Preguntas

 

«¿Qué tengo que hacer para que mi perro no salte sobre la gente?.”

¿Cómo hago para que mi perro deje de ladrar a otros perros?.”

“¿Cómo consigo que mi perro no tire de la correa?

Ya no sé qué más hacer para que mi perro no haga pis en casa.”

¿Hay alguna manera de conseguir que mi perro no persiga a los corredores y las bicicletas?.”

“¿Qué hago para que deje de gruñir cuando….?.”

Podría seguir y seguir.

Estas son consultas frecuentes de muchos dueños de perros, desesperados por conductas molestas o incómodas de sus amigos, y que no saben cómo resolver.

Si te fijas bien, todas tienen un denominador común: el “no”.

En todas se plantea la inhibición de una conducta que nos desagrada o no es socialmente apropiada.

Y en ese mismo punto es donde está la respuesta a todas ellas: lo que tienes que hacer es replantear la pregunta.

 

Respuestas

 

Cuando le preguntas a otros qué debes hacer para que un perro no haga X, lo que estás pidiendo es que te indiquen cómo bloquear un determinado comportamiento.

Y hay dos fallos importantes en ese modo de ver la situación.

El primero, que no te has planteado la razón por la que tu perro manifiesta una conducta.

Los perros, como cualquier ser vivo, siguen la ley del mínimo esfuerzo.

Si despliegan un nivel de actividad importante realizando una conducta es porque tienen una buena razón para ello.

En general, o hay una motivación subyacente (lo hacen para lograr un objetivo que realmente les importa) o expresan una emoción muy intensa.

Estas razones no son excluyentes.

Por ejemplo, un perro que gruñe a los niños puede estar expresando un miedo intenso a su presencia, y al tiempo intenta lograr que se alejen de él y le den espacio (motivación).

El segundo, que no estás ofreciendo alternativas.

Cuando un perro está despierto, está realizando conductas constantemente.

A veces corre detrás de algo, juega con sus amigos o persigue una pelota.

A veces simplemente está tumbado, mirando al horizonte y venteando el aire.

Todo eso son conductas.

Pero no puede permanecer sin hacer nada.

Si queremos inhibir una determinada conducta, debemos ofrecer una alternativa válida (para ambos: “siéntate y no te muevas” puede no ser una alternativa aceptable para un perro que salta porque está nervioso).

Si solo bloqueas, el perro elegirá por su cuenta la conducta alternativa.

Y quizá sea peor que la que acaba de abandonar.

Un ejemplo triste pero habitual es el perro al que se corrige por gruñir.

Cuando deja de gruñir puede pasar a morder.

Sigue expresando su miedo y sigue intentando lograr que se alejen de él, pero ahora además hace daño a terceros.

Una conducta válida en un contexto así podría ser darle una salida física, es decir, animar al perro a que se aleje de la situación y cubrirle las espaldas mientras lo hace.

Su situación emocional baja de intensidad, y de nuevo consigue su objetivo: alejarse de lo que percibe como una amenaza.

Que permanezca callado y quieto mientras a su alrededor ocurren cosas amenazantes no es para él una opción válida.

Volviendo al punto inicial.

Después de lo dicho, puedes replantear la pregunta poniéndola en positivo.

La negación bloquea.

La formulación en positivo te da un punto de comienzo para la acción.

“¿Qué tengo que hacer para que mi perro mantenga las cuatro patas sobre el suelo cuando hay gente cerca?.”

“¿Cómo hago para que mi perro se mantenga tranquilo cuando ve a otros perros?.”

“¿Cómo consigo que mi perro camine con la correa suelta?.”

“Ya no sé qué más hacer para que mi perro haga pis en la calle.”

“¿Hay alguna manera de conseguir que mi perro ignore a los corredores y las bicicletas?.”

“¿Qué hago para que esté tranquilo cuando….?”

 

Soluciones

 

Ahora puede ser más sencillo pensar en qué conductas te parecen adecuadas como alternativa a las que no te gustan.

Y puedes dirigir tus esfuerzos e ideas a promover la realización de esas conductas en el entorno en el que se manifiesta la que tratas de modificar, en lugar de a bloquear lo que te molesta.

Algunos ejemplos: ¿qué tal si adiestras una conducta incompatible con la que no te gusta, y se la pides cuando corresponda?.

Tu perro no puede saltar sobre la gente si está sentado.

Tampoco puede perseguir corredores.

Y en algunos casos puede bastar para que mantenga la calma frente a otros perros.

Otra opción: reducir (idealmente eliminar) la oportunidad.

Es decir, no darle la opción de hacerlo mal.

Puedes alejarte de otros perros antes de que se altere.

Puedes sacarle con mucha frecuencia a la calle para que lo haga casi todo fuera.

Puedes echar unos trocitos de comida por el suelo cuando haya visitas para que no salte sobre ellas.

Puedes evitar las situaciones en las que sabes que gruñe.

Puedes mantener cierta distancia con corredores y bicicletas.

“Ya, pero es que con esas ideas mi perro seguirá haciendo lo que no quiero en cuanto me descuide. Si no le doy la orden a tiempo o no estoy atento para poner distancia, volverá a las andadas”.

Es cierto.

Y ahí es donde radica todo el quid de la cuestión: las conductas de un ser vivo cuando se relaciona con su entorno son algo complejo.

Presentan un gran número de influencias internas (salud, hormonas, genética…..) y externas (manejo, dieta, clima), presentes (lo que está pasando) y pasadas (la experiencia acumulada por el perro).

Al tratar de reducirlas a un par de contextos que nos preocupan especialmente, olvidando todo lo demás, nos damos cuenta de que no es tan sencillo como decir “haz esto y tu perro dejará de hacer esto otro”, porque muchas conductas están conectadas con otras cosas, a veces que ni sospechábamos que tuviesen influencia.

Puedes buscar una solución sencilla, un parche rápido y fácil de usar para los problemas.

Hay mucha gente que con eso se da por satisfecha.

A menudo es lo que necesitas: modificar una conducta concreta para que deje de incomodarte.

Pero si en lugar de lo que necesitas te enfocas en lo que quieres (que tu perro no realice determinadas acciones, y que siga sin hacerlo en ausencia de órdenes o de vigilancia por tu parte), entonces estamos hablando de palabras mayores.

Puedes hacerlo.

Puedes lograr grandes cosas, estar satisfecho y orgulloso de la conducta de tu perro.

Pero necesitas implicarte, aprender, comprender, comunicarte con tu perro, establecer objetivos pequeños, trabajar día a día, momento a momento, y comprometerte con el cambio, que además debe empezar por ti.

Tener un plan de acciones a desarrollar y seguirlo, sin excusas.

Y sobre todo, desarrollar una visión global de la vida de tu perro y de las interacciones de las conductas visibles e inmediatas con todo lo demás.

Así que al final, tú eliges.

Un “truco” que te permita cambiar sin esfuerzo algo que hace tu perro (pero que no hará que tu perro cambie), o una revisión exhaustiva de todo lo que se puede mejorar o modificar en vuestra relación (empezando por ti mismo) para conseguir que tu perro y tú cambiéis.

Si necesitas ayuda para aplicar la segunda situación del párrafo anterior, puedes empezar por suscribirte al correo diario, a ver qué pasa.

Los que prefieran parches pueden seguir tapando agujeros.

error: Este contenido está protegido