La ciencia descubre lo que ya sabías

perro viejo

Lo último que todos sabíamos, pero que no podíamos demostrar más allá de la observación empírica, es la actitud de los adolescentes.

Resulta que, a partir de los 13 años, el cerebro del ser humano está programado para ignorar por completo el sonido de la voz de sus padres.

¿Cómo te quedas?

Lo sabías, fijo.

Pero oye, que la ciencia confirme que no es responsabilidad de los padres, sino biología, pues algo alivia.

Resulta que el cerebro está diseñado para desarrollarse siguiendo ciertas etapas.

Y en cada etapa, requiere de estar expuesto a ciertos estímulos y situaciones.

Y, además, debido a que a cada edad le corresponde una fase de baile (o estabilización) de neurotransmisores y hormonas, pues aparecen asociadas ciertas conductas.

Como no hacerte ni puñetero caso cuando le dices a tu hijo de 14 años que recoja su ropa de una vez.

No lo hacen a propósito, es algo que no pueden evitar, es biología, no una decisión personal meditada.

Lo malo de ese tema es que tienes que considerar que tampoco te hará ningún caso ni te escuchará cuando le des recomendaciones muy importantes.

Tenlo en cuenta.

Pero la parte positiva es que es una fase.

Forma parte del proceso de desarrollo del cerebro humano, desconecta a los 13 años de tu voz, pero volverá a conectar contigo.

Algún día

(Lo de que a día de hoy haya adolescentes de 35 años quiero pensar que es más un tema cultural que biológico)

Y una vez que sabes esto, lo mismo es importante saber qué otros detallitos afectan al cerebro de un adolescente mientras madura.

Para poder comprender mejor por qué se comporta así, y acumular más paciencia.

Sobre todo, sabiendo que algún día la tortura terminará.

Ah, pero espera.

Que este tema no es solo para adolescentes.

También para niños, y por rangos de edad.

Y para adultos, aunque con un abanico de años más amplio.

Pues te cuento algo más.

En los perros ocurre lo mismo.

Yo creo que hasta lo de que dejen de escuchar tu voz involuntariamente cuando son adolescentes.

Y también hay unas fases muy importantes cuando son cachorros, y cuando son adultos jóvenes o mayores.

Con sus características y sus limitaciones biológicas (todos entendemos que no se le puede pedir lo mismo a un niño de 3 años que a uno de 13. Aunque el de 13 ni te escuche).

Y con sus necesidades para lograr una maduración óptima del cerebro, y, en consecuencia, del individuo, y de las conductas que presentará el resto de su vida al relacionarse con el entorno.

Si no conoces todo esto, lo mismo no puedes ayudar a tu perro a evolucionar.

O peor, lo mismo la fastidias y luego va a tener mal arreglo.

O adoptas a un perro al que otros fastidiaron, y conocer estas fases te ayuda a que se te ocurran ideas sobre cómo convivir con él.

Y a comprenderle mejor cuando tenga conductas “extrañas” o algo extremas.

Lo mismo todo esto ya te lo sabes.

O lo mismo no.

En tal caso, te interesa apuntarte a los correos que envío cada día a quienes se suscriben.

Recibes un libro digital de bienvenida con ideas para mejorar la convivencia con tu perro.

Y una reflexión diaria sobre educación canina amable.

Así que, solo por eso, ya te interesa apuntarte.

10 tips de educación canina vale-para-todos

Ok

He publicado un mensaje en Facebook para vacilar un poco.

A ver si alguno de mis haters entra a morder, que llevan mucho tiempo callados.

O yo mucho tiempo siendo tibia, que también.

