Cómo evitar los problemas de los perros

Durante muchos años he practicado mushing con mis siberianos.

Ya sabes, lo de enganchar a los perros a un trineo y a disfrutar.

Viviendo en España, el “trineo” casi siempre tenía ruedas.

Pero a veces pillábamos algo de nieve.

Esas eran las mejores salidas.

En una ocasión había quedado con un grupo de amigos, sus huskies y sus trineos para hacer una salida en la nieve.

Era una zona con pistas más o menos llanas y 800 metros de altura.

La nieve duraría poco, así que para allá que fuimos todos contentos.

Estacionamos los coches a la salida de un pueblo, y allí soltamos a los perros para que retozaran por la nieve y se echasen unas carreras mientras preparábamos trineos y arneses.

El caso es que a mis amigos con siberianos les tengo muy bien entrenados.

Conocen a los huskies, saben lo que hay, lo asumen y actúan en consecuencia.

También me conocen a mí.

Así que cuando alguien (a menudo yo) dice “atad perros ¡YA!”, simplemente obedecen sin cuestionarse nada.

Así que allí estábamos, cuatro amigos, una docena de siberianos, nuestros trineos y una nevada estupenda.

En esto que levanto la vista  y veo una pareja joven que sale del pueblo.

Llevan su ropa de nieve de pareja joven, con goretex de marca y colores vivos y botas calentitas.

También llevan una correa.

Y pasean con su mascota.

En ese momento se inició en mi cabeza una discusión que a veces mantienen las distintas partes de mi cuerpo.

En este caso, eran los ojos y el cerebro los que discutían.

Por alguna razón los ojos suelen saber de qué hablan, pero el cerebro se empeña en mantener sus clichés e ideas preconcebidas absurdas, y solo hace el tonto en estas discusiones.

La discusión era como sigue:

Cerebro: qué perro más raro llevan esos chicos.

Ojos: no es un perro.

Cerebro: es que es como contrahecho. Las patas cortitas….

Ojos: no es un perro.

Cerebro: el cuerpo grande y rechoncho….

Ojos: que no es un perro.

Cerebro: y es como si no tuviera cuello.

Ojos: ¡Que no es un perro!

Cerebro: y esa cabeza, qué cabezón que tiene. Es que el pobre es feo lo mires por donde lo mires. Y raro, un rato raro.

Ojos: ¡¡¡Qué no es un perro!!!!

Cerebro: ¡¡Hostias, que es un jabalí!!

Boca: Atad perros, ¡YA!

Y todo el mundo deja de inmediato lo que está haciendo y salta sobre sus respectivos perros para poner correas.

A continuación se vuelven hacia mí y entonces sí, me preguntan, ¿qué es lo que pasa?

Que aquellos de allí están paseando un jabalí con su arnesito rojo y su correa, y vienen para acá.

……….

Vale.

Esa es la idea.

Se llama anticipación.

Y te salva de una cantidad de marrones impresionante.

Conoces más o menos a tu perro.

Sabes más o menos cómo va a reaccionar en ciertas circunstancias.

O te imaginas que podría llegar a hacer en determinados contextos.

Y te anticipas para evitar que eso ocurra.

No corriges.

Ni regañas.

Ni castigas

Ni tratas de educarle para que se porte bien.

Te anticipas.

Y evitas que ocurra.

Y te ahorras el regaño, el castigo, la educación, el mal rollo, la ansiedad, la frustración, la desesperación y el cabreo.

Y a veces hasta ahorras mucho dinero.

Se puede aplicar a tantas cosas que me sorprende que no haya un libro escrito solo sobre ese tema.

Yo  lo hago con bastante soltura.

Tanta, que mis amigos ni se molestan demasiado: ya anticipo yo por ellos y les aviso.

A veces suelto avisos del tipo “viene gente a caballo, por si algún perro del grupo tiene problemas con los caballos”.

Y que cada cual haga lo que quiera con la información.

Y alguno (novato) todavía me pregunta, ¿caballos, dónde, donde están?

Qué más da.

¿Son un problema para tu perro?, átalo.

¿No lo son? Ya los verás dentro de un rato.

Si lo haces al revés, preguntas y cuando los veas atas, a menudo ya llegas tarde: tu perro los ha visto antes que tú y ha decidido liarla.

Esto es una habilidad.

Me ha llevado mi tiempo desarrollarla.

Pero es así, se aprende, se practica, se mejora y sale sola.

Como conducir, o bailar, o nadar, o montar en bici.

Puede hacerlo cualquiera.

Solo tiene que ponerse a ello y tomárselo un poco en serio.

De verdad.

Y es una de las muchas cosas que les enseño a hacer a mis clientes para gestionar conductas de su perro sin tener que recurrir a los castigos, regaños, correcciones y demás “herramientas educativas” inútiles y generadoras de mal rollo y problemas varios.

Si crees que esto puede ayudarte, dale al botón, y vete empezando con lo que recibas, que serán unas cuantas cosas.

Eso sí, solo se las mando a los suscriptores.

Para quienes prefieran seguir corriendo y gritando detrás de su perro y de los caballos no sirve, claro.

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