¿Tu perro se porta mal?

El otro día he leído una noticia interesante.

Hablaba sobre la relación entre la serotonina, ciertas enfermedades inflamatorias del intestino y la prevalencia de la depresión en las personas que las padecían.

Vale.

De un primer vistazo puede sonar a ladrillo de los gordos.

Pero te lo explico muy fácil y rápido.

La serotonina es una sustancia que usa el cerebro para comunicar cosas al resto del cuerpo.

(Que me disculpe si hay algún médico en la sala por lo que acabo de escribir y lo que voy a poner más abajo. Hay que contarlo sencillo).

Y entre otras acciones, regula el estado de ánimo del individuo.

O sea, si tienes la serotonina alta, el mundo es un sitio guay, ves los vasos a desbordar de agua, y todo te parece tan genial que habrá quien te pregunte que qué has fumado que él quiere pillar un poco también.

En cambio, si tienes la serotonina baja, el mundo es una mierda muy gorda, vas rompiendo vasos por el camino, y Miércoles Adams es una loca de los cup cakes a tu lado.

Vamos, que incluso te deprimes (en el sentido médico del término, no en el coloquial).

Y eso sin que cambie nada del entorno en el que estás.

Todo dentro de tu cabeza.

Totalmente fuera de tu control.

La gracia del artículo es que la serotonina se fabrica en el intestino.

Y si el intestino tiene una enfermedad chunga crónica, lo mismo no fabrica serotonina.

¿Ves por dónde voy?

Tienes mal la tripa y encima te entra una depresión.

La naturaleza puede ser muy cabrona, ¿verdad?

Ahora viene el triple salto mortal: este mecanismo (serotonina/intestino/cerebro/estado de ánimo) es exactamente igual para los perros.

Clavado.

Bueno, no tenemos modo de demostrar una depresión clínica en un perro, pero que la serotonina baja provoca cierto tipo de conductas poco deseables sí es demostrable.

Y un perro puede tener una alteración intestinal crónica (no muy evidente) por muchas razones.

Como un alimento de mala calidad.

Por ejemplo.

El resultado final es que se portará “mal”.

Estará irritable, triste, caprichoso, impulsivo, incluso puede que cabreado todo el día.

Y el mensaje que vas a recibir del entorno, incluso de muchos profesionales, será “es muy dominante, tienes que someterle”.

O peor, “tú eres muy blanda y le tienes consentido, por eso se porta así”.

Porque esos profesionales tienen los mismos (pocos) conocimientos que tú, solo que lo disimulan muy bien.

Y porque no se preguntan la razón por la que un perro actúa como lo hace.

O si se lo preguntan, tienen siempre la misma respuesta: intenta dominar el mundo.

Y luego te empujan para que tú le domines a él.

Al perro.

No al adiestrador.

(Aunque esto último sería gracioso, pagaría por verlo).

Esto es solo un ejemplo de lo necesario que es realizar un abordaje global de la conducta, y preguntarse porqué ocurre lo que ocurre.

Y dejar de centrarse en la conducta problema para realizar cambios en otros niveles.

Como la alimentación.

O el descanso.

O el modo de paseo.

O las herramientas que se usan con el perro.

Muchos no ven esto.

No lo saben.

O no lo consideran importante.

Lo importante es que el perro se porte bien.

Mi asesoramiento no sirve para que tu perro se porte bien.

Sirve para lo realmente importante: poner a tu perro en el centro y priorizar su bienestar por delante de todo.

El resto viene solo.

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