El mensaje dice así:

 

Venga, que sé que te gusta, una lista de 10 de tips sobre educación canina vale-para-todos, pero de verdad:

1.  Observa (a tu perro)

2.  Escucha (a tu perro)

3.  Pregunta (a tu perro)

4.  Da ejemplo (sí, a tu perro)

5.  Tómate los paseos y la convivencia en general con calma

6.  No te centres en lo que tú quieres, sino en lo que tu perro necesita

7.  Deja de exigirle a tu perro lo que tú no eres capaz de hacer

8.  Fórmate, mucho, de modo constante, sin descanso

9.  Aprende a dejar de hacer, y a dejar hacer

10.  Y sobre todo, sobre todo, deja de buscar tips de educación canina en redes sociales

 

Y ese es un buen resumen que le daría a todos aquellos que me escriben contándome lo que les preocupa, lo que quieren corregir, lo que buscan cambiar, lo que les supera, cuando me dicen

“¿Qué me aconsejas?”

El punto 10, el que más me han aplaudido en FB, es el que puede resultar más útil y sencillo de seguir.

Y el punto 8 es tan, tan importante, que sobre él van a pivotar los demás puntos.

Es más sencillo observar, escuchar y preguntar (entendiendo algo) si te formas.

Dar ejemplo, centrarte en las necesidades de tu perro, dejar de hacer y dejar hacer se vuelve fácil cuando te formas.

Y como consecuencia, te lo vas a tomar todo con mucha más calma.

Así que, para facilitar el punto 8, tienes esta membresía.

Para cuidadoras que saben que pueden hacerlo mejor, pero tienen claro que preguntar en Instagram es poco inteligente.

Y que buscan una convivencia agradable y con sentido con su perro, sin preocuparles si se sienta, da la pata o camina “junto” todo el paseo.

Si cambiarías sin dudarlo ser la más guay del parque canino por reconocer una mirada de complicidad de tu perro, gracias a que estás observándole en lugar de escuchando consejos idiotas, definitivamente tienes que apuntarte al correodiario.

Dejas tu email, y recibes un mensaje diario con reflexiones sobre educación canina amable.

Y sí, algún consejo sobre educación canina, que igual te vale, o igual no, que tu perro no es el perro del vecino.

 

PD- El espíritu crítico y un poco de escepticismo son necesarios, así que mira con lupa mis consejos, que lo mismo también son idiotas

Mi perro roba comida ¿cómo lo corrijo?

Si tu perro roba comida, ¿qué puedes hacer?

 

Hace siete años Menta se quedó a vivir conmigo, estrenando casa.

De hecho aun estaba a medio alicatar y casi sin pintar.

Pero Menta era un galgo que venía en acogida después de haber sido abandonada en un pueblo sevillano siendo ya mayor.

En el que llevaba “al menos año y medio” según un vecino, buscándose la vida por la calle.

Así que no creo que le importara.

Menta estaba bastante estropeada, la verdad.

Tenía la dentadura fatal, según una colega odontóloga, parecía que los dientes estuviesen rotos, no que los hubiera perdido por la edad.

(Que ya tenía unos años)

Tenía leishmania activa: se le caía el pelo a puñados, estaba flaca, le dolían las articulaciones, las uñas casi daban la vuelta sobre sí mismas y los ojos estaban también fastidiados con varias patologías.

De regalo, tenía una hernia de disco severa.

Vamos, que estaba hecha un asco.

Así que simplemente le preparé un espacio, le abrí mi casa y mi corazón, y allí se quedó para siempre.

El caso es que el segundo día de estar en mi casa, me preparé un sándwich de varios pisos para cenar.

Y cuando me siento para comérmelo, recuerdo que tengo que subir al dormitorio para no sé qué.

Así que simplemente me levanto y subo.

Mi casa tiene dos plantas, en la de abajo está la cocina, el salón y el comedor, y en la superior, mi dormitorio, el baño y una despensa.

Pues ahí dejo a los tres perros, descansando en sus camas, durmiendo plácidamente, mientras subo los escalones pausadamente.

Hago lo que tenía que hacer, y bajo.

Y al bajar, la pillo in fraganti:

Menta se ha encaramado a la mesa como ha podido, ha arrastrado el sándwich hasta el suelo, y tras apartar la lechuga y el tomate, se está zampando todo lo demás.

El queso.

El huevo.

El jamón.

Y parte del pan, porque aunque no le gusta, no consigue separarlo bien del queso.

Mi-ce-na……

En fin.

¿Y qué crees que hay que hacer en una situación así?

