La violencia no es fuerza sino debilidad, nunca podrá crear cosa alguna, solamente la destruirá” (B. Croce)

 

Hay muchas causas de agresividad en el perro.

Hay muchas clasificaciones para ayudar a entenderla y corregirla.

Y hay mucha literatura sobre el  tema, y muchos autores que debaten y escriben al respecto.

Si te sientes perdida porque tu perro tiene conductas agresivas, en el siguiente artículo te explico las causas más habituales para que tengas un primer punto para trazar un plan de acción que cambie esa conducta.

¿Por qué mi perro muerde o gruñe?

 

A continuación tienes una descripción de las razones más frecuentes por las que un perro puede gruñir e incluso morder.

Con esto trato de facilitar la comprensión de lo que está ocurriendo con tu perro.

Entender lo que ocurre te permitirá ponerte en marcha para empezar a aplicar soluciones razonables, eficaces y con sentido para tu caso particular.

Lo primero es aclarar que la razón principal por la que un perro llega a usar la boca es por un fallo en la comunicación entre él y los que le rodean.

El perro es una especie gregaria y social, preparada para vivir en grupos.

La vida en grupo conlleva roces, conflictos y situaciones tensas.

Y sin mecanismos que permitan suavizar la convivencia, las peleas serían una constante.

Y eso es algo que con cierta fuerza y dentadura poderosa, ningún animal se puede permitir sin llegar a amenazar la existencia de la propia especie.

Por tanto, antes de morder, se negocia.

Se comunican las intenciones.

Se avisa.

Y si todo falla, se pasa al plan B: cerrar la boca, a ser posible con algo dentro.

Lamentablemente, ese idioma es universal, y siempre funciona.

Por lo tanto, es prioritario esforzarse y dedicar tiempo a comprender las expresiones corporales de tu perro y su posible significado (más allá de “mueve el rabo = está contento, gruñe = está enfadado”, que además no son siempre correctas).

Cuando lleves a cabo este importante paso, se abrirá un mundo nuevo ante ti.

Tu perro está comunicando cosas (a menudo desagradables) constantemente.

Está indicando su malestar o su agrado a cada minuto del día.

Y una vez que los humanos a su alrededor ven esto, todo se hace más sencillo.

Incluso prevenir una agresión.

Una vez aclarado esto,  te detallo las causas más habituales por las que un perro llega a agredir a una persona o a otro perro. Sigue leyendo.

Miedo

 

Es casi con diferencia lo más habitual.

Los perros tienen miedo, y mucho.

A muchas cosas, a veces cotidianas, pero que no consiguen entender o aceptar.

La opción más habitual cuando un perro sufre miedo es la huida, pero si esto no es posible (confinamiento, correa….), entonces toca defenderse de lo que él CONSIDERA una amenaza.

Y por desgracia el humano puede estar incluido en la categoría «amenaza».

Que la huida no haya funcionado en ocasiones anteriores también es una buena razón para que un perro que sí puede evitar la hipotética amenaza, opte por hacerle frente.

Posesividad/competitividad

 

Esta razón también es moneda corriente, todo el mundo lo ha oído alguna vez.

Los perros disponen de una serie de recursos (comida, agua, pareja, espacio de descanso, algún objeto para jugar….), a los que asignan un valor.

Un buen hueso vale más que un trozo de pan, por ejemplo.

Y en función de esa escala, es frecuente que si tu perro cree que va a perder el recurso (porque otro perro o un humano se lo pueden quitar) lo defienda con más o menos intensidad

Que un perro defienda o no un recurso depende también de su personalidad.

Hay perros a los que no parece compensarles defender nada, y no se esfuerzan por conservar ningún recurso: son los menos frecuentes.

Y también está en función de sus experiencias previas.

Quitarle a un cachorro (o adulto) un recurso de su interés sin haberle preparado de antemano (positivamente, para generar expectativas optimistas sobre este hecho), es sentar una buena base para una tormentosa relación en el futuro.

El contexto de brusquedad y violencia que suele acompañar la retirada de un recurso hace que el miedo esté también muy presente en estos episodios.

Territorialidad

 

Los depredadores (como el perro) disponen de un territorio de caza, descanso y apareamiento/cuidado de las crías.

De los recursos que hay en ese territorio depende su supervivencia.

O eso cree nuestro mejor amigo.

En consecuencia, el territorio hay que defenderlo lo mejor posible de la intrusión de extraños.

Especialmente de los de la misma especie (de otros perros).

El perro que se muestra amistoso con otros en la calle, puede cambiar de actitud si entran en su casa.

Es normal, aunque a menudo no deseable.

En el caso de las conductas agresivas hacia personas, a menudo hay también un componente de miedo debido a la falta de socialización con desconocidos, que empeora la agresión.

El perro entra en un conflicto entre el miedo que siente hacia la potencial amenaza, y la invasión de su espacio seguro, su casa.

Y es fácil que lo resuelva mordiendo.

Control del entorno

 

Aquí podríamos encuadrar a los habitualmente llamados “perros dominantes”.

Son perros con una personalidad que les predispone a imponerse a otros, y que por una combinación de genética y educación inadecuada (o inexistente) han aprendido muy pronto que el empleo de la violencia les permite controlar su entorno.

Además, suelen ser muy poco o nada tolerantes a la frustración: lo quieren todo aquí y ahora.

Y si alguien intenta contrariarles, rápidamente estallan en una rabieta furiosa que pone a todo el mundo en su sitio.

En realidad no son dominantes: son abusones e incompetentes sociales.

No conocen otro modo de conseguir cosas, y se aprovechan de su fuerza y capacidad de intimidar para acobardar a todo el mundo y obtener siempre lo que desean.

También aparece este problema en perros a los que se ha “sometido” desde cachorros, ya que en realidad lo que se les enseña es que la violencia es el modo aceptable de conseguir lo que se desea.

Y lo aplican en el día a día.

Y es a menudo un reflejo claro de estrés intenso.

Cuando un perro sufre estrés crónico, una de sus opciones para tratar de manejarlo es intentar «detener el mundo».

Controlan todo lo que se mueve a su alrededor con gruñidos, ladridos y mordiscos para tratar de que todo se pare y así aliviar su propia alteración emocional.

Dolor o enfermedad

 

Cualquier problema que genere dolor, o cualquier enfermedad orgánica, son razón más que suficiente para provocar situaciones de agresividad, o empeorar las ya existentes.

Un elevado porcentaje de perros tiene algún problema físico subyacente, cuyo único síntoma puede ser precisamente la irritabilidad que se intenta corregir.

Encontrar el problema físico y solucionarlo o mejorarlo tiene un gran impacto sobre las conductas agresivas de muchos perros.

Ahora ya sabes cuáles son las principales razones por las que un perro puede manifestar conductas agresivas.

Anticiparse es la clave en cualquier caso: aprender a “leer” los indicativos de incomodidad de un perro e intervenir (ayudándole) en ese mismo instante evitará que el perro tenga que gestionar la situación por sí mismo, mediante la agresión.

Y evitará también sentar un peligroso precedente: “puedo controlar mi entorno con la boca”.

La comunicación es una clave.

La anticipación, otra.

Y el cubrir las necesidades del perro y darle apoyo emocional es imprescindible.

Un perro que no percibe el entorno como hostil, no necesita defenderse.

Si quieres ayuda para que tu perro deje de pensar que tiene que defender su vida, seguramente apuntarte a los correos que envío a diario te sea útil.

Eso sí, no es para los fans de la corrección y el castigo ni para los seguidores del «líder de energía calmada y firme».

Para esos no.

 

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