“Liderar no es mandar, es saber servir y dirigir a los demás con propósito y amor”

 

Una consulta frecuente: cómo castigo a mi perro para que me obedezca. Qué tengo que hacer para que me haga caso. Cómo castigar eficazmente a un perro. 

Y una de las situaciones que más a menudo me encuentro al revisar los problemas de algún perro, y hablo con los propietarios sobre cómo se ha llegado hasta la situación de conflicto, es su total desconocimiento sobre las alternativas.

 

Cómo conseguir que tu perro se porte bien (sin castigarle)

 

El diálogo que tenemos es más o menos como sigue:

«Lo primero que vamos a hacer es olvidarnos de los castigos. Bajo ningún concepto, y haga lo que haga vuestro perro. No volváis a regañar/corregir/castigar/pegar al animal».

«Pero, ¿¿y que hacemos entonces cuando se porte mal??«.

De esta conversación, que he tenido muchas veces ya, podemos deducir lo siguiente:

– Los propietarios, generalmente, no están deseosos de castigar a su animal por todo: sencillamente no conocen otro modo de dirigir la conducta de su mascota, de educarla, o de corregir conductas indeseadas.

– Los propietarios no son conscientes de los errores que cometen en la aplicación del castigo. Lo hacen tarde, de modo incomprensible para el animal, de modo prolongado en el tiempo, solo en algunas ocasiones, con una intensidad inapropiada, o todo a la vez. De ahí que a menudo no funcione, y la mascota sigue manifestando la conducta (u otras peores, consecuencia del propio castigo).

– Los propietarios desconocen por completo las consecuencias a medio y largo plazo de la aplicación sistemática del castigo. Cuando éstas se manifiestan en forma de miedo, agresividad defensiva, comportamientos alterados e incluso neurosis o conductas compulsivas, lo achacan a rasgos de personalidad del perro, no al uso del castigo como herramienta “educativa”.

Así que lo primero que debe quedar muy claro es cuáles son las repercusiones del castigo sobre la conducta del perro, a corto, medio y largo plazo, y cuál es su influencia en el aprendizaje y en el vínculo que nos une al animal.

 

Alternativas al castigo

 

Y lo siguiente es proponer alternativas que permitan adaptar la conducta del animal al entorno en el que vive.

Nota que cuando digo que no se castiga o regaña a un perro no estoy diciendo que se le deje hacer lo que le dé la gana.

Solo que hay otro modo, amable y respetuoso, de integrarle en nuestra vida sin tener que corregirle constantemente.

«Suena muy bien ¿Y entonces dónde está el truco?«.

El truco está en que cuesta mucho más esfuerzo por parte del humano, exige planificación, tener las ideas claras y  mostrar un gran autocontrol.

Ser capaz de darse cuenta de todo lo que tu perro puede hacer mal, y organizarte para que eso no llegue a ocurrir requiere de cierta habilidad e inventiva.

Además de mucha capacidad de concentración (en tu perro, no en tu smarphone).

No regañarle o saltar sobre él como un cepo cuando está haciendo algo que realmente te molesta o irrita exige una gran contención para evitar que tus emociones (enfado, miedo) se apoderen de ti y guíen tu conducta.

Curioso.

Mucho de lo que acabo de citar es justamente lo que se les suele pedir a muchos perros, cuando a los humanos nos cuesta horrores conseguirlo, :-).

Pero puede hacerse, y el resultado merece la pena, es gratificante y muy liberador.

Ahí van varias ideas.

Anticipación

La mayoría de las conductas del perro, especialmente de un cachorro, son predecibles.

A partir de sus patrones de conducta normales, y de la experiencia, si se tiene, puedes adivinar muchas de las posibles trastadas que la mascota es capaz de realizar.

Anticiparte a ellas es ganar la partida sin tener que pelear, sin permitir que ocurran errores, sin tener que castigar ni corregir nada.

No le des la oportunidad de portarse mal, y habrás resuelto gran parte del problema.

Distracción

Si tu amigo hace algo no previsto, o simplemente que no te gusta, en lugar de regañar/castigar, puedes distraer.

Si consigues que el animal centre su atención en algo diferente, se alejará del lugar de conflicto (o dejará la actividad conflictiva).

Canalización

Una vez has distraído a tu perro, ofrécele una conducta alternativa (y correcta).

Piensa en qué iba a hacer el animal que no te guste, y piensa qué prefieres que haga, o qué conducta consideras correcta en su lugar.

Y dirígelo en ese sentido.

Si el cachorro se intentaba comer una zapatilla, piensa “no quiero que se coma el calzado”, y “prefiero que juegue con este mordedor de caucho para perros”.

Ofrécele el mordedor.

Y juega con él para asegurarte de que el mordedor es más interesante que la zapatilla.

Y recuerda el punto 1 para la próxima vez (anticipación: no dejes nunca el calzado al alcance de sus dientecitos).

Gestión de los recursos

El arma más poderosa para manejar a tu perro está a tu alcance, y seguro que no lo sabes.

Casi todo lo que tu mascota desea en este mundo, lo tienes tú.

Comida, juego, caricias, atención social, juguetes, paseos……

Tu perro tienen que pasar por ti para conseguir cualquiera de estas cosas.

No se las des gratis, pídele un trato: tú haces cosas que me gustan, y yo te “pago” con cosas que te gustan.

Evalúa en cuántos contextos y situaciones cotidianas le das cosas a tu mascota a cambio de nada, o peor, a cambio de conductas que detestas: ladra = tiras la pelota “para que se calle”. Te salta encima con las uñas fuera = juego con él “para que me deje en paz”.

Y dale la vuelta a la tortilla.

Reconduce una conducta indeseable hacia una aceptable, y prémiale con aquello que deseaba conseguir.

Y ambos salís ganando.

 

Si todo esto te parece inviable, tienes mucho en lo que pensar.

Porque sospecho que lo que has hecho hasta ahora no te ha servido.

¿Verdad?

Pues deberías probar esta alternativa.

En serio.

Si necesitas más ayuda para aplicarla de modo cotidiano, puedes empezar por aquí:

 

Irene
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