Cómo influye el dolor en el mal comportamiento de tu perro

El dolor es algo que nos toca aguantar a todos a lo largo de nuestra vida.

De hecho suele ser un buen indicador de que estás vivo, aunque sea algo que todos deseamos evitar.

En medicina es un concepto  importante, el de dolor.

Para poder comprender mejor al paciente, han inventado una “escala del dolor”, con el fin de que la persona pueda comunicar al médico cómo es su dolor en concreto.

El problema es que el dolor es algo muy subjetivo.

Si bien seguramente sea menos doloroso darse un martillazo «suave” en un dedo que una quemadura de segundo grado en un ojo, no es fácil clasificar objetivamente el dolor.

Pues nada, los médicos, que son de ciencias, hicieron la famosa escala “del uno al diez, ¿cómo de intenso es su dolor si uno es siento un cosquilleo en un pie y diez es me están arrancando las uñas sin anestesia?”.

Algo así, creo.

El caso es que esto debe de generar mucho debate entre la comunidad, por diversas razones.

Y en una ocasión leí el comentario de un médico importante que lo zanjaba con mucha sensatez.

Decía:

“Vamos a dejarnos de batallitas y rodeos. Solo existen dos tipos de dolor. El propio, que es insoportable, y el ajeno, que es exagerado”

Jajajajajajajajaja.

Qué tío listo, menuda razón tiene.

Bueno.

Ahora en serio.

El dolor es algo importante en nuestras vidas.

Ya sea físico o emocional, condiciona por completo nuestra conducta y el modo en que nos relacionamos con los demás.

Regula nuestro humor y nuestra iniciativa.

Creo que en eso estamos todos de acuerdo.

Es fácil de entender, porque a todos nos ha dolido algo más de una vez.

Los perros no son diferentes, ni son inmunes al dolor.

Cuando un perro tiene el dolor presente en su vida, su conducta se va a ver totalmente alterada.

Para mal, se entiende.

Mucha gente tiende a pensar que a su perro no le puede doler nada porque juega, come, corretea y se le ve mover el rabo.

Así que está todo bien.

Pero siendo sinceros, cuando algo te duele durante días y días, de modo sordo y repetitivo, ahí, como pareciendo que se va pero no.

 ¿Dejas de comer?

¿Te quejas constantemente de lo que te duele?

¿Te quedas inmóvil en un sofá?

¿No vuelves a reírte nunca más hasta que no para de doler?

Lo normal es que sigas con tu vida y apechugues.

O que te tomes algo que te alivie el dolor.

Los perros también hacen eso.

Lo primero, lo de apechugar.

Lo otro igual lo harían si pudieran, pero no pueden.

Así que es hora de dejar de infravalorar la presencia del dolor en la vida de tu perro.

O de infravalorar su importancia, porque “no será para tanto”.

Es dolor ajeno, así que es exagerado.

Pues no.

No lo es.

Hay perros que ladran sin parar a diario, o que muerden, o que se pelean con otros perros, “solo” porque algo les duele.

No tanto como para detener su vida, pero sí lo suficiente como para amargársela.

Y amargártela a ti, de rebote.

Así que este aspecto es algo que abordo cuando asesoro a mis clientes, casi desde el principio.

Porque si no paramos el dolor, todo lo demás que queramos hacer funcionará solo a medias.

Y eso frustra y desorienta mucho.

Lo mismo te interesa eso de hacer un abordaje global, valorando todos los factores que pueden influir en la conducta de tu perro, para trabajar en aquellos que podamos cambiar.

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Además de un correo diario con reflexiones como ésta, que a muchas personas les ha ayudado a tener un enfoque distinto (y muy exitoso) con sus perros.

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