Cuando escucha esto

 

 

Hace unos meses adopté una perra, que como es adulta, pues viene con sus cositas

(Resumen rápido: galgo desecho de caza, adoptada dos veces, devuelta dos veces)

De hecho, me la venden como la perra de satanás.

Que no pueda decir que no me avisaron, jajaja.

De momento lo único malo es que se levanta a las seis y pico de la mañana.

Y quiere que yo haga lo mismo.

¿Cómo?

Pues ladrando a todo pulmón.

¿Qué hago?

Madrugar, no, desde luego. Eso no va conmigo.

De entre las opciones más populares, puedo destacar ignorarla, o chistarla, o tirarle una zapatilla a la cabeza.

Lo que viene siendo aplicar el conductismo, vaya.

Pero yo prefiero aplicar lo mismo que enseño.

(Intento ser coherente en mi vida, con más o menos éxito).

Así que no hago nada de eso.

En su lugar, me levanto (refunfuñando), bajo las escaleras, y sin decir nada, la acaricio.

“¡Pero qué haces, loca! ¡Que estás reforzando que ladre! ¡Ahora cada vez que quiera algo ladrará!”

¿Oyes eso?

Es Burrhus Skinner revolviéndose en su tumba al ver lo que han hecho con sus meticulosos estudios sobre conducta.

Seguimos.

Se echa sobre mí, me presiona las piernas, suspira profundamente.

La acaricio, y la sigo acariciando, hasta que se siente mejor.

El primer día, al volverme a la cama, empezó a ladrar de nuevo.

Dos veces.

Opté por terminar mi sueño nocturno (ya diurno) en el sofá.

Se acurrucó junto a mí, y se dejó escurrir en una de las camas.

Luego se durmió hasta que yo me desperté.

El segundo día me senté en las escaleras, y la acaricié hasta que ella se separó de mí y se fue a una cama a dormir.

Yo me volví a la mía.

El tercer día hice lo mismo, pero tardó menos en decidir que ya se sentía mejor.

Doce días después, ya no me saca de la cama, se espera a que yo me levante solita.

Qué curioso, ¿verdad?

Le presto atención, la acaricio en cuanto empieza a ladrar, y en lugar de ladrar cada vez más, ladra cada vez menos.

Bien, ahora para los que viven en el mundo real, no en un laboratorio.

Lo de gestionar que un perro ladre mucho o en contextos poco agradables puede hacerse mediante el conductismo.

A veces.

Otras veces (muchas), el enfoque hay que hacerlo de otro modo, o simplemente perderás el tiempo.

Y la paciencia

(Y en mi caso, el sueño)

¿De qué modo?

Pues del modo en que le cuento a mis clientes, que casi nunca es usando el conductismo.

Así aplicas lo más adecuado para mejorar la convivencia con tu perro (ruidoso) según cuál sea vuestra situación real.

No la de un perro de laboratorio.

La vuestra.

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