NO ENTIENDO A MI PERRO,

Y YA NO SÉ QUÉ MÁS HACER CON ÉL

— En serio, he probado de todo, y nada funciona, estoy desesperada.

— Bien, cuéntame, ¿qué es lo que te preocupa?

— Pues unas cuantas cosas, la verdad. Ladra un montón, y no hay modo de que se calle. Ladra a los ruidos de casa, al timbre, a los vecinos, a los niños de la calle, a otros perros… En los paseos tira mucho de la correa, y siempre parece nervioso. Cuando va suelto se lleva bien con todos los perros, pero atado es otra historia. Se les tira ladrando y gruñendo, y no me atrevo a dejarle que salude. Y para colmo, la semana pasada ha mordido dos veces, a las visitas. Nada serio, solo un marcaje, pero estoy agobiadísima por todo esto. Está muy descontrolado, y no sé cómo solucionarlo.

— Entiendo. Es normal que te sientas así, son unos cuantos problemas, y cuando decides introducir un perro en tu vida, esperas algo diferente, ¿verdad?

— Pues sí, yo ya he tenido perros antes, y la verdad, siempre ha ido muy bien. A ver, que es muy bueno y cariñoso, le recogí abandonado en el campo cuando tenía como 6 meses, y parecía que le hubiesen pegado o algo así, tenía muchísimos miedos. Luego se fue recuperando, pero no consigo que deje de hacer ciertas cosas, y ya me supera.

— Claro, ¿y cuánto tiempo lleva comportándose así?

— Pues mira, yo diría que desde siempre. Tiene ahora unos cuatro años, y siempre ha sido nervioso y ladrador, pero cada vez va a más, los paseos se hacen muy cuesta arriba, y ya lo de las visitas me parece grave.

— Parece que empeora, entonces. Y cuéntame, ¿qué has probado hasta ahora para solucionar estas situaciones?

— Verás, cuando ladra, le regaño y le digo que no. También le mando a su sitio, y cuando lo hace, parece que se calma, pero a menudo se lo tengo que repetir un montón de veces.  Con los vecinos se pone super histérico, y entre él ladrando y yo gritando, terminaba con jaquecas, en serio. Alguno ya me ha llamado la atención con malos modos. Así que probé a darle una chuchería. Cuando pasa algún vecino y se lanza con todo, le llamo, y suele venir, entonces le calmo diciéndole cosas bonitas, y le doy unas chucherías. Esto parece que funciona mejor, aunque a veces se pone tan loco que ni me oye. Y solo dura un rato, porque a los cinco minutos, vuelta a empezar. Y claro, no puedo estar todo el rato pendiente de cuándo pasa alguien para llamarle y que lo deje. Llevo meses haciendo esto, y siento que no avanzamos, que es siempre como el primer día.

— Continúa…

— En los paseos le corrijo parándome, o dando la vuelta, o dando un tirón para que afloje y deje de arrastrarme. Y cuando viene otro perro, pues ya ni sé, porque he hecho de todo, regañarle, mandarle sentarse, cambiar de acera, y da igual, cualquier día de estos me tira al suelo de la fuerza que tiene. El caso es que luego le sueltas y tan contento con los otros perros, es que no entiendo por qué se pone así, es como si fueran dos perros distintos.

— Bien, si lo he entendido, le regañas cuando ladra en casa, le llamas y le premias para que se calle cuando ladra a los vecinos, y le corriges cuando tira, además de intentar distintas cosas con otros perros, que no han servido, ¿es así?

— Sí, justo eso. A veces pienso que es tonto, pero no, porque cuando le enseño trucos, ya sabes, con premios, aprende rapidísimo, y sabe hacer unas cuantas cosas. Está muy pendiente de mí, muy atento a todo lo que le digo. He llegado a pensar que igual el problema soy yo, que no le entiendo y no sé llevarle y educarle bien.

— ¿Y cómo te afecta todo esto, en tu día a día, y con el resto de la familia?

