Cómo educar a tu perro para que no tire de la correa

 

Cuando sales a la calle con tu perro, todo son fiestas y alegría.

Le pones su arnés o collar, le colocas la correa, él salta y da vueltas y gimotea, tú vas contenta porque le ves feliz…… y en cuanto pone una pata en la calle, vuelve a las andadas.

Te lleva remolque por la acera como si fueras un carrito.

Tira y tira, a veces hasta se ahoga y tose, pero solo se toma un respiro para volver a recibir aire y luego a la carga de nuevo. Sigue tirando.

Si tu amigo pesa dos kilos, puede parecer hasta mono (dominante, lo clasificarían algunos).

Pero si pasa de los diez, es bastante incómodo.

Y si anda por los treinta kilos, es directamente peligroso.

Además de generar problemas físicos (las repetidas tensiones sobre un hombro terminan produciendo tendinitis en esa zona), esa alegría con la que salías de casa se ha esfumado.

Ahora solo hay estrés y molestias.

Te sientes zarandeada  y ninguneada.

No importa lo que digas o hagas, tu perro se concentra solo en tirar de ti.

Y como esa situación repetida día tras día se vuelve cada vez más frustrante y molesta, terminas por elegir entre dos opciones:

– Los paseos son cada vez más cortos. Como no soportas lo que ocurre en ellos, de modo inconsciente los vas espaciando cada vez más o acortando cada vez más, según si vives en una casa con jardín o en un piso.

– Cortas el problema de raíz, o lo intentas, poniéndole a tu amigo algún popular dispositivo que promete que tu perro dejará de tirar desde el minuto uno, sin esfuerzo ni comprensión ninguna por tu parte. A menudo te han asegurado que ese dispositivo no le hace daño, porque a ti eso te preocupa, no quieres que tu mejor amigo sufra.

Te han dicho lo que querías oír y te han prometido lo que querías conseguir, y por lo tanto lo has hecho.

En el primer supuesto, tu perro empezará a manifestar problemas derivados del aislamiento y el aburrimiento.

Con jardín o sin él, es necesario salir a ver el mundo y relacionarse con otros seres vivos.

Y esos problemas serán tan molestos o más que los creados por la tensión de la correa.

En el segundo supuesto pueden darse dos situaciones:

– Has conseguido tu objetivo, y tu perro ya no tira.

Enhorabuena.

Pero ten muy claro que si has usado un collar de pinchos o corredero o eléctrico o con cuerdas que aprietan y se desplazan cuando el perro tira, y lo has logrado, es porque esos dispositivos le están haciendo daño y  provocando miedo.

Y por eso ha funcionado.

Puede que estés satisfecha, o puede que empieces a notar algunos cambios de conducta (a peor) en tu perro, como que está más irritable (o directamente agrede) a otros perros, o que ladra por todo, o que no quiere salir a la calle, o que cuando le sueltas se aleja de ti todo lo que puede.

Son los efectos colaterales de esas herramientas.

Conseguiste lo que querías, pero había que pagar un precio.

Y si no ha funcionado, que es lo más habitual, entonces estás como antes.

O puede que peor, porque a menos que lo retires, esa herramienta que llevas sigue teniendo efectos colaterales.

Con lo que tu perro, además de tirar, va a añadir comportamientos conflictivos e incluso de agresión a su repertorio.

Sí, ese collar que parece no estar haciendo nada, en realidad sí que hace algo, aunque no lo que te habían prometido.

 

Enseñar a tu perro a no tirar

 

“¿Y qué hago entonces? Porque así no podemos seguir”.

Totalmente de acuerdo.

Si un perro tira de modo constante durante el paseo, ni él es feliz, ni tú puedes disfrutar plenamente de su compañía.

Por desgracia, contradiciendo a los que te venden herramientas mágicas, no hay un consejo simple que pueda darte para resolver este problema.

Porque no necesitas consejos, necesitas una solución.

Y esa solución va a exigir esfuerzo y dedicación por tu parte.

No hay atajos ni respuestas estándar “vale para todos”.

Si quieres conseguir que tu perro deje de tirar de la correa, debes empezar por la base.

INCISO: si tu perro tira OCASIONALMENTE de la correa, en momentos puntuales y claramente identificados, podemos considerarlo algo totalmente normal.

