comida, un mordedor de cuero.

Tranquilo, es un perro, lo del materialismo no va con él, de hecho son felices con lo puesto (deberíamos aprender de eso).

Pero si en un momento dado tiene algo entre las patas, ese algo es SUYO.

Durante un momento, disfruta de ese algo, ese juguete, esa golosina, esa comida.

Quitárselo por el mero hecho de demostrar que podemos hacerlo es una enorme grosería.

La idea popular de «debes poder quitarle las cosas a tu perro«, ¿en qué se basa exactamente?.

¿En demostrarte a ti mismo y al pobre animal que en realidad no tiene absolutamente nada, que tú eres el dueño de todo y se lo concedes porque te apetece, pero que puedes cambiar de idea cuando desees?.

Suena un poco cruel, la verdad.

Es tu amigo, quizás tu mejor amigo, y le has invitado a vivir contigo y a compartir los recursos.

Le has prometido que cubrirás sus necesidades, incluyendo las básicas de comer y jugar y disponer de un lugar cómodo y seguro para descansar.

Entonces, ¿por qué cambiar de idea sobre la marcha?.

Entiendo que a veces puede ser necesario retirarle algo de la boca, porque sea muy valioso (una colleja para quien lo dejó al alcance de unos colmillos afilados y ociosos) o peligroso para el animal.

Y que si observas que se pone muy tenso y gruñe cuando alguien está cerca de su comedero, te preocupe que un día ese alguien sea un niño pequeño y pueda ocurrir una desgracia.

Todo eso tiene sentido.

Es una manera de anticiparse a posibles problemas, y el mejor modo de resolver problemas, el  más económico en tiempo y energía, el más eficaz, es anticiparse a ellos.

Te felicito por pensar en ello.

Pero hay que entender las implicaciones emocionales de arrebatarle violentamente a alguien que tiene lo justo aquello que le importa en el momento en que lo está disfrutando.

Es traumático.

Es un sinsentido.

Es algo que puede dar miedo.

La reacción de defensa, que tu perro te muerda o gruña cuando le quitas la comida, el palo, una pelota, es totalmente natural.

 

Si mi perro me muerde cuando le quito comida ¿cómo lo corrijo?

 

Así que, de acuerdo, si quieres que tu perro permita circular cerca de su plato de comida o te ceda algo que tomó con la boca, piensa primero en lo mal que te sentirías si te quitaran tus cosas sin razón aparente.

Piensa que él puede sentirse de un modo similar

Y luego cambia el enfoque para que él también lo pueda ver de otro modo: no te quito tus posesiones.

Solo vamos a plantear un juego en torno a ellas en el que vas a salir ganando.

Así tú consigues lo que quieres (acercarte a su comida, retirarle objetos de la boca) y él conserva lo que necesita y no se siente amenazado. Y todos contentos.

Por lo tanto, lo ideal es anticiparse al problema, y evitar los conflictos por los recursos.

Piensa que esto puede suceder en el futuro con cualquier perro, y empieza a plantear situaciones desde el principio con tu cachorro.

Si deseas poder trastear en el comedero de tu perro, o quitarle objetos de la boca, trabaja esas situaciones de modo amable, con aproximaciones progresivas según su grado de comodidad, y generando momentos de “tú ganas/yo gano”

Es decir, la retirada del recurso, o el acercamiento al mismo, debe implicar siempre que el cachorro obtiene algo de gran valor, y a menudo (siempre, si se está entrenando) mantiene el recurso en disputa.

Pero si ya es tarde para este consejo, ¿qué puedes hacer para corregir si tu perro te muerde cuando le quitas la comida?

 

 Solución sencilla

 

Pues la solución sencilla es nada.

Respetar el espacio del perro en todas aquellas situaciones en las que se pone a la defensiva es una acción pasiva, rápida, gratuita y eficaz.

Si te fijas bien, solo empieza a emitir amenazas (gruñidos, ladridos, mostrar dientes, pelo erizado) a partir de cierta distancia.

Pues si todo el mundo se mantiene a una distancia mayor, el problema no aparece.

Puedes rodear o apartarte de tu perro en los momentos en los que sabes que tu perro te muerde cuando le quitas algo, o enviarlo (con amabilidad) a una estancia diferente antes de que se produzcan esos momentos (por ejemplo, con la comida) para que el resto de la familia pueda seguir con sus actividades.

Si defiende solo el comedero, puedes deshacerte del cuenco y esparcir el pienso por el suelo, en un espacio amplio.

El recoger y buscar la comida le relaja y evita que defienda un espacio reducido;  recuerda no molestarle ni darle pistas mientras va comiendo cada bolita, déjale hacer a su aire. O mejor, déjale solo.