¿Chistar al perro para que no vuelva a hacerlo?

¿Ponerse a cuatro patas frente a él y pelear a muerte por el sándwich?

¿Echarle una bronca y sacarle los restos del sándwich de la boca “para que aprenda”?

¿Tirarle lo primero que tengas a mano para asustarle y que no lo vuelva a hacer?

No.

Nada de eso.

Te cuento lo que hice yo.

Primero se me colgó el disco duro y me quedé bloqueada.

Nunca jamás un perro me había robado comida de la mesa.

Menudo golpe bajo.

Luego reaccioné y puse cara de “mierda, me he quedado sin cena

Luego di un par de collejas a la responsable del desaguisado.

O sea, a mí.

¿Cómo se me ocurre dejar un sándwich solo y abandonado en una mesa de comedor junto a un perro callejero y recién llegado?

Hay que ser idiota, hombre.

Bueno, que me hice otro sándwich y Menta terminó con los restos del primero.

Las siguientes veces que dejé comida descuidada, la coloqué en sitios inaccesibles para Menta.

Nunca intentó robarme mientras comía.

Ni pidió comida cuando yo estaba a la mesa o cocinando.

Era una perra muy respetuosa.

Ahora bien, si la dejas sola será que no la quieres……

Tras eso me espabilé, y en los cinco años que estuvo conmigo no volvió a robar nada.

O quizá fue que no volvió a tener la oportunidad.

Bien.

Ahora la conclusión: es más sencillo manipular y gestionar el entorno que bloquear todas las posibles conductas (naturales, por otro lado) del perro.

Y además no solo es más sencillo, sino que te permite forjar una mejor relación.

Porque no entras en conflictos sociales que un perro nunca entendería.

Y que además no sabe cómo resolver.

Y porque evitas esa sensación de desconfianza que te obliga a seguir a tu perro como una sombra para asegurarte de que “no se porta mal”.

Estos pequeños detalles son los que cuentan en el día a día conviviendo con un perro.

Y determinan cuánto confía en ti y cómo se porta en otros contextos más delicados.

Menta también abrió una vez un cubo de basura en casa de mis padres.

Y eso que es de pedal.

No importa.

El cubo puede guardarse en un armario bajo el fregadero.

Gestión del entorno.

Cuando te centras en esta herramienta y le sacas todo el partido, las situaciones que ahora te parecen un problema dejan de serlo.

Y puedes concentrarte en lo realmente importante: disfrutar junto a tu perro.

En  lugar de discutir con él y vigilarlo constantemente “por si la lía”

Si quieres centrarte en lo importante, leer los correos que envío a los suscriptores es un buen primer paso.

Te cuento historias como la que acabas de leer.

Si te ha hecho gracia o te ha dado que pensar, te gustarán los correos.

Si te has aburrido o no te convencve el enfoque, no te gustarán los correos.

Decide ahora, y te apuntas. O no.

Por qué mi perro me ladra cuando lo regaño

«Quiero saber por qué mi perro me ladra cuando le regaño» es algo que me preguntan a menudo. Y es que cuando corriges a tu perro, a veces te planta cara y te ladra. Y quieres saber por qué lo hace, qué significa y qué debes hacer al respecto. Pues te lo cuento.

¿Qué hago si mi perro me ladra cuando lo regaño?

 

La respuesta corta es “no le regañes”.

Vale. Ahora habrá gente que se esté partiéndo de risa.

Hablo en serio, y no es mi intención ofender a nadie ni burlarme.

Te explico lo que está pasando.

Para que veas que no es lo que tú crees que está pasando, y entiendas por qué no debes regañar a tu perro.

Incluso aunque gruña. O muerda.

 

Regañar no educa, genera respuestas defensivas

 

 

Veamos.

Tu perro hace algo que crees inadecuado. Le regañas.

Tú piensas que le estás educando.

Que así entenderá que eso que ha hecho está mal y que no debe repetirlo en el futuro.

Que así lo aprenderá y será un perro bueno.

Pero resulta que en la cabeza de tu perro está pasando otra cosa totalmente diferente.

