Te lo demuestro

 

 

No sé si alguna vez has hecho una búsqueda de vídeos de perros el internet.

Creo que salen 389.851.736, vídeo arriba, vídeo abajo.

Con todas las temáticas y enfoques imaginables.

Bien, mirar a un perro (o varios) haciendo algo es mucho más ameno que la tele.

Y mucho más educativo que un señor en la tele obligando a los perros a dejar de ser perros.

Pues hoy te voy a hablar de dos vídeos concretos.

En uno sale un husky entrando en una tienda.

Está grabado por la cámara de seguridad.

Las puertas son de cristal, y se abren por detección de movimiento, así que el husky lo tiene fácil para acceder.

Pero su actitud es lo que llama la atención.

Entra despacio, como de puntillas, casi casi diría que está silbando.

Y mira a su alrededor con disimulo, como para que nadie se fije en él.

Pasados unos segundos, desaparece del enfoque.

Y poco después, vuelve a aparecer, pero esta vez va corriendo y lleva un enorme hueso de cuero en la boca.

Sale de la tienda y no se le ve más.

Hasta que pasen unos días que volverá a dejarse caer por allí.

Al parecer es un ladrón habitual.

Una vez por semana, su cuidadora se pasa por la tienda a pagar los huesos robados.

Y tan amigos todos.

En el otro vídeo sale un mestizo de labrador.

Es un perro comunitario, que merodea a menudo por una zona donde los estudiantes se toman un descanso entre clases.

Hay un mostrador donde les venden chucherías y bebidas.

El perro está allí a menudo, y observa el ir y venir de chiquillos.

Y observa lo que hacen.

Luego piensa, razona y actúa.

(Si no crees que un perro pueda hacer esto, lo mismo deberías dejar de leer esto)

¿Y de qué va el vídeo?

Fácil.

El perro, en lugar de robarse algunas chucherías para él (como hace el perro tutelado)

Toma una hoja del suelo, una grande y marrón, y se acerca al mostrador.

Allí espera su turno, y cuando le toca, sube las patas delanteras.

Posa la hoja sobre el mostrador, y espera que le den su golosina.

La que acaba de comprar con esa hoja.

Como lo lees: ese perro está usando hojas para comprar galletas.

Si a los humanos les dan comida y bebida a cambio de trozos de papel, ¿por qué no probar con hojas como moneda de cambio?

Le funciona, claro.

Pero mira, cuando se presume de lo inteligente que es un perro, se habla de animales que asocian doscientas palabras a doscientos juguetes de perro.

Que no digo que esté mal, para nada, yo no sé si tengo tanto vocabulario para hablar de juguetes.

Ahora piensa en lo que hace ese perro, y dime si eso no es inteligencia.

Y dime si eso no es educación.

Podría robar las galletas, pero no lo hace.

Podría exigirlas, ladrando, pedirlas saltando encima de la gente, podría incluso intentar atacar a alguien que lleve galletas y quitárselas.

Pero no lo hace.

Ahora mira lo que hace el perro que ha recibido una educación formal.

Y lo que hace el que nunca fue educado.

Y dale una vuelta al razonamiento ese de que a los perros hay que entrenarlos, educarlos, adiestrarlos, para que se integren en el mundo de los humanos.

Que hay que enseñarles normas y reglas, controlarlos y vigilarlos para que se porten bien.

Porque yo hace mucho que no lo veo así.

Y tras ver al perro pagando sus galletas, menos aún.

Cuando permites a un perro observar, tomar información de su entorno, pensar y elegir, lo más habitual es que tome buenas decisiones.

Y que su conducta sea mucho mejor que la que aparece en perros “educados” al estilo clásico.

(Excepto si el perro “educado” está tan inhibido que no hace nada, es difícil superar eso. Pero tú no quieres a tu perro roto, ¿verdad?)

Así que mira, te propongo que le eches un vistazo a esta propuesta.

mando un correo al día a mis suscriptores, con anécdotas, historias y reflexiones sobre educación amable.

Y de paso, hay un regalo de bienvenida. 

Lo que cuento no sirve para educar mejor a tu perro.

Tampoco para corregir conductas, inhibirlas o cambiarlas.

No te garantizo que tu perro empiece a comprar sus propias galletas.

Pero sí que va a empezar a pensar, a observar más, a estar más atento a ti, y a ser más tranquilo y evaluar mejor lo que hace.

Y eso, como resultado, implica que será la mejor versión de sí mismo.

Y te va a sorprender cómo se porta un perro al que se le deja ser el mejor perro posible, sin obligarle a nada ni intentar cambiarle.

Lo mismo tienes curiosidad, pues por el botón

PD- Por cierto, si tu perro roba en tiendas, pagar lo que se lleva me parece mucho más acertado y amable que tratar de castigarle o encerrarle para que “deje de”.

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