¿Quiero que mi perro me obedezca?

El otro día estaba viendo una película de guerra.

Una de esas de los EEUU contra el resto del mundo donde ellos siempre ganan y los demás son los malos.

Una de esas.

No recuerdo el título.

Pero para lo que voy a contar, eso no importa.

Pues resulta que los soldados americanos iban por un desierto (Afganistán, Irak, o por ahí), en una fila muy ordenada por una carretera de tierra de esas que van por mitad de la nada.

Iban con sus camiones y sus blindados y todos esos chismes con ruedas (o sin ellas) que usan cuando van a la guerra.

Todo en color muy caqui.

A juego con el paisaje.

Y todos los vehículos llenos de soldados armados hasta el bigote.

Pues uno de los jefazos, un capitán o lo que fuera, da una orden por un walkie a un soldado del convoy:

 – Cabo Kowalski, permanezca atento y dispare contra todo lo que se mueva.

– ¡SÍ, SEÑOR!.

Esto hay que decirlo siempre gritando, aunque el que te da la orden esté pegado a tu  cara.

Eso lo he aprendido viendo películas de soldados que están en la escuela de hacer soldados, cuando aun no están en la guerra.

Al poco se empiezan a oír disparos por todos lados.

Los del convoy se detienen y tratan de ponerse a cubierto.

El capitán (o lo que fuera) recibe una alerta por radio.

– Capitán, uno de sus hombre está disparando contra mi unidad, que está apostada en la colina para cubrir su avance  y protegerles.

– ¡¡¡KO-WALS-KI, ALTO EL FUEGO, QUÉ ESTÁ HACIENDO!!!.

Cumplir sus órdenes, señor. Esos soldados a los que disparo se han movido.

JUAJUAJUAJUAJUAJUAJUA

Qué cachondo, el Kowalski.

Se han movido.

El soldado Kowalski sabía que disparaba contra sus propios compañeros.

Y que en realidad eso no es lo que tiene que hacer.

Entra en cualquier cabeza.

Pero.

Al soldado se le enseña una cosa, una muy importante: no pienses.

Tú solo obedece.

No estás en el ejército para pensar, sino para obedecer.

Así que es lo que está haciendo Kowalski: obedecer una orden estúpida.

Es un buen soldado.

A pesar de que está liquidando a sus propios compañeros, nadie le puede reprochar nada.

Ha recibido una orden directa y clara, y la sigue al pie de la letra.

Sin pensar.

Y este es el resultado de creernos que vamos a saber dar las órdenes correctas en el contexto adecuado.

Y de empeñarnos en que el “inferior”, el que no sabe, el que no debería pensar por su cuenta porque “no se le da bien”, simplemente obedezca.

Que la cagamos.

Los perros no son soldados.

Y resulta que pensar se les da bastante bien.

Y a menudo saben cosas que nosotros no sabemos, por lo que toman buenas decisiones.

Pero la mayor parte de la gente se empeña en enseñarles montones de órdenes y en presionar todo lo necesario para que las cumplan sin rechistar.

Y sin pensar.

Y al final hay heridos.

O simplemente sale todo mal.

Bueno.

Tengo un servicio en el que aparco la obediencia, que no hace falta, y enseño a que tu perro piense y tome decisiones.

Decisiones habitualmente correctas que facilitan la convivencia.

Además, cuando al perro le das esa oportunidad, muchos de los problemas de comportamiento desaparecen.

Porque provenían de tus esfuerzos por controlarlo todo a base de órdenes.

Y de tratarle como lo que no es: un soldado.

Si piensa y toma decisiones, se le trata como lo que es: un perro.

Si te atrae el planteamiento, puedes suscribirte.

Para los fans de Kowalski, hay otros sitios.

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