Cuando le regañas, él simplemente percibe un conflicto social. Una amenaza.

Y emite señales para calmarte y para que dejes de amenazarle.

Él no entiende por qué estás así, solo entiende que estás enfadada.

Pero tú, bien porque no te has fijado, bien porque no sabes reconocer las señales, no te das cuenta de que tu perro te pide que pares y que te tranquilices.

Y sigues regañando.

Así que tu perro, que ve que su comunicación no funciona y se siente realmente en peligro, empieza a emitir señales de amenaza hacia ti.

Sí.

Él cree que le estás amenazando, así que ahora te amenaza a ti.

Y ahora tú entiendes la señal (te sientes amenazada y te da miedo) pero no entiendes por qué se pone así.

 

Y si no le puedo regañar, ¿cómo lo educo?

 

Bueno, después de leer esto, confío en que sí lo estés entendiendo.

Y por eso tu perro te ladra cuando le regañas, y no es buena idea regañar a tu perro.

Porque no entiende nada.

No aprende nada, y encima le das miedo.

Y cree que debe defenderse. De ti.

Que no quieres hacerle ningún daño.

Así que mejor utiliza la alternativa al regaño para educar.

La hay, y funcionan muy bien. Se llama educación canina amable y empática.

En cuanto la conozcas, vas a entender muchas cosas. No se dan premios, no se regaña ni se castiga, y se fomenta una convivencia en la que prima el bienestar del perro.

Si esto te resuena y quieres saber más, tienes todos los detalles en este artículo.

Y si lo que has leído te parece interesante, empieza por apuntarte a mis correos.

Mando uno al día, todos los días. Pero solo a quienes se suscriben.

También mando una guía con ideas para mejorar la convivencia con tu perro.

Muchas de esas ideas te serán muy útiles, así que venga, deja tu email, y empieza a leer.

El Martingale es un estrangulador

Collar martingale galgos

Si tienes un galgo y lleva un collar Martingale (para galgos, te han dicho), lo que viene a continuación te interesa. Y mucho.

COLLAR MARTINGALE PARA GALGOS ¿QUÉ ES?

El collar Martingale para galgos es un modelo de collar muy característico. De unos cuatro centímetros de anchura, con base de cinta de nylon, suele estar forrado de tela de bonitos colores y dibujos.

Es un modelo de collar muy popular para galgos, aunque no es raro verlo en otras razas de perros o mestizajes.

Tiene una gran anilla donde sujetar el mosquetón de la correa, y una hebilla que permite ajustar el tamaño del collar al cuello del perro.

Y aquí es donde empiezan los problemas con el collar Martingale para galgos.

 

¿CÓMO FUNCIONA EL MARTINGALE?

Voy a ser directa y breve: el collar Martingale es un collar estrangulador.

Este modelo de collar, de uso muy popular entre los galgos, está diseñado para cerrarse cuando hay tensión en la correa. Es decir, tiene cierto tamaño en reposo, y se empequeñece cuando la correa se tensa, cerrándose alrededor del cuello del perro y haciendo presión sobre el mismo.

De este modo se compensa una peculiaridad de la anatomía de  los galgos: el cuello en su parte superior es más ancho que la parte más ancha de la cabeza.

Por esta razón, cualquier collar fijo, por mucho que se apriete, se sale fácilmente si el galgo decide tirar hacia atrás, por ejemplo porque se asusta. Y si esto ocurre, el perro queda libre. Puesto que está asustado, como buen galgo, echará a correr a lo loco, y a ver quién le pilla ahora.

Así que se propone este modelo de collar Martingale para impedir las fugas de los galgos cuando tienen miedo y tratan desesperadamente de huir.

Si estás pensando que el Martingale de tu galgo no aprieta el cuello de tu perro, y por lo tanto no estrangula, porque tiene tope, piensa que para que el Martingale para galgos sea eficaz (y que no se salga cuando el galgo forcejee con él), el tope debe estar puesto a un tamaño INFERIOR al del cuello del perro.

Por lo tanto, funciona porque aprieta, es decir, estrangula.

