Porque la conducta alterada no es más que mala educación ¿Verdad?

 

Atenta, hoy quiero que pienses en un tema importante.

Posiblemente el más importante cuando se trata de una relación perro/persona.

Porque es fuente de muchos problemas y es muy complicado de gestionar.

Por supuesto la raíz está en nosotros, no en los perros.

Pero nos cuesta un mundo verlo y darnos cuenta.

Y un universo ponerle remedio.

Creo que lo llevamos en el ADN, este asunto.

Quiero hablarte del control.

Concretamente de la necesidad patológica que muchas personas tienen de controlarlo todo.

Sobre todo a aquellos que están a su alrededor.

Nos sentimos realmente mal cuando perdemos el control.

Pero lo que cuesta percibir es que lo que nos hace sentir que el estómago se encoge.

Y que el aire se resiste a entrar en los pulmones.

Con la angustia que eso genera.

Es la pérdida de control sobre nuestras propias vidas.

Mira.

Eso lo tenemos en común con los perros.

A menudo muchos “pelean”, se resisten, se rebelan.

Porque sienten que no tiene ningún control sobre su propia vida.

Más que nada porque se la controlamos nosotros.

A mí me llevó mucho.

Pero mucho.

Tiempo gestionar esto.

De hecho, cuando hablo de soltar a un perro.

No estoy hablando solo de quitar una correa.

Hablo de darle el control.

Pues verás.

El 90 % (cifra que me acabo de inventar) de los profesionales caninos.

Y de los métodos de adiestramiento.

Y de las corrientes filosóficas que tratan sobre cómo debe comportarse un perro bien educado.

Y de las escuelas que debaten sesudamente sobre si es mejor ser tradicionales.

O modernos.

O positivistas.

O conductistas.

O cognitivo emocionales.

O tigretones.

Se basa exclusivamente en esto.

En mantener el control.

Sobre tu perro, obviamente.

No sobre ti misma.

Así que hace poco he conocido a Dora.

Que es un malinois cuyos cuidadores me mostraron las pautas.

Las pautas que llevaban aplicando un año para que Dora fuese una perra bien educada.

Que no tirase de la correa.

Que no gruñese ni ladrase.

Nunca.

Que viniese cuando se la llamaba.

Siempre.

Que esperase sentadita a que le dieran de comer.

Que permitiese que cualquiera (cual-quie-ra) la molestara mientras dormía.

Mientras comía.

Mientras jugaba

Mientras estaba viva, en general.

Eran diez folios de órdenes.

Ejercicios.

Indicaciones.

Comandos.

Entrenamientos.

Diez folios.

Diez.

Desde el “sienta” hasta el “junto”.

Pasando por el “a tu sitio” y por el “toma aire y no respires que no podrás moverte de aquí hasta que te libere”.

Por supuesto, hay una orden también para liberar al perro.

Aunque lo de liberar es muy cuestionable.

Un perro así, con ese trato, jamás, nunca, de ninguna manera, será libre.

Diez hojas de órdenes e instrucciones para cada situación cotidiana del día a día.

Para controlar y dirigir al perro.

Así se impedirían supuestamente los problemas de conducta: solo hay que darle la orden correcta.

Repetir los entrenamientos cada día, eso sí.

Si no los repites lo suficiente, no funcionan.

Y si no funcionan, es porque no los has repetido lo suficiente.

Bueno.

Mucha gente queda satisfecha con esto.

Es lo que quieren.

Lo que desean.

Probablemente es también lo que necesitan.

Tienen pánico a perder el control.

Y el saber cómo dar órdenes y más órdenes a su perro les ayuda a lidiar con ese pánico.

Pero los cuidadores de Dora veían dos problemas.

Uno, que no estaba funcionando.

Llevaban un año, y sí, Dora era muy obediente.

Pero.

Gruñía si no había alguien a su lado para darle orden de lo contrario.

Ladraba si no había alguien a su lado para darle indicaciones en contra.

Se lanzaba con la correa si nadie la corregía a tiempo.

Y de paso destruía cosas en casa, para lo que no tenían una orden más allá de “a tu sitio”.

Que en ese caso funcionaba.

(Aunque había roto alguna cama)

Y dos, que Dora no parecía feliz.

Parecía agobiada e histérica.

También parecía buscar aprobación constantemente.

Y sus cuidadores no concebían tener que estar encima de ella a cada paso.

Para darle instrucciones para todo.

Los próximos diez años.

(Uno por folio)

Y querían que fuera feliz y entender qué es lo que iba mal para que se portara así.

Ahí puedo ayudar.

En enseñarte cómo controlar a tu perro.

Como convertirlo en un perro bien educado.

En que obedezca cada orden y cada instrucción que le das.

No.

En eso no.

En que sea feliz, que se sienta seguro, y que entiendas por qué se porta así.

En eso sí.

Puedo.

Lo mismo tú también buscabas algo así.

Así que si lo del control absoluto te mola, mejor deja esta web y date una vuelta por alguna red social.

Pero si entiendes este texto, puedes apuntarte en el botón de abajo.

Y te envío un correo al día con reflexiones de este estilo.

Para pensar más, y controlar menos a los demás.

 

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