No me gusta que me toquen.

Eso es así.

Nunca me he parado a preguntarme el porqué, ni le he dado mayor importancia.

Pero al parecer, es un defecto que tengo.

Al menos cuando vives en una sociedad latina donde lo de abrazarse, achucharse, darse besos muac-muac cada poco y mantener un estrecho contacto físico con otros aunque no les conozcas de nada o te caigan mal es la norma, pues lo mío se ve como un defecto.

Sin embargo se puede enfocar de otro modo.

Ya que resulta que hay más gente que tiene este defecto (quizá ahora mismo estás pensando justo eso, “vaya, otra como yo”), es posible que forme parte de la diversidad natural.

Me explico.

A la naturaleza no le gusta la homogeneidad.

Eso de que todo sea igual, uniforme, simétrico, como que  no.

En apariencia sí, ojo, pero cuando lo miras de cerca, resulta que no.

Sin ir más lejos, tienes una pierna y un brazo más largos que los del otro lado.

Eres asimétricamente simétrica.

Y eso solo para empezar.

Así que igual que hay diferencias de aspecto exterior que responden a un criterio de adaptación y versatilidad ambiental  más que a un tema estético.

Pues lo mismo hay diferencias comportamentales muy arraigadas en cada individuo que van encaminadas a facilitar la adaptación a ciertos entornos.

Entornos que habitualmente no se dan.

Pero que oye, el mundo gira muy rápido y lleva muchos millones de años haciendo experimentos, habrá otros entornos.

Y cuando esos entornos aparecen, resulta que mi defecto (y quizá el tuyo) permite una mejor adaptación y una mayor supervivencia.

Por ejemplo, ahora mismo.

Sí.

Ahora es cuando mi defecto ya no es tal.

De hecho se ha convertido en una recomendación de la OMS para todos.

Nada de achucharse y de acortar distancias.

Todos separaditos, que así no se contagian enfermedades de tipo aéreo.

Como el virus mutante asesino puñetero de turno.

El que toca ahora, digo.

Porque a nada que sepas un poco de virus y de movilidad humana, podrás intuir que habrá otros muchos más adelante.

No sabemos cuál desencadenará el apocalipsis de verdad, y cuáles son solo alarmas generales a modo de aviso.

Pero por si acaso, la naturaleza lo tiene todo previsto.

Y mi particular idiosincrasia disminuye la probabilidad de contagio.

(Aunque si vas todos los días en metro aguantando que te “toque” media ciudad porque no hay espacio, de poco te va a servir, es cierto).

Así que es importante valorar la diversidad de comportamientos como una herramienta natural para mejorar la supervivencia.

En lugar de como defectos a abolir y modificar a toda costa.

¿Qué defectos le encuentras a tu perro?

Quizá querías que fuera más sociable con otros perros.

O que fuera más cariñoso y le gustasen tus caricias.

O que jugase con los niños pequeños en lugar de huir de ellos.

Quién sabe.

Lo mismo son conductas que en otro entorno le favorecerán.

O tal vez son solo rasgos de su personalidad que igualmente merecen todo tu respeto.

O modos de comunicarte que necesita ayuda.

Tengo un servicio donde abordamos este tema para reducir roces en la convivencia.

También una guía donde te cuento cosas que puedes hacer para mejorar la convivencia con tu perro sin necesidad de cambiarle.

Y te mando un correo al día con reflexiones como ésta.

Si te gusta leer, te gustará lo que leas.

Por el botón

error: Este contenido está protegido