Tu cerebro y el de tu perro funcionan igual

 

Estoy leyendo un libro muy interesante sobre neurobiología.

(Bueno, estoy leyendo varios libros a la vez y todos son interesantes, pero hoy me centro en este)

Se llama El cerebro idiota (Dean Burnett), y ya solo el título me parece de lo más apropiado.

Habla con cierto humor de los fallos y defectos que tiene el cerebro humano y de la razón para que esto ocurra (cuando se sabe).

Básicamente es un órgano construido poniendo capas de barniz sobre otro órgano previo (cerebros de otros bichos) y luego empalmado todo más o menos como se ha podido.

Y claro, siendo así, ¿qué puede salir mal?

Bueno, el caso es que la mayor parte del tiempo cumple su función fundamental razonablemente bien.

A menos a nivel especie.

Porque a nivel individuo creo que nos hace la zancadilla con demasiada frecuencia.

¿Y cuál es su función fundamental?

Mantener vivo el cuerpo en el que se aloja.

O sea, sobrevivir.

Y al final todo va orientado en ese sentido.

Así que a veces sale algo chapucero visto desde fuera, sí, pero a grandes rasgos funciona.

Uno de los capítulos habla del sistema del equilibrio y de porqué nos mareamos cuando viajamos en coche o barco, por ejemplo.

Al parecer al cerebro le cuesta mucho cuadrar dos informaciones contradictorias, como que el órgano del equilibrio diga “nos movemos” mientras el cuerpo se está quieto en un asiento.

Y como no le cuadra nada, en lugar de pensar en un fallo del sistema, piensa en supervivencia: solo hay una cosa que puede originar ese descuadre, el veneno.

Pues toma limpieza de estómago gratuita.

Todo fuera.

Pensándolo en frío es una chorrada.

No es tan complicado, me muevo porque voy subido en algo que se mueve por mí.

Y ya.

Creo que a los mecanismos de supervivencia eso de pensar no se les da bien.

Pensar lleva mucho tiempo, que puede ser lo que no tienes cuando se trata de sobrevivir.

Y consume mucha energía.

Así que mejor dejarlo para otro rato.

Y esa es también la razón por la que tu perro puede llevar a cabo un montón de conductas aparentemente idiotas.

O fuera de lugar.

O desproporcionadas.

Su cerebro no está pensando, está actuando.

Y está actuando para sobrevivir.

Porque él cree que hay una amenaza real.

Entender e interiorizar esto te permite dar un paso de gigante a la hora de ayudarle a sentirse mejor.

Y a que deje de “pensar” que su vida corre peligro.

Aunque claro, para eso deberías ser capaz de hacer tú lo mismo.

Y resulta que tu cerebro (y el mío) funciona exactamente igual que el del perro.

Y ve amenazas donde seguramente no haya nada.

Eso complica mucho la relación, para tu perro y para ti.

Puedo ayudarte a mejorar tu percepción de las amenazas inexistentes que te afectan a ti (ansiedad al pasear, presión social para tener un perro “bien educado”, miedo a que haga daño a otros), para que tú puedas ayudar a tu perro del mismo modo.

También puedo enviarte un correo al día, todos los días, con anécdotas como ésta.

Si sientes que te ayudan, te orientan y tienen sentido, pues deberías apuntarte.

Si te dejan indiferente, no te apuntes, claro.

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