Gente que te juzga en silencio

 

Cuando tienes un perro reactivo o que ladra en exceso en casa, no se trata solo de que hace ruido. 

Hay muchas emociones exaltadas que se contagian. 

Un perro reactivo parece histérico y ansioso. 

Y la persona que lo acompaña suele sentirse así también. 

La gente te mira de manera fija y penetrante, juzgándote cada vez que tu perro se lanza o ladra. 

Es una mirada familiar. 

La misma que aplasta a los padres en la cola de caja del supermercado cuando sus hijos se pillan una rabieta y chillan y lanzan objetos por el aire. 

Esas miradas no demuestran compasión ni empatía. 

Te mandan a un lugar oscuro y solitario, avergonzándote por lo que pasa y por lo que haces o lo que no haces. 

A veces esas miradas pueden hacerte reaccionar de un modo totalmente inapropiado, fuera de lugar y del que también te avergüenzas. 

Cuando tu perro ladra enloquecido de repente sientes que todos los que te rodean te miran. 

Aunque no sea cierto. 

Y que debes reaccionar para detener a esa bestia de cuatro patas que salta, tira, gruñe y ladra. 

Que debes controlarla y “enderezarla”. 

Y cuando eso ocurre, cuando sientes así las miradas, puedes terminar actuando con desesperación y frustración. 

Aunque nadie te mire. 

Con el tiempo aparece un reflejo condicionado en ti.

Te vuelves reactivo igualmente. 

En cuanto ves un posible detonante, tensas la correa y corriges a tu perro, sin importar su reacción o falta de ella. 

Y entras entonces en un círculo vicioso en el que tus correcciones se convierten en el detonante para que tu perro salte y se active. 

Y tienes que intensificar esas correcciones cada vez más, porque sientes que lo que antes parecía funcionar, ahora no sirve para nada. 

Hasta que vuestra convivencia se transforma en un callejón sin salida en el que tu perro se resigna a recibir correcciones constantes. 

Y tú a escuchar ladridos cada paseo, a notar dolor de hombros día sí y día también, y a sentir el peso de unas miradas que te culpan de lo que ocurre. 

Aunque nadie esté mirando. 

Y aunque no es en absoluto culpa tuya. 

¿Vas a permanecer con tu perro en ese callejón los próximos diez años? 

¿O prefieres plantearte alternativas a unas correcciones que no ayudan a nadie?

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O eso me dicen quienes las leen a diario desde hace años.

Te apuntas, y lo compruebas tú misma.

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