¿EL MARTINGALE PARA GALGOS HACE DAÑO?

La respuesta corta es sí.

Sigue leyendo si quieres que te la argumente.

Piensa en las veces que tu galgo intenta huir de algo que le atemoriza, y no solo no lo consigue, sino que encima se le corta la respiración.

O las veces en que, a propósito, o sin darte, cuenta tiras de la correa (y le estrangulas).

O cuando tu galgo intenta realizar acciones cotidianas, como saludar o jugar con otro perro, o acercarse a una persona o a algo que le llama la atención, y la correa se tensa (y el collar le estrangula).

En todos esos momentos, tu (posiblemente miedoso) galgo está recibiendo un castigo sin que te des cuenta.

Eso no le ayuda, y aumenta (mucho) su miedo. Así que cuanto más timepo lleva el Martingale para galgos, más opciones tiene para incrementar su miedo.

Y cuanto más miedo tiene, más convencida estarás de que debe llevar ese modelo de collar, porque si no, se escapa.

ALTERNATIVAS AL COLLAR MARTINGALE

Si usas un Martingale porque te parece bonito, hay collares para galgos igualmente bonitos que no aprietan (eso sí, se salen por la cabeza si el perro retrocede y tira hacia atrás).

Si lo usas porque tu perro es muy miedoso, y te preocupa que escape de golpe y lo atropelle un coche, elige un arnés antifuga pensado y diseñado expresamente para la anatomía del galgo.

Pero evita usar un dispositivo que castiga inadvertidamente a tu amigo varias veces al día.

Incluso aunque sea la asociación para galgos la que te ha dicho que se lo pongas, o te lo haya vendido/regalado al adoptar a tu galgo. Lo mejor que puedes hacer por tu perro es tirar ese collar a la basura.

Mucha gente se enfada con este asunto. Ellos sabrán porqué.

Pero luego se quejan de lo miedosos que son sus galgos (y otros perros con este tipo de collar), y no lo entienden, ni saben qué hacer para cambiar eso.

Yo si lo sé. Ahora tú también.

Si es que no te has enfadado, claro.

Yo también tengo galgos. Y no son miedosos. No llevan un Martingale para galgos.

Lo llevaban cuando los adopté, y tenían miedo, pero les cambié el collar.

Cambié más cosas, claro, pero primero el collar.

Si quieres saber qué más cosas no dan miedo a los perros y les permiten llevar una vida más placentera, puedes apuntarte en el formulario.

Y si tu perro tiene miedo y no sabes cómo ayudarle, pues igual.

¿Y qué pasará si te apuntas?

Que te llegará un libro (gratuito) con ideas para mejorar la convivencia diara con tu perro.

Y un correo diario con historias y reflexiones sobre educación canina amable.

Para mí que si vives con un perro, te interesa

 

Erradicando el castigo de la vida de tu perro

Collar de castigar

“Liderar no es mandar, es saber servir y dirigir a los demás con propósito y amor”

 

Aquí va una consulta frecuente: cómo castigar a mi perro para que me obedezca. Qué tengo que hacer para que me haga caso. Cómo castigar eficazmente a un perro.

Y una de las situaciones que más a menudo me encuentro al revisar los problemas de algún perro, y hablo con los cuidadores sobre cómo se ha llegado hasta la situación de conflicto, es su total desconocimiento sobre las alternativas.

 

Cómo conseguir que tu perro se porte bien (sin castigar)

 

El diálogo que tenemos es, más o menos, como sigue:

«Lo primero que vamos a hacer es olvidarnos de castigar. Bajo ningún concepto, y haga lo que haga vuestro perro. No volváis a regañar/corregir/castigar/pegar al animal».

«Pero, ¿¿y que hacemos entonces cuando se porte mal??«.

De esta conversación, que he tenido muchas veces ya, podemos deducir lo siguiente:

– Los cuidadores, generalmente, no están deseosos de castigar a su animal por todo: sencillamente no conocen otro modo de dirigir la conducta de su perro, de educarlo, o de corregir conductas indeseadas.

