Hoy tengo invitados al blog de Comunicación y Respeto. Sonia y Sergio, de Mente Canina, han aceptado escribir un artículo sobre las relaciones entre perros, y yo me alegro mucho de que estén aquí.

Si eres de la zona de Salamanca y necesitas ayuda de la buena con tu amigo, puedes contar con ellos, 🙂

Y sin más, os dejo con su estupendo artículo, que lo disfrutes.

Los perros necesitan relacionarse con otros perros

No todos los días se tiene la oportunidad de escribir un artículo para un blog al que conoces, sigues y admiras, así que entenderéis nuestra emoción.

Nos alegra poder aportar nuestro granito de arena a este maravilloso blog. Gracias Irene, por dejarnos formar parte. Para los que no nos conozcáis, nosotros somos Sonia y Sergio, de Mente Canina. Y esperamos, de corazón, que este artículo os guste y sea de utilidad.

Sin más dilación, hoy vamos a hablar, ¡cómo no!, de perros y su forma de relacionarse.

Antes de hablar de las relaciones entre perros debemos tener muy claro que el perro es un ser social por naturaleza, es decir, necesita relacionarse con otros de su especie.

El perro es un animal social

Es cierto que cada individuo es diferente y, al igual que pasa en las personas, puede costarle más relacionarse con otros, estar a gusto en compañía solo de unos pocos, llevarse mal con el vecino, etc. Pero aun así necesita relacionarse.

Nos encontramos día a día con perros que desde que son cachorros no han tenido contacto con otros perros por miedos e inseguridades de los propietarios. “Es que le pueden hacer daño”, “es muy pequeño aún para relacionarse con otros tan grandes”, “cuando sea mayor le dejaremos hacerlo”.

Y cuando crecen, nos encontramos perros sin habilidades sociales, que no saben comunicarse con otros perros, que únicamente quieren estar con sus humanos, etc. Lo cual no es natural ni saludable, le estamos quitando una de sus necesidades básicas más importante.

Y sí, los perros también poseen habilidades sociales para relacionarse. El mundo de las habilidades sociales y la comunicación canina es un ámbito muy amplio.

Hace años no se conocía apenas nada sobre esto, únicamente se hablaba de los roles de dominancia-sumisión entre perros, teoría que ya empiezan a renovarse por nuevos conocimientos. Poco a poco vamos descubriendo más cosas sobre cómo se relacionan los perros, y podemos ver que es una puerta a un mundo mucho más rico y extenso de lo que hace unos años se imaginaba.

Sus relaciones van mucho más allá de una simple cuestión de jerarquía. En un primer encuentro entre dos perros que no se conocen podemos observar diferentes tipos de reacciones iniciales: de desconfianza, excitación, miedo, armonía, etc. dependiendo de los individuos y las circunstancias que les rodean. Emociones que albergan una profundidad similar a la del ser humano.

Nosotros cuando conocemos a una persona generamos una primera impresión sobre ella, que a veces puede no ser agradable. Puede que no nos caiga bien o que su aspecto no nos inspire confianza.

Sin embargo, si dedicamos tiempo a conocer a esa persona podemos darnos cuenta de que tenemos gustos similares, compartimos aficiones o simplemente disfrutamos de la compañía mutua. Los perros no son tan diferentes como podemos pensar. Ellos también pueden pasar por este tipo de procesos.

Los perros, por naturaleza como hemos comentado antes, tienden a juntarse en lo que llamamos grupos sociales. Estos grupos cumplen funciones muy importantes en su vida: comparten motivaciones, realizan actividades en conjunto donde todos disfrutan, aprenden los unos de los otros, etc. Por mucho que creamos que podemos enseñarle todo a nuestros perros hay cosas que únicamente podrán aprender de otros perros, como por ejemplo las habilidades sociales.

Cuando hablamos de habilidades sociales en perros, hablamos de su capacidad para relacionarse con otros individuos de una forma lo más adecuada posible.

Por ejemplo, un perro de 5 años cuyo saludo inicial a un perro desconocido es saltarle encima, abalanzarse  o ir corriendo hacia él nos está indicando que no tiene unas habilidades sociales muy adecuadas, o bien que pueden estar influyendo en esa interacción otros factores como el miedo, problemas de salud, etc.

Decimos que un perro posee unas habilidades sociales adecuadas cuando es capaz de escuchar al perro que tiene delante y respetar su espacio y el tiempo que necesita para llevar a cabo la interacción. Como hemos dicho antes, las circunstancias que rodean a los perros en un determinado momento pueden influir mucho en esa interacción y en sus habilidades.

Por ejemplo, hemos visto muchos perros que cuando van atados no saben gestionar bien un encuentro con otro perro y puede parecernos que carecen totalmente de habilidades sociales, pero una vez sueltos se manejan perfectamente, respetando y escuchando al otro perro.

