Mi perro ladra mucho

 

Que los perros ladran es algo que todos sabemos.

Pero no todos ladran igual ni con la misma frecuencia y motivo.

Una queja común de muchas personas es el elevado grado de ladridos de su amigo.

En casa o en la calle, ante estímulos sonoros como el timbre o el ruido del ascensor, o en situaciones cotidianas como la presencia de otros perros, bicicletas, señores con bastón, o lo que se les ocurra.

Si tienes un perro aficionado a ladrar, seguro que has tenido más de una discusión con él (y con algunos humanos) sobre este tema.

Pero, ¿te has preguntado alguna vez por qué tu perro ladra tanto?

 

Porqué ladra tu perro

 

Conocer las razones que llevan a tu amigo a ser tan ruidoso es el primer paso para encontrar una solución eficaz, amable y respetuosa que reduzca notablemente el nivel de ladridos.

La genética

 

Lo primero que tienes que saber es que hay razas que están seleccionadas para ladrar.

Algunas son grandes ladradores, como los sabuesos. Así le indican al cazador cuando corren monte a través por dónde se mueven.

Los terrier y algunas razas de pastor son fácilmente excitables, y una manera habitual de demostrar excitación y nerviosismo es vocalizando.

Seguro que has visto a menudo alguna de estar razas ladrar con facilidad para comunicarse. Quizá incluso sea el caso de tu propio perro, 🙂

Por el contrario, hay razas especialmente silenciosas.

Por si no te habías fijado, el galgo, el husky siberiano, el malamute de alaska y el bóxer suelen ser muy poco ruidosos, y casi nunca ladran.

Aunque en general las razas de gran talla seleccionadas para guardia suelen ser también poco ruidosas.

Así que si compartes tu vida con un peludo que se ha seleccionado expresamente para hacer ruido o que tiende a expresarse ladrando, ya te habrás dado cuenta de que hay un problema, y que en tu caso tendrás que trabajar un poco más para resolverlo.

 

Las emociones

 

Otro punto muy importante que debes conocer sobre el exceso de vocalizaciones de los perros es que el ladrido a menudo es un indicador de emociones desbordantes.

Así, un perro con miedo intenso muy probablemente ladrará de modo igualmente intenso.

Las personas chillamos cuando nos asustamos, no?. Pues los perros ladran, a veces sin parar, 🙂

También puedes ver que un perro muy exaltado ante la expectativa de un buen rato de paseo o juego seguramente usará el ladrido como válvula de escape para su impaciencia.

Las personas, cuando estamos muy emocionadas ante un evento próximo que estamos deseando que ocurra, también nos ponemos nerviosas, y tendemos a hablar y hablar y hablar sin parar.

Piensa en el famoso y universal “¿¿cuándo llegamos??”.

Y los perros con un alto nivel de estrés suelen manifestarlo, entre otros modos, con ladridos exigentes y duros, a veces amenazadores.

Lo mismo que hacemos nosotros cuando estamos muy quemados, piensa en cómo nos podemos llegar a poner en un atasco cuando estamos cansados: insultos, bocinazos, empujones al de delante…..Se parece bastante a ladrar enérgicamente, no crees?

Otra ocasión en la que es habitual que un perro ladre: si colocas a tu amigo en una situación frustrante, a menudo expresará su malestar ladrando intensamente.

Por lo tanto las emociones intensas se dejan notar en muchos perros con ladridos intensos.

Aquí ya tenemos una pieza clave para mejorar este asunto.

 

El aprendizaje

 

Otra poderosa razón para el ladrido insistente de muchos perros es «porque funciona».

En estos casos, el ladrido ha sido condicionado, generalmente de modo involuntario, por las personas que conviven con el perro.

Sí, es posible que tu perro ladre tanto porque tú le has enseñado a hacerlo, 🙂

La vocalización persistente se convierte en un modo de atraer la atención y de lograr un objetivo que el animal desea intensamente, como un juguete, unas caricias, comida o acceso a un lugar especial.

Y es que los humanos prestamos mucha atención al sonido, y muy poco a la comunicación no verbal.

En consecuencia, nuestro amigo, que tiene mucho tiempo y una gran capacidad de observación, puede que haya intentado lograr algo que le interesaba mucho mediante conductas silenciosas.

Pero finalmente ha conseguido ese algo ladrando, y ha entendido rápidamente la lección: si quieres algo, pídelo (en voz alta).

Así que de modo muy resumido, tu perro ladra porque está comunicando algo: o bien manifiesta alguna emoción intensa, o bien quiere conseguir un objetivo.

¿Y cómo afecta esto a vuestra relación?, sigue leyendo…..

 

Y el problema es…..

 

Como veíamos aquí, los ladridos descontrolados son un problema muy habitual en la convivencia con nuestros perros, y tienen diversas causas y una finalidad comunicativa.