La correa es un elemento de restricción, y si en un momento concreto, tu perro, como ser vivo y con emociones y sentimientos que es, se excita o altera o enfada por algo, es muy posible que trate de moverse bruscamente hacia delante (o hacia atrás), y la correa se lo impide, por lo que la tensará.

En ese supuesto, tienes que valorar si merece la pena trabajar el estímulo que tanto le altera para que pueda permanecer razonablemente calmado cuando aparezca (y por lo tanto los tirones bruscos desaparecerán o disminuirán de intensidad y frecuencia), o por el contrario, basta con alejarse de ese estímulo.

Te pongo un ejemplo.

Uno de mis perros se lanza a por los gatos.

Yo he optado por evitar a los gatos.

Puedo dar la vuelta o cambiar de acera, o incluso acercarme yo sola al gato y alejarlo.

Con eso me basta.

A otras personas puede que no y entonces habrá que trabajar la presencia de ese estímulo.

Pero no encuadramos esa conducta como “perro que tira”, por lo que todo lo que viene a continuación no sería aplicable.

 

Pasos para enseñar a tu perro a caminar con correa

 

Ahora sí, vamos al meollo del asunto.

El primer paso que debes seguir para modificar el hecho de que tu perro tira de la correa es preguntarte porqué lo hace.

Las herramientas mágicas no preguntan porqués.

Solo atacan la consecuencia.

Por eso a menudo fallan.

Si yo grito como una loca cuando se me acerca una avispa, que me amordaces evitará que grite.

Pero sigo estando fatal cuando se me acerca una avispa.

Así que seguiré haciendo ruido (o intentándolo), o lo más probable, empezaré a desarrollar otras conductas aun peores en presencia de avispas, como dar manotazos a mi alrededor (sin conocimiento), subirme a los muebles (o meterme debajo de ellos), o salir corriendo en cualquier dirección si estoy en un espacio abierto.

Desde luego no me quedaré tan tranquila con la mordaza puesta.

Aunque seguramente ya no se me oiga gritar.

Así que si determinas la razón (o razones) por la que tu perro tensa tanto la correa, tendrás la clave sobre la que trabajar para que deje de hacerlo.

Sin herramientas mágicas.

Sin dolor ni miedo.

Eso sí, con esfuerzo, constancia, y a veces mucha paciencia.

Vamos al grano.

 

¿Por qué tiran los perros de la correa?

 

La respuesta corta a porqué los perros tiran de la correa es “porque les funciona”.

Si lo hacen y consiguen algo que les ayuda o que desean conseguir, funciona. Y por lo tanto seguirán haciéndolo una y otra vez.

Así que tu primer trabajo es observar.

Tómate tu tiempo, y observa varios días.

¿Qué consigue tu perro cuando tira?.

El matiz que debes valorar después es si le funciona a nivel “consciente”, es decir, es un aprendizaje, o si funciona a nivel “inconsciente”, o sea, logra algo que necesita lograr pero no lo ha “razonado”.

Me explico.

Un perro puede tirar porque así llega antes a jugar con sus amigos.

Eso lo ha aprendido, y al ceder y “seguirle” se lo has reforzado.

Le funciona, y lo hará cada vez con más fuerza.

O puede tirar porque intenta huir de un estímulo externo que le da miedo, y en la calle se siente muy inseguro.

Si tira irás más rápido, y si se va más rápido se llega antes a casa.

No lo ha razonado ni aprendido, pero le funciona: está menos tiempo expuesto al estímulo que le atemoriza.

Una vez hecha esta diferenciación, paso a enumerarte las causas más frecuentes por las que a un perro le funciona el tirar de la correa:

Exceso de energía física

 

Es difícil evaluar cuándo de verdad un perro tiene un exceso de energía física.

Sea de la raza que sea.

Está claro que si sale cuando hace buen tiempo, cuando tienes tiempo o ganas, o los domingos, entonces seguramente sí, hay un exceso de energía física (por mucho terreno que tenga “para él solo” el resto del tiempo).

Pero si le sacas dos o tres veces al día, al menos media hora cada vez, y le permites un rato ir suelto en una zona segura para que él decida si quiere correr a lo loco o prefiere olfatear matorrales, entonces posiblemente no haya un exceso de energía.

Sea de la raza que sea.

Si crees que este es el problema, y le sacas el tiempo mínimo necesario y las veces mínimas necesarias, entonces probablemente sea el modo en que paseas o lo que haces durante el paseo lo que le deja “a medias”.