Y eso, en la mayoría de ocasiones se da por un mal manejo de correa, demasiada intervención humana en dichas interacciones y/o por preocupaciones del propietario.

Por eso, siempre hablamos de la importancia que tiene dejar a los perros ser perros, sobre todo cuando están en compañía de sus iguales. Es importante evitar el exceso de control, las continuas intervenciones o las tensiones (tanto en la correa si están atados, como con nuestra voz o postura corporal cuando están sueltos).

La importancia de la comunicación canina

De la mano de las habilidades caninas va la comunicación canina. Sí, también los perros se comunican. Y no únicamente por ladridos como piensa la mayoría de la gente. Existe un amplio abanico de formas de comunicación canina.

En nuestras sesiones individuales con los clientes, lo primero que enseñamos sin ninguna duda es la comunicación canina. Cómo entender a su perro. De nada nos sirve el resto del trabajo si no estamos entendiendo cómo se siente nuestro perro en cada momento o qué nos está diciendo. Nos parece una parte FUNDAMENTAL.

Siempre ponemos el ejemplo de que a nadie le resultaría cómodo convivir con una persona durante 15 años sabiendo que no conoce su idioma, ni utilizan los mismos gestos, ni tienen las mismas costumbres.

Definitivamente la convivencia no sería nada fácil y estamos seguros de que intentaríamos buscar una forma de entendernos ambos: aprender matices del mismo idioma, escuchar todo lo que podamos para conocernos, etc. Y siempre hacemos la misma pregunta, ¿por qué no hacer esto con nuestros perros? ¿Por qué damos por hecho que es él quien tiene que entendernos y no nos esforzamos por escucharle?

Relacionando el tema de la comunicación canina con las habilidades sociales, es importante conocer cómo se siente nuestro perro en las interacciones con otros perros para saber si está siendo un encuentro adecuado y positivo para él o si por el contrario está incómodo y va a suponerle un estrés innecesario.

No queremos alargarnos mucho con el tema de la comunicación porque es muy amplio, pero si nos gustaría dar algunas pinceladas para conocer la importancia que tiene ésta en nuestros perros.

¿Cómo se comunican los perros?

A grandes rasgos, podemos decir que existen tres tipos de comunicación:

 

  • COMUNICACIÓN VISUAL: en este grupo podemos englobar toda comunicación expresada a través del cuerpo. Postura corporal, orejas, rabo, miradas… y todas las señales que hacen con el cuerpo: desviar la mirada, dar el costado, lamerse el hocico, enseñar los dientes, bostezos, etc. La comunicación visual es infinitamente amplia, y os invitamos a que profundicéis todo lo que podáis en ella porque os va a sorprender la cantidad de cosas que vuestro perro os ha intentado decir y posiblemente no hayáis sabido escuchar.
  • COMUNICACIÓN AUDITIVA: es la comunicación que más conoce la gente. Ladridos, gruñidos, gemidos… Este tipo de comunicación suele preceder a la comunicación visual. Si observamos a nuestro perro una vez hemos conocido las señales visuales, veremos como muy probablemente antes de lanzarse a ladrar o gruñir se dan una serie de señales corporales. Es una comunicación que las personas tienden a castigar, y deberíamos entender que NUNCA se debe castigar o reñir un proceso de comunicación, ya que puede dar lugar a problemas de comportamiento y problemas a la hora de relacionarse.
  • COMUNICACIÓN OLFATIVA: podríamos decir que es la menos conocida de las tres. Los perros utilizan el olfato para ver el mundo y recoger información. Y también para comunicarse entre ellos. Seguro que habéis observado en muchas ocasiones, cuando hay dos perros por ejemplo y uno de ellos “hace pis” el otro va allí, lo huele y hace él también. Son señales químicas en las que hay infinidad de información sobre ellos, y es una manera muy buena de conocerse que no requiere ese contacto que a muchos perros puede resultarles intimidante al principio. Por ello, es super importante y beneficioso que dejemos a nuestros perros olfatear, incluso aunque nos pueda dar “asco” que huela los pises de otros perros.

 

Y ahora que sabéis un poco más sobre comunicación, volvamos al tema de las relaciones.

¿Cómo se adquieren las habilidades sociales y la comunicación?

Existen muchos factores que pueden influir en esta cuestión.

El primero y muchas veces el más importante, es el tiempo que el perro ha pasado con su madre y sus hermanos y la calidad de este tiempo, por supuesto. En ocasiones nos parece una tontería y la mayoría de la gente (e incluso algunos criadores) no se paran a pensar en ello.

