Olvidar la naturaleza de la especie lleva al desastre

 

A ver si va a resultar que la educación no solo no lo es todo.

Es que tiene poca relevancia.

Verás.

A finales de los años setenta, un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia decidió llevar a cabo un ambicioso experimento.

Desarrollando la corriente que afirmaba que las conductas dependen exclusivamente de la educación recibida, pusieron en marcha un proyecto.

Según ellos, un mono educado de modo integral como si fuera humano aprendería a comunicarse y a expresarse con total libertad con los humanos.

Y se portaría como un ser humano.

Ya que la educación lo era todo, según pensaban.

Dicho y hecho.

Adoptaron a un bebé chimpancé, se organizaron como una gran familia, y cuidaron de él como si de un niño se tratara.

Le educaron como consideraban que debía educarse un niño, y se olvidaron de que tenía el cuerpo cubierto de pelo.

Y de algunos otros detallitos sin importancia.

Curiosamente cuando el monito fue creciendo, presentaba algunos gustos extrañamente humanos.

Como darle a la botella.

O ir en coche a gran velocidad.

(No conducía él, creo).

Pasaron los años, y el chimpancé se hizo adolescente.

Y entonces empezaron los problemas.

Y los problemas que puedas tener conviviendo con un animal que es cinco veces más fuerte que tú.

Que pesa más que tú.

Y que tiene colmillos del tamaño de pulgares.

Pues suenan serios.

Sobre todo si son agresiones.

Además, había que sumarle los constantes roces entre los miembros del equipo sobre cómo gestionar todo aquello.

Y las emociones.

Sobre todo las emociones.

Para unos era un ser vivo inteligente y curioso, al que querían profundamente.

Para otros era solo un experimento científico.

Y para todos ellos, el que empezara a tener conductas “aberrantes”, “salvajes”, además de desconcertante, era frustrante y atemorizador.

Que un ser al que has criado, literalmente, como a un hijo, como a un miembro de pleno derecho de tu familia, te mande al hospital, tiene que ser terrorífico y muy doloroso emocionalmente.

Así que el experimento acabó fatal.

Para todos.

El chimpancé terminó medio loco.

O algo así.

Y los científicos, emocionalmente devastados.

Pero algo quedó muy claro: la educación no lo es todo.

De hecho es bastante poco, al menos en lo que a animales se refiere.

La genética.

El entorno.

La alimentación.

El manejo de quienes te cuidan.

La integración en un grupo social sin condiciones.

El tener la oportunidad de desarrollar las conductas propias de tu especie.

De tu especie, no de la especie del vecino.

Eso pesa mucho, pero mucho más.

Ocurre justo lo mismo con el perro.

Y en mi experiencia, con el gato.

O con el caballo.

Y seguramente con cualquier especie que tenga genes y conductas.

Así que si tu perro se porta mal.

O tiene problemas de conducta.

Puede que sea más eficaz olvidarse de la educación.

Y centrarse en lo que es como especie.

Saber qué es un perro, cuáles son sus conductas normales y que necesidades tiene como especie es mucho más práctico para lograr una convivencia tranquila.

Que pasar por todas las escuelas de adiestramiento y corrientes educativas del planeta.

Puedo ayudarte con esto, si lo necesitas.

Para adiestrarle y que termine como el chimpancé del experimento, pues mejor contratar a otros.

Yo no podría soportarlo.

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