Cómo sacarle provecho al parque canino

Parques caninos.

Tanto si los visitas como si no, seguro que has oído hablar de los parques caninos.

Pipicanes.

Corralitos.

Cada cual los llama como prefiere.

La idea es que la gente lleve allí a sus perros para poder soltarlos en un entorno seguro  y que socialicen, jueguen, hagan ejercicio y tal.

Pero en principio, al menos en algunos  lugares, la idea inicial no era en absoluto esa.

Resulta que hay una legislación que prohíbe soltar a tu perro en la ciudad (ni siquiera en parques grandes).

Pero esa misma ley obliga a la administración a facilitar “lugares habilitados y acotados para soltar a los perros”.

Y lo normal es que esos lugares no existiesen.

Hecha la ley, hecha la trampa;  algunos abogados tienen perros y se libran de las multas de “perro suelto” alegando justo esto.

(Tengo una amiga abogado y con perro que me lo confirma)

Y luego se corrió la voz y las multas esas no se podían cobrar.

Así que habilitaron el “lugar acotado” para ese fin.

Y así poder multar con fundamento.

Y si no, no hay más que ver uno de los parques caninos que visito de vez en cuando.

Tienen vallas de un metro de altura.

Pero por arriba.

Del metro para abajo no hay nada.

Esa valla no limita ni acota a ningún perro.

A menos que tu perro mida dos metros de altura, que igual sí.

Bueno.

He recibido fotos de parques caninos de muchos lugares, y unos cuantos son directamente un insulto.

Extremadamente pequeños.

O con vallas testimoniales.

O sin medios ni mantenimiento ni infraestructura ninguna (una fuencetita no estaría mal, señores de la administración).

O eriales sin un matojo de sombra en regiones donde te pones a 40º en verano de modo habitual.

Vamos, que se nota que pensaban en el perro cuando los hicieron.

También hago notar que algunos están muy bien, ojo.

Me temo que son los menos, supongo que con los años se irá mejorando.

El caso es que hoy quería mencionar brevemente a la otra parte implicada: los usuarios.

Muchas personas llevan a sus perros a que corran, jueguen y socialicen en el parque para perros.

Pero resulta que al final, normalmente sin darse cuenta, están consiguiendo todo lo contrario.

Su perro enloquece en el parque.

O sufre acoso y otros perros abusan de él.

O se aburre soberanamente.

O simplemente lo pasa fatal.

Porque alguien tira la pelota doscientas veces.

O alguien trae a un perro sobrepasado de estrés y “contagia” y altera a todos los demás.

 (Aunque la verdad es que no suele ser un solo perro el sobrepasado)

O alguien viene chillando con voz de pito y empieza a lanzar galletas sin ton ni son (provocando peleas).

O simplemente te pasas allí una hora al día y tu perro no tiene más alternativa que participar en la locura colectiva.

Y luego en casa es incapaz de descansar.

Y en la calle es incapaz de caminar sin tirar.

Y no puede concentrarse en nada o es reactivo con otros perros o se lanza a por coches y bicicletas.

O te arrastra literalmente al parque y nunca quiere irse a casa.

Acabas de convertir a tu perro en un yonki del parque canino.

Puufff.

Bueno.

La verdad es que la idea de base está bien, pero a menudo se usa el parque más por comodidad que porque realmente sea útil.

Cada perro y cada momento es diferente, pero a grandes rasgos, llegar al parque a toda pastilla (o ir hasta la puerta en coche, que mucha gente lo hace), soltar al perro, juntarse en un banco a cotorrear con otros dueños y a la hora y media salir de allí y pensar que todo está bien es ser poco realista.

Bueno, tú has socializado un montón, eso sí.

Pero tu perro está medio loco, o loco del todo.

Demasiados estímulos.

Demasiadas situaciones sociales que gestionar en poco tiempo.

Demasiados olores en un espacio reducido.

Demasiado contacto (inevitable) con perros que tienen problemas de verdad con la presencia de otros perros.

Demasiado.

No me extiendo más.

Por si te preguntas, ¿y entonces qué?

Te cuento cómo uso yo los parques caninos.

Los que tienen un cierto tamaño, claro, los parques para gallinas para otro día.

Llego allí con mis perros.

Si puedo, recorro la valla antes de entrar, en paralelo.

Así los que están dentro nos van viendo.

Y yo les veo a ellos y valoro qué tal están.

No meto prisa, dejo que empiecen a saludarse a través de la valla.

Observo qué piensan mis perros de los que están dentro.

Si todo va bien (suele ir bien), vamos a la puerta y entramos.

Y empiezo a desplazarme por el perímetro del parque.

O sea, pegada a la valla, pero por dentro.

Y en sentido contrario a donde se aglomeran el resto de personas.

Así los que quieran venir a saludarnos, pueden hacerlo.

Pero evitando la masificación que hay en torno a las personas que están haciendo grupitos con varios perros que se pegan a ellos pidiendo “sácame de aquí sácame de aquí sácame de aquí”.

Mis perros van oliendo lo que consideran.

Y saludando a los perros que se aproximan, que suelen ser muy pocos, lo que facilita las relaciones.

Saludar a 8 personas a la vez no es sencillo, agobia un poco.

Seguramente ocurra lo mismo si tienes que saludar a 8 perros a la vez.

(Y alguno no parece estar muy bien de la cabeza)

Sigo caminando lentamente por el perímetro, y me paro cuando veo que se detienen.

Rodeo todo el parque por la parte más periférica.

Si alguno de mis perros se pone a jugar, espero.

Esto no suele ocurrir, pero a veces pasa.

Cuando termina, sigo.

Me paso por la fuente por si quieren agua (en verano suelen querer)

Me dirijo a la puerta y espero.

Si quieren marcharse, estarán conmigo junto a la puerta.

Si quieren estar un rato más, pajarearán por la zona.

Y yo espero.

Cuando quieren irse de verdad, llegan a la puerta un buen rato antes que yo.

Esto último pasa a menudo si hay mucho perro alterado.

No quieren “contagiarse”.

Lo entiendo y lo respeto.

Y nos vamos a seguir paseando a otra parte.

Ya está.

Vale, yo no he socializado mucho (nada, la verdad)

Pero es que no voy al parque canino para eso.

Voy para que mis perros completen su paseo.

Y ellos deciden lo que quieren hacer y durante cuánto tiempo.

Yo solo acompaño.

Deciden ellos.

Haciéndolo así creo que el parque canino da todo su beneficio y casi ningún inconveniente.

Ojo, que hay perros que pasan una hora dando vueltas por allí y les va de maravilla.

Pero son los menos.

Quizá el tuyo es uno de ellos.

Pero lo mismo no, y el uso del parque canino es algo que deberías revisar.

Para reducir estrés y mejorar el vínculo con tu perro.

Al fin y al cabo no creo que te apetezca ser el mayordomo que lo lleva y lo trae al parque de atracciones.

En su vida eres más importante que eso.

Demuéstraselo.

Y si has llegado hasta aquí y lo que cuento te ha gustado, puedo seguir contándote más.

En tu correo. Te mando un mensaje al día, con ideas y reflexiones como ésta.

Y solo para quienes se suscriben, no las verás en otros sitios.

Y para conseguirlo, basta con darle al botón.

error: Este contenido está protegido