La madre y los hermanos son fundamentales en el proceso de aprendizaje de los perros. Durante el tiempo que pasan juntos aprenden cómo interaccionar de forma correcta o cómo jugar con otros perros.

Nos encontramos en ocasiones, perros que han sido separados de la madre muy pronto, y que por lo tanto tienen múltiples carencias en su desarrollo psicológico. Evidentemente, este no es un factor determinante. Existen individuos separados tempranamente de la madre y que aun así poseen fantásticas habilidades sociales.

Pero es importante conocer este hecho para evitar esa separación temprana en la medida de lo posible.

Como hemos dicho, existen muchos factores que influyen en el desarrollo de las habilidades sociales, pero si tuviéramos que elegir uno importante donde nosotros podemos poner de nuestra parte, ese sería la necesidad de una socialización adecuada.

Una vez que el perro llega a nuestra casa es necesario que planeemos salidas donde se relacione con otros perros. Aunque en este apartado no todo vale.

No es cuestión de llegar con nuestro perro y soltarlo en medio del parque junto a otros veinte perros. Lo que para un individuo puede ser una socialización adecuada y productiva, para otro puede ser algo muy difícil de llevar y contraproducente.

Aquí entra en juego la observación y nuestro conocimiento sobre comunicación canina. Observando lo que nuestro perro quiere decirnos sabremos si la socialización es adecuada, si debemos ir más despacio, si necesita perros más tranquilos, etc.

Siempre debemos ajustar las sesiones de socialización a cada caso individual, atendiendo a factores como la duración de las sesiones, el lugar donde las realizamos, la manera en que las realizamos, con quien las realizamos, la frecuencia, etc.

Parece muy complicado, y en algunos casos puede llegar a serlo, pero es algo que todos aquellos que convivimos con un perro debemos intentar proporcionarles.

Consecuencias de una mala socialización

La consecuencia de no hacerlo sería lo que se conoce como aislamiento social. Vemos con demasiada frecuencia dueños de perros que evitan a toda costa cruzarse con cualquier perro durante los paseos.

Los motivos son muchos: “es que se pone muy burro”, “es que el mío es muy pequeñajo”, “es que ladra y gruñe”… la mayoría de veces en estos casos buscamos ahorrarnos un momento tenso tanto a nosotros mismos como a nuestros perros, bajo su punto de vista.

Y aunque tampoco es agradable ir saludando a cada perro que nos encontremos en un paseo, ¿nos paramos alguna vez a pensar cómo repercute en nuestro perro este aislamiento de su propia especie, esa cárcel sin barrotes?

Este mismo ejemplo se podría aplicar a aquellos perros “de finca” que viven solos la mayor parte de su vida. Si estos perros pudieran hablarnos, seguramente preferirían poder pasar un rato en compañía de algún amigo perruno por encima de cualquier otra cosa.

Las consecuencias negativas de una socialización escasa o mal realizada pueden ser bastante serias.

En ocasiones tardan semanas o meses en manifestarse, o peor aún, se enmascaran de maneras que muchas veces ni nos imaginamos. Problemas como agresividad, miedo o reactividad son fácilmente achacables a un problema de socialización pobre.

Pero en ocasiones se llegan a crear, por culpa del aislamiento social, problemas como obsesión con ciertos objetos (pelotas, palos, piedras…), desarrollo de estereotipias, ladridos sin razón o sentido aparente, etc.

Por no hablar de las repercusiones a nivel de salud: perdida o falta de apetito, un incremento en los niveles de estrés, y en los casos más graves una depresión o apatía intensas. La lista de problemas que puede generar la falta de socialización es muy larga.

A veces no nos hacemos una idea de los problemas que se pueden solucionar o mejorar cuando nuestro perro tiene un colega canino con el que compartir momentos y experiencias.

La buena noticia es que muchas veces está en nuestra mano prevenir o ayudar a superar estos problemas a nuestros amigos caninos, y por supuesto, si tenemos preguntas, es recomendable buscar ayuda profesional, siempre asegurándonos de que dicho profesional trabaja con técnicas amables para nuestro perro.

En definitiva, todos los que convivimos con perros deberíamos entender las relaciones sociales de nuestros compañeros como una necesidad básica más, igual de importante que comer, beber o descansar.

Tenemos que darnos cuenta de que, a día de hoy, decidimos muchas cosas por nuestros perros: cuándo come, cuándo sale, con quién se relaciona, cuándo se relaciona, etc. Por lo tanto, es fundamental que no nos olvidemos de esta necesidad que muchas veces puede suponer la diferencia para que nuestro perro sea un perro feliz y equilibrado.


¿Qué os ha parecido?, ¿qué tal se relacionan vuestros perros con los demás?, puedes hacer tu aporte en los comentarios.

 

error: Este contenido está protegido