Quiero que mi perro me haga caso

Cuando iba al instituto, se hacía un viaje de fin de curso con toda la clase.

Y con algún pardillo de profesor que se comía un marrón importante al tener que cuidar de 40 adolescentes medio locos y subidos de hormonas en un país extranjero durante 10 días.

A mí me tocó Italia.

Y tenía 16 años.

Es todo un planazo.

El caso es que si alguna vez vas por allí, Florencia es un flipe, a mí me gustó un montón.

A ver, he estado más veces en Italia y tiene muchos sitios estupendos.

Pero recuerdo Florencia con mucho cariño.

Bueno.

El caso es que en algún momento del viaje, puede que en Florencia o puede que en otra ciudad, nos dejamos caer unos cuantos por una tienda que vendía zumos.

Es todo lo que tenían, zumos de fruta.

Te los preparaban delante de ti, cortaban la fruta, la convertían en zumo, y te daban un vaso lleno.

Y luego te cobraban 300 pesetas.

Que son 1,80 euros.

Pero de hace 30 años.

Una pasta.

Como si te piden 6 euros ahora por un zumo.

Pues ahí estábamos, haciendo cola para pedir un zumo.

El chico que te atendía era un chaval joven, no mucho mayor que nosotros.

Piel tostada.

Pelo rubio.

Melenita por los hombros.

Ojos azules y brillantes.

Sonrisa amable.

Vamos, que estaba muy bueno.

Así que por alguna “extraña” razón, la cola empezó a crecer y solo había chicas en ella.

Cuando me llega el turno, pido mi zumo.

Era de fresa y manzana.

Salgo y me lo bebo.

300 pesetas de zumo. Qué caro. Pero está rico…..Voy a pedir otro.

Y vuelta a la cola.

Es lo que tiene ser atractivo.

Que atraes a los demás.

Aunque racionalmente no tenga sentido.

Cuando tienes un “algo” que te hace magnético, automáticamente los demás quieren estar contigo.

Y ahí es donde muchas personas fallan con sus perros.

No solo no tienen ningún atractivo, sino que parece que se esfuerzan por ser lo más repelentes posible.

Y así sus perros no quieren estar a su lado.

Y las personas no entienden porqué.

No viene cuando le llamo.

No me hace ni caso.

Si le suelto me tiro dos horas para atarlo.

Le hace más caso a las mariposas que a mí.

Lo dicen así, como con resentimiento.

Sin darse cuenta de cuál es el mensaje.

Si en lugar de presionar al perro para que haga lo que quieres, te esfuerzas en mejorar tu atractivo, tu perro vendrá solo.

Sin obediencia, entrenamientos ni obligación.

Sin sobornos.

Te hará caso.

Querrá estar contigo.

Aunque le cobres 300 pesetas por un zumo.

¿Qué no sabes por dónde empezar?

Pues tengo un servicio donde puedo orientarte.

Los perros suelen contarme porqué las personas con las que conviven no les atraen en absoluto.

Y según lo que me diga, te cuento lo que tienes que hacer.

No sobre el perro.

Tu perro ya es muy atractivo.

Sobre ti mismo.

Si quieres resultar más interesante que un posavasos, empiezas por aquí.

Dale al botón, y a ver qué pasa.

Esto no sirve para los que están convencidos de que son George Clooney, claro.

error: Este contenido está protegido