Si tu perro roba comida, ¿qué puedes hacer?

 

Hace siete años Menta se quedó a vivir conmigo, estrenando casa.

De hecho aun estaba a medio alicatar y casi sin pintar.

Pero Menta era un galgo que venía en acogida después de haber sido abandonada en un pueblo sevillano siendo ya mayor.

En el que llevaba “al menos año y medio” según un vecino, buscándose la vida por la calle.

Así que no creo que le importara.

Menta estaba bastante estropeada, la verdad.

Tenía la dentadura fatal, según una colega odontóloga, parecía que los dientes estuviesen rotos, no que los hubiera perdido por la edad.

(Que ya tenía unos años)

Tenía leishmania activa: se le caía el pelo a puñados, estaba flaca, le dolían las articulaciones, las uñas casi daban la vuelta sobre sí mismas y los ojos estaban también fastidiados con varias patologías.

De regalo, tenía una hernia de disco severa.

Vamos, que estaba hecha un asco.

Así que simplemente le preparé un espacio, le abrí mi casa y mi corazón, y allí se quedó para siempre.

El caso es que el segundo día de estar en mi casa, me preparé un sándwich de varios pisos para cenar.

Y cuando me siento para comérmelo, recuerdo que tengo que subir al dormitorio para no sé qué.

Así que simplemente me levanto y subo.

Mi casa tiene dos plantas, en la de abajo está la cocina, el salón y el comedor, y en la superior, mi dormitorio, el baño y una despensa.

Pues ahí dejo a los tres perros, descansando en sus camas, durmiendo plácidamente, mientras subo los escalones pausadamente.

Hago lo que tenía que hacer, y bajo.

Y al bajar, la pillo in fraganti:

Menta se ha encaramado a la mesa como ha podido, ha arrastrado el sándwich hasta el suelo, y tras apartar la lechuga y el tomate, se está zampando todo lo demás.

El queso.

El huevo.

El jamón.

Y parte del pan, porque aunque no le gusta, no consigue separarlo bien del queso.

Mi-ce-na……

En fin.

¿Y qué crees que hay que hacer en una situación así?

¿Chistar al perro para que no vuelva a hacerlo?

¿Ponerse a cuatro patas frente a él y pelear a muerte por el sándwich?

¿Echarle una bronca y sacarle los restos del sándwich de la boca “para que aprenda”?

¿Tirarle lo primero que tengas a mano para asustarle y que no lo vuelva a hacer?

No.

Nada de eso.

Te cuento lo que hice yo.

Primero se me colgó el disco duro y me quedé bloqueada.

Nunca jamás un perro me había robado comida de la mesa.

Menudo golpe bajo.

Luego reaccioné y puse cara de “mierda, me he quedado sin cena

Luego di un par de collejas a la responsable del desaguisado.

O sea, a mí.

¿Cómo se me ocurre dejar un sándwich solo y abandonado en una mesa de comedor junto a un perro callejero y recién llegado?

Hay que ser idiota, hombre.

Bueno, que me hice otro sándwich y Menta terminó con los restos del primero.

Las siguientes veces que dejé comida descuidada, la coloqué en sitios inaccesibles para Menta.

Nunca intentó robarme mientras comía.

Ni pidió comida cuando yo estaba a la mesa o cocinando.

Era una perra muy respetuosa.

Ahora bien, si la dejas sola será que no la quieres……

Tras eso me espabilé, y en los cinco años que estuvo conmigo no volvió a robar nada.

O quizá fue que no volvió a tener la oportunidad.

Bien.

Ahora la conclusión: es más sencillo manipular y gestionar el entorno que bloquear todas las posibles conductas (naturales, por otro lado) del perro.

Y además no solo es más sencillo, sino que te permite forjar una mejor relación.

Porque no entras en conflictos sociales que un perro nunca entendería.

Y que además no sabe cómo resolver.

Y porque evitas esa sensación de desconfianza que te obliga a seguir a tu perro como una sombra para asegurarte de que “no se porta mal”.

Estos pequeños detalles son los que cuentan en el día a día conviviendo con un perro.

Y determinan cuánto confía en ti y cómo se porta en otros contextos más delicados.

Menta también abrió una vez un cubo de basura en casa de mis padres.

Y eso que es de pedal.

No importa.

El cubo puede guardarse en un armario bajo el fregadero.

Gestión del entorno.

Cuando te centras en esta herramienta y le sacas todo el partido, las situaciones que ahora te parecen un problema dejan de serlo.

Y puedes concentrarte en lo realmente importante: disfrutar junto a tu perro.

En  lugar de discutir con él y vigilarlo constantemente “por si la lía”

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