Si defiende el sofá,  puedes asignarle un sitio para él donde no se le molestará ni echará, o incluso conseguir una butaca vieja para él, si cabe en la casa.

Si defiende sus juguetes, que juegue él solo.

Si defiende objetos que ha encontrado en el suelo y que son tuyos, empieza a ser más ordenado y no los dejes a su alcance, no podrá defenderlos más (ni romperlos tampoco).

 

Solución complicada

 

Si esta solución te parece simplista, no es aplicable en tu caso, o quieres hacer algo más espefícico para modificar el problema en lugar de hacer como que no existe, puedes probar lo siguiente.

Cuando consultas «mi perro me muerde cuando le quito la comida», existen docenas de «consejos» que implican amenazar (aun más), cohibir, inhibir, gritar, zarandear, voltear, dar toques, chistar o incluso electrocutar a tu perro.

Lógicamente no te las recomiendo por muchas razones.

La principal razón que producen miedo (por eso pueden, ocasionalmente, funcionar o parecer que funcionan).

Y si tu perro te muerde cuando le quitas algo, y actúa así por miedo, ¿qué crees que puede llegar a pasar si intentas corregir la conducta añadiendo más miedo a la ecuación?.

Nada bueno.

Por otro, puedes empezar a trabajar con la pauta que te indico a continuación.

O puedes buscar otros métodos amables para manejar estas situaciones, que los hay, o usar lo que te voy a contar como inspiración para adaptarlo a tu situación particular.

 

1- Haz una lista

Identifica y anota en un papel todas las situaciones en las que tu perro te muerde cuando le quitas algo (comida, espacio, objetos).

Ordena la lista de menor a mayor intensidad de defensa.

Ten presente que defender un recurso no es solo gruñir y morder, también debes valorar los momentos en los que hay tensión muscular, mirada fija, pelo erizado o cabeza agachada como si cubriera el recurso con su cuerpo cuando te aproximas, ya que son indicadores de problemas.

Sí, aunque no gruña o muerda.

 

2-  Empieza por las situaciones de menor intensidad.

Dedica tiempo a pensar cómo puedes enfrentar esa situación para que en lugar de generar un contexto de competición (yo gano/tú pierdes) puedas producir una situación de cooperación (yo gano/tú ganas)

Se trata de que tu perro consiga algo positivo por NO proteger o por ceder el recurso en lugar de guardarlo para sí.

Eliminamos la confrontación y la necesidad de defenderse.

Más adelante pongo ejemplos.

 

3- Devuelve lo que le has quitado

Siempre que sea posible, además de la nueva ventaja que añadas a la situación, debes devolverle o dejarle conservar el recurso.

Así gana el doble y se hace más tolerante. Y generas una situación de abundancia, que predispone a que tu perro tenga menos predisposición a morder o gruñir por un recurso.

 

4- No le presiones o amenazas

Nunca, bajo ningún concepto, se debe hacer frente a un perro que defiende un recurso, ni regañarlo, corregirlo, someterlo o tratar de dominarlo.

Esas acciones no le enseñan nada más que a tener más miedo (de ti), le dan la razón sobre su sensación de amenaza, y le indican que debe defender(se) aun más intensamente la siguiente vez que se repita la confrontación.

A menos que el castigo sea tan severo que la situación le infunda pánico, y probablemente no volverá a gruñir o ladrar, al menos a la persona que le ha intimidado (no lo hagas, destrozarás la relación con tu perro).

Pero eso no suele implicar que no llegue a morder en el futuro, en ese contexto o en otros.

 

5- Repetir y repetir

Repite la situación en la que hayas  planificado un “yo gano/tú ganas” hasta que convenzas a tu amigo de que has cambiado de intenciones, y que el contexto ya no es una amenaza.

Sabrás que lo has conseguido cuando en lugar de agachar la cabeza, erizar el pelo, bajar el rabo o llevarlo alto y rígido, con la mirada fija y el lomo arqueado, sonría, mueva el rabo, tenga el cuerpo relajado, y puede incluso que abandone el recurso para aproximarse a ti (¡éxito total!).

 

6- Empieza de cero con otra persona

Cambia el sujeto que realiza la confrontación.

En lugar de hacerlo tú, le toca a tu pareja, a tu madre, a tu hijo….. a otros miembros de la familia.

Que repitan la secuencia del mismo modo durante días (o semanas), siempre la misma persona, hasta que el perro se muestre relajado e interesado.

Entonces volver a cambiar la persona.

Así hasta que toda la familia, amigos y visitas puedan aproximarse en ese contexto y tu perro se muestre relajado.

No bufes, que esto tampoco será eterno.

Cada nueva repetición y cada nueva persona tardará mucho menos que al principio en lograr el éxito.

Solo las primeras sesiones son lentas porque ya hay antecedentes negativos.

Después todo va sobre ruedas.

