Y que solo te haga caso a ti

 

 

Me llega por varias vías el enfoque que se extiende como mancha de grasa turbia por aguas cristalinas.

El modo infalible de que tu perro te haga caso, de que esté bien educado, de que se porte como tú quieres.

Es que seas El Centro.

Así, tal cual, con mayúsculas.

Si te conviertes en El Centro, él orbitará a tu alrededor cual luna de Saturno.

(Donde tú eres Saturno, por si tenías alguna duda)

Así que ya hemos fijado el objetivo.

Tu perro debe pasear mirándote con adoración.

Todo el rato.

Piénsalo, es un chollo.

Con un solo objetivo, barres de un plumazo todos los problemas.

¿Que tira?

Ya no, no puede si te va mirando todo el rato.

¿Que ladra a otros perros?

¿Perros, qué perros, si solo te ve a ti?

¿Que persigue bicicletas?

Como si le pasan por encima. Mientras no te pasen por encima a ti, ni las verá.

Y así todo.

Qué sencillo ¿verdad?

Qué práctico, qué cómodo, qué elegante.

Qué pedazo de mierda de idea.

Pero igual ya te la han susurrado al oído, y no te sonaba del todo mal.

Y te preguntas, ¿cómo se consigue eso?

Te cuento las dos maneras.

Tienen sus variantes, y tal, pero son eso, variantes.

Manera Número Uno para conseguir ser El Centro (de atención) para tu perro.

Para ser lo más atractivo del mundo mundial.

Qué demonios, para ser lo único atractivo de todo el paseo.

Ofrecerle algo que desee intensamente.

Aquí puedes usar un juguete de esos que crean adicción, o comida.

Según cómo sea tu perro, le entrará una cosa o la otra.

(O ninguna, pero eso te lo cuento más tarde)

Manera Número Dos para lograr ser El Centro.

Tengo un collar -estrangulador- y sé cómo usarlo, así que cuidado con mirar a otro lado que no sea yo”.

Puedo adornar esto todo lo que tú quieras, pero seguro que pillas la idea.

Como la Manera Número Dos cada vez es menos popular, porque por mucho que lo camuflen, se sigue llamando collar estrangulador (o de pinchos, o
eléctrico) por algo.

Pues lo habitual es que te cuenten la Número Uno, que suena bien.

Qué daño puede hacer convertir a tu perro en un ludópata obsesivo.

O cebarle a comida cada tres pasos.

Ninguno.

Él parece feliz, y tú también lo estás.

Todos contentos.

Pero…

Siempre hay peros.

Cuando tu perro dice que prefiere ladrar y tirar de la correa a jugar con una pelota.

O mejor, que la comida te la puedes comer tú, que a él en ese momento no le apetece.

Entonces el profesional tiene un problema.

¡Qué va!, está todo previsto.

El profesional sabe que esto ocurre a menudo, y entonces saca el discurso de “tu perro es especial”.

A veces usa primero el de “tiene que ayunar tres días para darle valor a la comida”.

Pero vamos, que te suelta el ya estudiado discurso de que tu perro es diferente, que es más dominante, que es más rebelde (este encaja muy bien para ciertas razas), y pasa a endosarte, a menudo sin tu autorización, la Manera Número Uno.

A ver, vamos a ponernos serios.

¿Te has fijado en que, tanto con la Manera Número Uno como con la Número Dos, tú no eres El Centro?

¿Y de que la finalidad real de esta pantomima es ejercer un control férreo sobre tu perro en todo momento?

Para mí que quienes ofrecen esto tienen un serio problema de autoestima, y necesitan validación exterior constante.

Aunque sea de un pobre perro.

Bien. No sé cómo estará tu autoestima.

Pero desde ya te digo que puede subir, y mucho, si en lugar de volverte loca tratando de manipular (o de romper) a tu perro, te centras en ayudarle.

En ofrecerle alternativas.

En cubrir sus necesidades.

Y en hacer la vista gorda con sus (asquerosas) costumbres de perro.

Porque entonces serás su amiga.

No El Centro.

Pero sí alguien con quien quiere contar, junto a quien quiere estar, y en quien confía.

No sé si a ti te bastará, pero para mí ha sido más que suficiente durante años.

Y cuanto más dejo que fluyan las relaciones con mis perros con este enfoque, más me satisface.

Y mejor me siento conmigo misma.

Podrías pensar que solo me sucede a mí, que soy “diferente” a todos.

(¡Anda, como tu perro!)

Pues me consta, por comentarios que me hacen con frecuencia, que no es así.

Que muchas personas sienten que se han quitado un gran peso de encima.

Y que sus perros los miran de otro modo desde que han dejado de intentar controlarles.

Y han dejado atrás lo de ser El Centro.

Así que este es el resumen de la educación canina: 

Si necesitas desesperadamente controlar a tu perro, cientos de profesionales estarán a tu disposición para explicarte cómo lograrlo.

Pero si eso de tanto control te agobia, y solo deseas un amigo con el que compartir buenos ratos (y a veces algunos malos, de eso va ser amigos)

Pues vas a tener que mirar en otro sitio.

Por ejemplo, en esta suscripción.

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Pocas cosas en esta vida son más sencillas, así que ya estás tardando.

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