– Los cuidadores no son conscientes de los errores que cometen en la aplicación del castigo. Castigan tarde, de modo incomprensible para el animal, de modo prolongado en el tiempo, solo en algunas ocasiones, con una intensidad inapropiada, o todo a la vez. De ahí que a menudo no funcione, y el perro sigue manifestando la conducta (u otras peores, consecuencia del propio castigo).

– Los cuidadores desconocen por completo las consecuencias a medio y largo plazo de la aplicación sistemática de castigar. Cuando éstas se manifiestan en forma de miedo, agresividad defensiva, comportamientos alterados e incluso neurosis o conductas compulsivas, lo achacan a rasgos de personalidad del perro, no al uso del castigo como herramienta “educativa”.

Así que lo primero que debe quedar muy claro es cuáles son las repercusiones del castigo sobre la conducta del perro, a corto, medio y largo plazo, y cuál es su influencia en el aprendizaje y en el vínculo que nos une al animal.

 

Alternativas a castigar

 

Y lo siguiente es proponer alternativas que permitan adaptar la conducta del animal al entorno en el que vive.

Nota que cuando digo que no se castiga o regaña a un perro no estoy diciendo que se le deje hacer lo que le dé la gana.

Solo que hay otro modo, amable y respetuoso, de integrarle en nuestra vida sin tener que corregirle constantemente.

«Suena muy bien ¿Y entonces dónde está el truco?«.

El truco está en que cuesta mucho más esfuerzo por parte del humano, exige planificación, tener las ideas claras y  mostrar un gran autocontrol.

Ser capaz de darse cuenta de todo lo que tu perro puede hacer mal, y organizarte para que eso no llegue a ocurrir requiere de cierta habilidad e inventiva.

Además de mucha capacidad de concentración (en tu perro, no en tu smartphone).

No regañarle o saltar sobre él como un cepo cuando está haciendo algo que realmente te molesta o irrita exige una gran contención para evitar que tus emociones (enfado, miedo) se apoderen de ti y guíen tu conducta.

Curioso.

Mucho de lo que acabo de citar es justamente lo que se les suele pedir a muchos perros, cuando a los humanos nos cuesta horrores conseguirlo.

Pero puede hacerse, y el resultado merece la pena, es gratificante y muy liberador.

Ahí van varias ideas.

 

Anticipación

 

La mayoría de las conductas del perro, especialmente de un cachorro, son predecibles.

A partir de sus patrones de conducta normales, y de la experiencia, si se tiene, puedes adivinar muchas de las posibles trastadas que el perro es capaz de realizar.

Anticiparte a ellas es ganar la partida sin tener que pelear, sin permitir que ocurran errores, sin tener que castigar ni corregir nada.

No le des la oportunidad de portarse mal, y habrás resuelto gran parte del problema.

 

Distracción

 

Si tu amigo hace algo no previsto, o simplemente que no te gusta, en lugar de regañar/castigar, puedes distraer.

Si consigues que el animal centre su atención en algo diferente, se alejará del lugar de conflicto (o dejará la actividad conflictiva).

Canalización

 

Una vez has distraído a tu perro, ofrécele una conducta alternativa.

Piensa en qué iba a hacer el animal que no te guste, y piensa qué prefieres que haga, o qué conducta consideras correcta en su lugar.

Y dirígelo en ese sentido.

Si el cachorro se intentaba comer una zapatilla, piensa “no quiero que se coma el calzado”, y “prefiero que juegue con este mordedor para perros”.

Ofrécele el mordedor.

Y juega con él para asegurarte de que el mordedor es más interesante que la zapatilla.

Y recuerda el punto 1 para la próxima vez (anticipación: no dejes nunca el calzado al alcance de sus dientecitos).

 

 

Si todo esto te parece inviable, tienes mucho en lo que pensar.

Porque sospecho que lo que has hecho hasta ahora no te ha servido. ¿Verdad?

Pues deberías probar esta alternativa.

En serio.

Si necesitas más ayuda e ideas para aplicarla de modo cotidiano, puedes empezar por dejar tu email aquí:

 

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