No te apalanques en el parque para perros (eso lejos de cansar, excita y altera, y un perro excitado es un perro que tira).

Incluye juegos de nariz en cada paseo.

Trata de variar las rutas y camina al ritmo que él marque.

Con eso debería bastar para mantenerle cansado (que no agotado) y satisfecho, y por lo tanto no necesitará tirar.

 

Exceso de energía “mental” (excitado/hiperactivo)

 

A lo mejor te han dicho que tu tipo de perro es muy inteligente y muy activo, y necesita que le metas caña para cansarlo.

Que tiene que hacer agility, salir con la bici, perseguir la pelota, lanzarle un frisbi dieciocho mil veces y enseñarle mil trucos de obediencia.

Porque si no no se cansa y será hiperactivo.

Y lo haces.

Pero aun así parece hiperactivo.

Nunca se cansa y tira de la correa constantemente.

Pues es hora de dejar de hacer cosas.

Si tu perro realizar actividades activadoras a todas horas, estará activo a todas horas.

Y un perro activo seguramente tire de la correa, porque le impide estar activo.

No está mal que haga agility o persiga un rato la pelota.

Es el modo en que se hace, o la duración e intensidad de estas actividades, lo que trastorna a cualquiera, sube mucho el estrés, y desemboca en problemas diversos, entre ellos tirar de la correa.

Piensa que el paseo es una actividad en sí misma, si se hace variado y enriquecido, ya es un gran estimulante mental.

Y puedes plantearle a tu perro en casa actividades mentales que mantengan despierta su inteligencia, y que le relajen.

No le hiperestimules pensando que así estará más tranquilo o será más feliz.

Precisamente es su actitud la que te dice que le sobran estímulos.

Se pueden hacer cosas inteligentes sin estar recibiendo estimulación constante, 🙂

Así no tirará de la correa.

 

 Atajar para llegar antes a un sitio concreto

 

Éste es un problema muy común.

Has enseñado a tu perro (sin darte cuenta), que el paseo consiste en ir deprisa durante quince minutos a un parque canino estupendo que hay por tu zona, donde puedes soltarle, estará con sus amiguetes, podrá jugar durante una hora, correr a lo loco, y a lo mejor perseguir alguna ardilla.

Y cavar hoyos, recoger algún trozo de comida, correr por la valla ladrando a los perros que llegan, discutir un poco por lo bajo con alguno que le cae mal, perseguir alguna pelota ajena, pegarse un rato a la que reparte galletas sin conocimiento…..

Vamos, todo diversión.

Y tú entre tanto, relajada y tranquila porque es un sitio seguro donde tu amigo se lo pasa estupendamente.

Te sientas una hora con otros dueños, charlas un rato, y para casa.

Llega super relajado.

Pero el trayecto de ida es un tormento.

Porque te arrastra como una locomotora.

Por si no lo has notado tras la descripción anterior, se lo has enseñado tú.

El tramo entre tu casa y el parque es un mero trámite, y cuanto más corto sea mejor.

Y la correa impide que sea corto, tiene que tirar para ir rápido.

Además, seguramente tú le has llevado rápido desde el primer día, deseando soltarlo para que juegue, corra y socialice (y llegue cansado a casa).

Si quieres resolver esto, tendrás que enseñarle otra cosa.

Y es posible que te cueste bastante, si lleva haciéndolo mucho tiempo.

Cambiar un hábito es duro.

Tendrás que prescindir del parque canino en algunos paseos, planteando otros recorridos.

Y no quedarte en el mencionado parque una hora, sino solo un rato (diez o quince minutos, por ejemplo), y luego continuar paseando por otros sitios.

Cambia de recorrido y conoce otros sitios.

Sí, aunque tenga que ir atado.

Camina despacio y convierte el camino en sí mismo en el objetivo.

No hay meta ni prisa por llegar a ningún sitio.

Si fuera del parque pasan también cosas interesantes, y hay opciones además del parque, llegar a ese parque ya no será algo tan acuciante.

Menos tensión en la correa.

 

Huir de estímulos externos que le asustan

 

Este problema es muy común.

Y muy complicado de manejar.

Este tipo de perros se reconoce porque tiran mucho, tanto a la ida como a la vuelta del paseo.

Si te fijas, es posible que a la vuelta tiren aun más.

Quieren volver a casa lo antes posible.