Sin embargo, en nuestra sociedad, ya de por sí muy ruidosa, este tipo de comunicación no es muy apreciada.

Sobre todo si sobrepasa ciertos límites en cuanto a intensidad y frecuencia.

O dicho de otro modo, a nadie le gusta escuchar a un perro ladrar y ladrar como si no hubiera un mañana.

Vamos, que si tu perro pasa más tiempo ladrando que callado, hay un problema que requiere de una intervención por tu parte.

Los ladridos intensos, muy frecuentes o que aparecen a deshoras generan en primer lugar un conflicto serio en la convivencia con otros seres humanos.

Si no tienes la fortuna de vivir en un lugar aislado, y compartes paredes, techo y suelo con otras personas, el ruido generado por tu amigo va a generar roces con tus vecinos.

Especialmente con ese vecino que no soporta a los perros (aunque sean mudos) o que trabaja a turnos y duerme (o lo intenta) cuando tu perro más ladra.

En ocasiones esos roces pueden terminar en forma de denuncia.

A nadie le gusta abrir un día la puerta de casa y encontrarse una pareja de la policía en la puerta diciendo «su vecino le ha denunciado por exceso de ruido».

Aunque sea verdad.

En la calle, un perro que ladra desesperadamente hacia estímulos corrientes como otros perros, niños, bicicletas o gente haciendo footing resulta especialmente estresante, verdad?.

Sobre todo porque suele acompañar los ladridos con tirones de correa intensos y repentinos en dirección al objeto de su «interés», y esto, además de desagradable, puede derivar en tendinitis y lesiones en brazos y hombros.

Por si esto no fuera suficiente, la actitud de ladrador descontrolado en la calle da una imagen de amenaza, aunque luego resulte que es un trozo de pan.

Y si está suelto, es fácil que corra a toda velocidad hacia el objetivo que le provoca, dando la impresión de que quiere hacer algún daño.

Y metiéndote en situaciones cuanto menos incómodas.

Esto, además de generarte un gran estrés en cada paseo, también puede terminar con una denuncia si tu perro hace caer a un ciclista, salta sobre un niño (aunque no le haga ni un arañazo) o provoca el tropiezo de algún corredor.

Y qué decir de la convivencia entre tu perro y tú.

Que tu amigo ladre por cualquier pequeño detalle te altera y te hace saltar con facilidad.

Si además tiene un ladrido especialmente molesto, te enfadas constantemente con tu perro y llegas a gritar y gritar en un intento de que se calle, lo que te hace sentir fatal.

El ruido genera estrés, y lo que hace tu perro es, en cierto modo, ruido.

Tiene sus buenas razones, pero a ti termina por crisparte los nervios.

Eso implica que vas a tomar medidas coercitivas para bloquear esa conducta.

Atacarás las consecuencias en cuanto se presenten, en un intento de educar a tu perro para que mantenga la calma y sea menos ruidoso.

Puede incluso que ya hayas probado alguna de esas medidas, como darle toques o usar collares con mando a distancia.

Si te ha funcionado, que es lo menos habitual, te encontrarás con que la conducta de ladrar se ha compensado con otras conductas peores, como por ejemplo gruñir o morder.

Si no te ha funcionado, o lo ha hecho durante unos segundos para luego iniciarse de nuevo, además de enfadada y nerviosa, estarás muy frustrada por no conseguir solucionar esta situación.

Vuestra relación se va a pique porque tu perro parece incapaz de cerrar la boca y tú no sabes qué hacer ni porqué se comporta así.

¿Qué puedes hacer entonces para salir de este callejón sin salida?

 

Soluciones útiles para perros que ladran

 

Y lo más importante, amables para todos los implicados.

El primer paso es siempre tratar de recuperar la calma y la perspectiva.

Si estás buscando ayuda para resolver el exceso de ladridos, seguramente estés ya muy cargada con el asunto.

Y eso impide tener una perspectiva clara, lo cual a su vez bloquea la percepción de soluciones que verdaderamente sean prácticas.

Por lo tanto, una vez te paras a pensar, el segundo paso es preguntarte por qué ladra tu amigo.

Una ayuda, tu perro puede ladrar por muchas razones, pero se pueden esquematizar en dos,

1- Expresa emociones muy intensas

2- Ha aprendido a hacerlo por condicionamiento.

 

Emociones intensas

 

Esta primera causa es la más frecuente con diferencia.

Tu perro también se siente estresado, frustrado, asustado, cansado o nervioso, y por distintos motivos lo expresa haciendo ruido.

Mucho ruido.

Gritarle o amenazarle para interrumpir la expresión de esas emociones solo contribuye a empeorarlas.

