¿Seguro?

 

¿Sabes?

Hubo un tiempo en que dedicaba muchos esfuerzos a controlar lo que hacían mis perros.

A controlar cómo se portaban

Qué hacían con otros perros.

Cómo se manejaban alrededor de otras personas.

Controlaba cada una de sus respuestas.

Muy al principio por las malas, pero con mi segundo perro entendí que era mucho mejor por las buenas.

Premiando y tal.

Bueno.

Es una fase, la del control.

Normalmente los humanos tenemos un problema con este asunto.

Creo que los que saben de cómo funciona la mente afirman que es porque sentimos que apenas controlamos nada en nuestras propias vidas.

Que somos como cascaras de nuez flotando en un mar embravecido, siendo zarandeados de un lado para otro sin poder hacer nada.

Sin que nuestras decisiones y acciones parezcan tener demasiado efecto en el resultado final.

Viendo como otros que están por encima deciden y hacen cosas por nosotros en nuestro nombre.

Porque no creen que, aun siendo adultos, seamos capaces de cuidarnos nosotros mismos.

De tomar decisiones acertadas.

De ser capaces de sobreponernos a nuestros errores.

De poder asumir las consecuencias de nuestras acciones.

Vaya.

Que necesitamos que nos controlen, al parecer.

Y por eso, porque sientes que todo a tu alrededor está fuera de control, te enfocas en controlar a tu perro.

¿Y qué hace él?

No dejarse controlar

Cuanto más te empeñas en estar encima de él, más se aleja él.

Más te desobedece.

Peor se porta.

Si le dejas respirar por su cuenta, la lía.

¿Me sigues?

A veces hasta se vuelve “dominante”

Sí.

Se empeña en controlar constantemente a los demás.

Quizá porque siente que no tiene ningún control sobre su propia vida.

Y la cadena sigue.

Algún día deberías probar a dejarle decidir por sí mismo.

A equivocarse.

A asumir que sus acciones tienen consecuencias (ajenas a ti, se entiende) que pueden ser desagradables.

Algún día deberías probar a no controlarlo todo.

Y a centrar tus esfuerzos en cubrir sus necesidades.

 O en darle acceso a situaciones en las que él pueda cubrir sus necesidades.

Y en ayudarle cuando lo precise.

Pero solo en esos momentos, que no es un bebé que necesita que se lo den todo masticado.

Y a ver qué pasa.

El trabajo que te va a llevar hacer esto es menor que el que te exige el estar controlándolo todo cada minuto del día.

El esfuerzo (emocional) seguramente será mucho mayor.

Al principio.

Cuando veas el resultado, te vas a quitar un peso de encima.

Uno muy gordo.

En serio.

Lo sé porque a mí me pasó.

Y le pasa a las personas a las que logro convencer de que actúen así.

Igual te gustaría.

Pues empieza por suscribirte a los correos diarios por el botón. 

Ah. Una vez te hagas liberado de esta carga, igual puedes intentar recuperar algo de control sobre tu propia vida.

Eso también te hará sentir muy bien.

Aunque creo que ahí no podré ayudarte.

error: Este contenido está protegido