En casa se sienten seguros

En la calle no.

Ellos huirían, de hecho es lo que hacen, pero la correa se lo impide, así que la llevan siempre tensa.

Además, son perros que si les llevas un día a un paseo de campo, en sitio totalmente rural, aislado y desierto, cambian de conducta.

Y prácticamente no tiran.

Están intentando escapar de los estímulos urbanos.

De todos.

Y tú se lo impides.

Para corregir esta situación, tienes un gran trabajo por delante.

Porque aquí sí es muy claro que el tirar de la correa es uno de tantos síntomas.

Hay que trabajar ese miedo generalizado, desde casa hacia el exterior.

Es posible que tengas que tomarte unas “vacaciones de paseo” mientras trabajas otros aspectos de la relación.

O que tengas que salir de casa al coche, y del coche al campo, para darle una tregua de estímulos mientras trabajas otras cuestiones.

Posiblemente te lleve meses, y es necesario seguir un plan definido y claro, con objetivos concretos y graduales.

O sea, que necesitas ayuda profesional.

En cuanto mejore el miedo generalizado, bajará la tensión de la correa.

Porque ya no tendrá tanta urgencia por huir de todo.

 

Huir de otros perros/personas

 

Es una variante de la situación anterior, pero más focalizada.

Hay perros que tienen miedo de otros perros y/o de las personas desconocidas, y en un entorno urbano ven bastante de todo eso.

Y a menudo perros y personas les invaden el espacio constantemente, por lo que intentan huir.

Con el tiempo intentan huir anticipando esa invasión, y si hay personas y perros por todos lados, tiran de la correa constantemente tratando de evitar esa invasión.

No es tan complicado como el caso anterior, pero se trabaja igual.

Con paciencia, objetivos, gradualmente, y seguramente con ayuda profesional.

 

Alejarse de un estímulo interno que le da miedo (dolor)

 

Lo sé, suena muy raro, pero ocurre bastante, el  perro no está razonando, está intentando hacer algo.

Muchos perros tienen problemas físicos que les producen dolor.

Puede ser una cuestión articular, o una enfermedad hormonal, por ejemplo.

Y no se quejan.

De hecho en general hacen vida (casi) normal.

Pero el dolor crónico les lleva a querer moverse mucho y deprisa.

O a no querer moverse en absoluto.

En el primer caso, el cuerpo produce endorfinas que les ayudan a sobrellevar el dolor.

En el segundo, bueno, es obvio, si a tu perro le duele si se mueve, intenta no moverse, y te empeñas en que caminen, así que tira para ir lo más rápido posible y terminar antes.

No descartes esta opción porque nunca le hayas visto cojo ni quejándose.

El dolor crónico no se manifiesta del modo que esperamos que se manifieste el dolor.

En estos casos si manejamos bien el dolor, o cambiamos el modo de paseo (más breves, con más nariz y menos movimiento), la tensión de la correa desaparecerá.

 

Exceso de ejercicio físico (dolor)

 

Este supuesto entronca con el anterior.

Si un perro con un problema físico (por ejemplo una displasia) es sometido a ejercicio físico intenso para cansarle o porque es de la raza X “y tiene que hacer ejercicio”, el dolor aumenta notablemente de intensidad.

Y de nuevo, para calmar ese dolor, avanzar más deprisa produce endorfinas, que mitiga el dolor.

Y entramos en un círculo vicioso: cuanto más anda más le duele, y entonces más anda.

Y para eso hay que tirar de la correa, incansablemente.

 

Exceso de estímulos externos

 

Los entornos urbanos cuentan con una elevada cantidad de estímulos olfativos, visuales, auditivos y a veces táctiles.

Esa gran cantidad de estímulos pueden provocar la huida de tu perro porque no se ve capaz (o no le apetece) gestionarlos todos, y por lo tanto tirará de la correa para volver a casa.

O le excitará y alterará porque intenta abarcarlos todos a la vez en el menor tiempo posible, y entonces te arrastrará con entusiasmo de un estímulo a otro, como un niño que va de una atracción a otra en el parque sin apenas pararse a disfrutar de ninguna.

Lógicamente no se trabaja igual un caso que otro, porque en realidad son opuestos.

En uno hay que rebajar miedos o exponer a entornos menos estimulantes (cambia el sitio de paseo, o las horas).