 

7- Da un paso atrás

Si durante el desarrollo de una sesión, estando tu perro ya relajado, notas que al aproximarse una persona el animal detiene la acción (comer, roer, jugar) y fija la mirada de reojo en dicha persona, hay que dar un paso atrás.

Y empezar desde un poco más lejos, porque estás yendo demasiado deprisa y no se siente cómodo ni seguro.

 

8- Haz lo mismo con los demás conflictos

Cuando la situación esté bajo control, táchala de la lista y pasa a la siguiente.

Repite desde el punto dos contigo.

Y luego con el resto de la familia.

El proceso irá más rápido con cada situación nueva, tu perro asimila que algo está cambiando y es a mejor, y generalizará.

 

Ejemplos modelo

 

– Gruñe en el sofá

¿Es necesario echarlo? No impidas a tu perro subir al sofá porque te hayan dicho que «entonces él es el dominante y se cree que manda». Eso es una estupidez muy grande.

Si lo es, en lugar de manipularle físicamente o gritarle, llámale suavemente desde cierta distancia y prémiale por acudir a tu lado.

Ya se ha bajado del sofá sin gruñir.

O ponte al otro lado del sofá y lanza unas golosinas hacia el suelo y que lo vea (bajará a por ellas).

Ocupa en ese mismo momento el espacio que ha dejado libre, o cúbrelo con objetos que lo hagan incómodo (como sillas tumbadas).

Así evitas que suba de nuevo sin tener que vigilarlo ni hacerle bajar cada cinco minutos.

Asegúrate de que dispone de al menos una cama bien cómoda donde descansar (aunque luego no la use).

Si quiere estar junto a la familia, esa cama puede colocarse junto al sofá.

 

– Gruñe con su comedero

¿Puede estar solo mientras come? Pues déjale comer tranquilo.

Si no es posible, busca al menos una zona tranquila sin gente pasando ni ruidos intensos donde pueda comer con calma y sin prisas.

O bien deshazte del comedero y usa juguetes dispensadores, o esparce la comida por una superficie amplia de suelo y que recoja las bolas de una en una.

Si prefieres conservar el cuenco, tendrás que entrenar la aceptación de movimiento cerca de su comedero.

 

– Gruñe con sus juguetes

Puede jugar solo.

O se puede jugar con él presentando los juguetes por duplicado.

Cuando tiene uno se le ofrece otro igual y se le incita a cogerlo.

Cuando lo hace, se puede recuperar el otro y repetir la secuencia.

Así logra jugar con las personas sin situaciones forzadas.

Si no desea jugar y compartir, sencillamente no aceptará el segundo juguete.

Pues vuelves al punto uno (que juegue solo).

Pero si deseas poder retirarle un objeto de la boca sin más, estos son los pasos:

Prepara una taza con trocitos de comida apetecible.

Y ten a mano el juguete que protege.

Dale el juguete.

Cuando lo tome, ofrece un trocito de comida acercando la mano a su nariz, si lo permite.

Si no lo permite (gruñe, se eriza, enseña los dientes), simplemente lanza el trocito de comida cerca de él, que lo vea caer.

Cuando se levante a buscarlo, recupera tú el juguete.

Le felicitas y le das el juguete de nuevo.

Repite la secuencia: ofreces golosina, que la tome, recoges el juguete, se lo devuelves. Diez o quince veces por sesión. Las sesiones deben ser cortas.

Repite al día siguiente, y al siguiente.

Y los días que sea necesario.

Has triunfado cuando se vea relajado con estas maniobras, e incluso se ponga a buscar o tome lo que le das sin preocuparse demasiado por el juguete.

Termina las sesiones dejándole el juguete todo el tiempo que quiera.

Empieza todo el proceso con otro juguete.

Y luego con otro.

Hasta que le parezca bien ceder todos sus juguetes.

De nuevo, como con las personas, las sesiones con juguetes serán más rápidas conforme tu perro ha entendido la mecánica, ha comprobado que sale ganando, y que tú ya no eres una amenaza.

Ah, y juega con él y con los juguetes siempre que puedas: jugar juntos es más divertido que proteger juguetes.

 

Si esto ha resuelto todos los problemas con tu perro, genial.

Si ha servido para corregir ese detalle que te preocupaba, pero sigue habiendo muchos roces en vuestra convivencia, lo mismo necesitas una ayuda más personalizada.

Puede que la mía.

O puede que otra.

Pero yo vendo la mía, claro.

Eso sí, si este artículo no te ha gustado o no te ha ayudado en absoluto, no me contrates.

El resto de mi trabajo tampoco te ayudará.

Y si lo que has leído te suena bien, apuntate a los correos diarios.

Lo que te cuente en ellos, y el libro que envío como regalo de bienvenida, te van a sonar aún mejor.

 

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