Una forma de ayudar a tu perro en lugar de corregirle

 

Acabo de ver un vídeo de esos que Yahoo pone de relleno en su web.

Es una grabación de una cámara de seguridad en una zona residencial de Inglaterra.

No hay sonido, y la imagen, de no muy buena calidad, es estática.

Solo sale lo que está en el encuadre de la cámara, que apunta a la puerta de una casa.

Aparece una chica que entra en una finca rodeada de un alto seto.

Da acceso a la puerta de la casa.

Llama al timbre, y espera.

Hasta ahí, todo normal.

Mientras espera, se vuelve hacia atrás y observa la calle.

De nuevo se gira hacia la casa, y llama.

Esto se repite varias veces en pocos segundos.

Ella mira a la calle nerviosa y se vuelve hacia la puerta.

Entonces un hombre aparece en cuadro, en la acera de enfrente.

Y se queda allí parado unos segundos.

Ella empieza a moverse más nerviosa aún.

Está acorralada.

Y es que parece que el hombre la sigue.

Y como ve que la chica no puede huir, decide ir derecho hacia ella.

Cuando está a punto de llegar a los setos, una persona aparece en el porche acristalado de la casa.

Respondiendo a la llamada de la chica.

Y le abre la puerta.

El hombre rápidamente cambia su dirección y continúa caminando calle abajo hasta salir del encuadre de la cámara.

Como si solo pasara por allí.

Es todo.

Parece que la chica se sentía acosada por el hombre, y buscaba refugio.

Yo veo ese vídeo y se me encoge el estómago.

No sé tú, pero yo me he visto en situaciones parecidas más de una vez.

Visto desde fuera, es una chorrada, ¿eh?

El hombre no te ha hecho nada, ¿verdad?

Ni siquiera te ha hablado.

Y la calle es grande y es de todos.

Igual te crees muy importante, tú, pensando que te está siguiendo a ti, cuando simplemente va en la misma dirección que tú.

¿A que sí?

Ese es el mensaje que recibes desde el entorno.

Que estás exagerando.

Que está todo en tu cabeza.

Que la amenaza no existe.

Bueno.

Yo no sé si existe o no.

Pero sé cómo me siento.

Y por eso sé cómo se siente la chica del vídeo.

También sé cómo se ha sentido cuando le han abierto la puerta.

Y así es como se sienten también muchos perros en su día a día en la calle.

Viendo amenazas que tal vez no sean reales.

O quizá sí.

O tal vez lo fueron alguna vez y ya no se lo pueden sacar de la cabeza.

O simplemente no pueden ver la diferencia entre algo amenazador y algo que no lo es.

También puede que la conducta de algunas personas o de algunos perros o de algunos vehículos sí que sea amenazante.

Aunque intentemos pensar que no lo es.

Y hay perros que reaccionan en consecuencia.

No tiene sentido educarles ni adiestrarles.

No tiene razón de ser regañarles, castigarles o corregirles.

Lo que tiene sentido es que les abras la puerta.

Y les invites a entrar.

Entonces se sentirán como la chica al final del vídeo.

Seguros.

A salvo.

A tu lado.

Y su comportamiento cambiará.

Si quieres aprender a “abrir puertas”, empieza por apuntarte al blog.

Te mando una guía de bienvenida que te va a gustar.

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