En otro hay que rebajar estrés y transmitir a tu perro que puede llegar a todo, pero no necesariamente en media hora, y que es más agradable detenerse en cada estímulo que tratar de captarlos todos en un instante.

 

Estrés crónico

 

Éste es uno de los problemas más comunes del perro urbano del siglo XXI.

Por diversas razones el nivel de estrés de nuestros perros está a menudo muy por encima de lo que pueden gestionar.

Y se produce una interesante reacción química: las hormonas liberadas para tratar de manejar ese estrés incitan al movimiento, y es difícil moverse constantemente si se sujetan con una cuerda.

Por lo tanto tendrás que aplicar un protocolo de reducción de estrés, en la calle y en casa.

Y como por arte de magia, la tensión de la correa desaparecerá.

 

Alejarse de ti

Ésta es dura de encajar, pero pasa.

Bastante, además.

Si tratas a tu perro como a un soldado, y le das órdenes constantemente.

Si intentas controlar cada uno de sus movimientos.

Si bloqueas cada conducta que no te parece adecuada (o sea, casi todas).

Si le gritas a menudo.

Si te enfadas por todo o intentas educarle mediante castigos.

Tu perro intenta alejarse de ti.

Y la correa se lo impide.

Por lo tanto, la tensa.

Si crees que éste es tu caso, te toca hacer autocrítica y empezar a cambiar.

De perspectiva, de modo de educar, de prioridades, incluso puede que de emociones.

Porque tu perro tiene que pensar que a tu lado es el mejor sitio del mundo, y si ahora mismo no lo piensa, es que hay mucho que cambiar.

 

Huir del miedo/dolor que le producen las herramientas “mágicas”

 

Sí, hay perros que tiran aun más cuando llevan un collar corredero o de pinchos.

Qué ironía, no?.

Se relaciona con uno de los supuestos que veíamos más arriba: huir de una situación dolorosa.

Si tu perro lleva un lazo al cuello, y eso hace que sienta dolor y  miedo, intenta alejarse de eso tirando.

No piensa, solo actúa.

El argumento “pues si deja de tirar ya no le dolerá” necesita razonamientos.

Y no puede razonar, porque el miedo y el dolor se lo impiden.

También puede que como el paseo le resulta tremendamente desagradable o directamente insoportable, tira para llegar a casa lo antes posible.

Aquí si hay solución “mágica”: elimina esa herramienta y ponle un arnés cómodo.

Evita los de diseño noruego, que impiden una movilidad adecuada de la espalda.

Y problema resuelto.

 

Correa demasiado corta

Igual suena de Perogrullo, pero si la correa es corta, cada vez que tu perro dé un paso y no esté sincronizado contigo, tensará automáticamente la correa.

Aquí también hay una herramienta “mágica”: una correa bien larga.

Hay perros que sí dejan de tirar con una correa de tres metros, sin ningún otro esfuerzo por tu parte, siempre que camines despacio y le dejes pararse y zigzaguear a su antojo.

Si pensabas que el modo adecuado de pasear al perro es que éste se coloque pegado a tu pierna y permanezca ahí durante una hora, como si fuera una sombra, tienes un concepto equivocado.

Puede conseguirse, por supuesto, pero exige mucho esfuerzo, sobre todo para el perro, y arruina la finalidad y beneficios del paseo, por lo que no tiene sentido esforzarse tanto para eso.

Es más rentable para los dos “darle cuerda” y adaptarte tú a sus movimientos, que exigirle a él que se adapte a los tuyos.

En todo caso la elección es tuya.

 

Y con esto termino, no están todas, pero sí las más habituales y destacadas.

Si encuentras cuál (o cuáles) es la razón que hace que tu perro tire y tire sin parar, y empiezas a trabajar sobre esa razón, en lugar de sobre el hecho de tirar en sí, en muy poco tiempo (en algunos casos) o en algunas semanas (en otros) corregirás ese problema de modo amable y respetuoso.

Y podrás disfrutar de muchos años de agradables paseos con tu amigo.

¿No crees que la “inversión” merece la pena? 

Esta idea es una de las muchas que transmito en mis correos diarios.

Son reflexiones e historias que solo pueden leer mis suscriptores. 

Si te convence y necesitas ayuda, puedes apuntarte, que entrar es gratis.

Si prefieres contratar a un fisioterapeuta, pues eso.

Hazlo.

 

error: Este contenido está protegido