Piénsalo, ¿te sentirías mejor antes de un examen o de una entrevista de trabajo si un buen amigo te zarandea y te da unos cuantos gritos en la oreja recriminándote el que estés nerviosa?

No. Para nada.

¿Y si cada vez que intentas decir algo, la persona que está a tu lado te suelta un «¡que te calles ya!»? Y no te deja expresarte pero tampoco te ayuda a mejorar cómo te sientes.

Esto equivale a bloquear los ladridos de tu perro sistemáticamente sin plantearte el porqué ladra.

Otro aspecto importante es que cuando gritas a tu perro para que se calle, en realidad estás ladrando tú también.

Él pierde los papeles, tú no mantienes la calma, y todos termináis haciendo mucho ruido.

Por lo tanto debes plantearte seriamente el realizar primero un gran esfuerzo para mantener la calma tú misma cuando tu perro está desbordado.

Así, además de poder aplicar soluciones prácticas, serás un referente para tu perro: pedirle a alguien que se calme, esté tranquilo y con la boca cerrada cuando tú misma eres incapaz de lograrlo igual es pedir demasiado, no?.

Piensa en ello.

Si te fijas, según todo lo que te he contado hasta ahora, has dedicado toda tu energía a atacar las consecuencias visibles de un problema, los ladridos.

Pero estás dejando totalmente de lado las causas, las emociones mal gestionadas.

Olvidarse de los ladridos en sí, y empezar a pensar cómo se siente tu perro en esos momentos, porqué, y qué puedes hacer tú para que se sienta mejor es una medida que sí te permitirá avanzar hacia una convivencia más silenciosa y menos estresante.

Y de paso, a mejorar el vínculo con tu perro y a hacerle feliz.

 

Ladrido condicionado

 

Si tu perro ha aprendido a ladrar porque le funciona, entonces el trabajo no debe enfocarse en hacerle callar, sino en que no logre resultados ladrando.

Estudiar las leyes del aprendizaje y fijarse en cómo están actuando sobre tu perro (y sobre ti), para luego usarlas en sentido contrario, dará frutos en un plazo razonablemente corto.

 

 ¿Cómo hago para que mi perro no ladre por todo?

 

Como ya habrás deducido por lo que he contado hasta ahora, el primer paso ineludible es obtener una respuesta a «¿por qué ladra mi perro?«.

Sin dar ese paso correctamente, tus esfuerzos no estarán bien canalizados, no obtendrás resultados, y la relación seguirá deteriorándose.

Así que lo primero que debes hacer es determinar si estás ante un problema de ladridos condicionados o emocionales.

Lógicamente, todos los perros pueden ladrar por ambas razones en distintos contextos.

Puede que tu amigo ladre ante otros perros por miedo, y cuando quiere que le lances un palo lo haga por condicionamiento.

Tienes que tenerlo muy claro, porque el trabajo que hay que realizar es distinto según la razón.

Si concluyes que los ladridos de tu perro son emocionales, tendrás además que hacer un pequeño esfuerzo más y tratar de comprender qué emoción es la que está manifestando.

Esto en principio se averigua observando.

Puedes sacar datos según el contexto en el que ocurren los ladridos, el modo en que ladra, las posturas corporales que adopta cuando lo hace, y qué tiene delante (o qué ha podido oír o ver) cuando empieza a ladrar.

Aunque para complicar un poco la situación, un perro puede ladrar por miedo, dirigir sus ladridos hacia otros perros, y en realidad no tenerle miedo a esos perros.

Pero hay que empezar por alguna parte.

Una vez determinas las razones por las que ladra tu perro, puedes empezar a aplicar soluciones prácticas, eficaces y respetuosas.

 

¿No sabes cómo hacerlo?

Entonces tus opciones son contratar a un profesional (recuerda, que trabaje sobre las causas, no que intente eliminar los ladridos sin más), o hacerlo tú misma.

Si prefieres la segunda opción, este curso puede ayudarte.

Porque la mejor forma de modificar el comportamiento es entendiendo porqué se produce, y tú eres el referente de tu perro, por lo que eres también la persona más indicada para ayudarle a mejorar.

Con este curso aprenderás a identificar qué problemas tiene tu perro cuando ladra y ladra sin parar y porqué.

También conocerás qué posibles soluciones amables y respetuosas puedes aplicar en cada situación.

Descubrirás además una serie de pautas para prevenir este problema: la anticipación es siempre la solución más eficaz, sencilla y económica.

Y todo con un enfoque holístico e integral que te permitirá mejorar la relación con tu perro en distintos aspectos cotidianos.

Aprende a confiar en tu amigo y consigue que sea un perro feliz y equilibrado capaz de pasear en silencio y estar relajado en casa.

Pero espera, tengo otra cosa que contarte.

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