— Mal. Mal de verdad. Yo trabajo desde casa, y así es imposible concentrarse. Mi pareja está enfadada con este asunto, y cuando le salta encima al ir a trabajar o al volver, ya tenemos bronca, porque lleva uniforme de trabajo y no puede permitir que le manche, claro, y que si no sé educar al perro, que cuándo va a aprender a comportarse, que lleva ya unos años con nosotros. Como si la culpa fuera mía, o no me esforzarse lo suficiente. Eso sí, si le pido que me ayude, no tiene tiempo o está demasiado cansado. Y si estamos viendo la tele o charlando, y el perro se pone a ladrar y a moverse para todos lados, pues nos altera mucho, y terminamos discutiendo. Hemos tenido algunas peleas muy serias, y eso no me ayuda. Me siento fatal cuando pasa, pero es que no sé qué se supone que debo hacer, y en lugar de ayudarme, se limita a gritarme.

— Ya veo, estás teniendo conflictos familiares a causa del perro, y eso no debería ocurrir. Un perro es para disfrutar, no para generar tensiones en casa, ¿has buscado ayuda para solucionarlo?

— Esa es otra historia. Porque he preguntado en varios sitios, y ya no me atrevo a preguntar más. Cada uno me dice una cosa, que si hay que castrarlo, que si no sabe quién manda, que tengo que llevarle a que haga más ejercicio, porque es un perro de pastor y por eso está medio loco por no salir lo suficiente cada día, que el problema es que le falta entrenamiento y que practicamos poco. Y no sé a quién hacer caso. Me dicen que lo corrija justo cuando ladra, que le enseñe “mira” y “sienta” y se lo pida cuando ve a otros perros. Un veterinario llegó a decirme que le pusiera un collar eléctrico de esos que se activan cuando ladran, pero yo no quiero hacerle daño a mi perro. No sé, igual es que no lo entreno bastante o que no soy lo bastante firme, pero la verdad es que estoy hecha un lío, y todo lo que me dicen ya lo he probado, y cuando funciona, dura unos minutos. Menos lo del collar, que no quiero hacerlo.

— ¿Y has probado a cambiar de enfoque?

— Cómo, a cambiar de enfoque…

— Sí, en lugar de intentar controlar a tu perro todo el tiempo corrigiendo comportamientos, centrarte en averiguar las razones por las que se porta así, y trabajar sobre eso.

— ¿Y eso cómo va, cómo averiguo esas razones? ¿Y qué hago luego para solucionarlas?

— Vale, ¿te suena de algo la educación amable y empática?

— Pues no estoy segura, es lo de educar en positivo dando premios, ¿no?

— Uy, qué va, qué va, no tiene nada que ver, ya verás. Podemos plantear la convivencia con un perro  de dos maneras distintas: una se centra en cómo controlar al perro y enseñarle a hacer lo que nos favorece o nos resulta más cómodo.  Es la manera habitual de educarlos. Y puede hacerse premiando, corrigiendo, regañando o castigando. Hay que entrenar y repetir, y estar siempre encima del perro. En la otra, el objetivo es que el perro se sienta seguro y confiado a nuestro lado. Cubrimos todas sus necesidades, todos los días, y le apoyamos y acompañamos en los paseos.  Consideramos sus conductas “alteradas” como indicadores de que algo no va bien, de que está emocionalmente desbordado, y nos centramos en lo que causa esa alteración emocional para que el perro se sienta bien y tenga la mejor calidad de vida posible. En ese enfoque, el objetivo no es cambiar al perro ni modificar sus conductas. Las conductas cambian en función del entorno y el manejo, y de su estado emocional. Y es en eso justo en lo que nos centramos, usando las conductas como indicadores de que vamos bien. No se premia, no se castiga, no se corrige y no es necesario entrenar nada. Estamos promoviendo una convivencia e integrando al perro como un miembro más de la familia, no programando un robot ni entrenando a un soldado. Por eso se dice que es educación amable y empática, porque nos ponemos en el lugar del perro para comprenderle, y estamos a su lado apoyándole y siendo su referente, no persiguiéndole para que deje de hacer o para que se comporte de un modo socialmente aceptable. Por lo que me has contado, ya has probado durante años el manejo tradicional. ¿Lo has intentado con la educación amable?

— Pues no, no la conocía. Suena complicado…

— Sí, tienes razón, en cierto modo lo es. No en el sentido de que haya que trabajar mucho y estar todo el rato pendiente del perro o dedicándole horas cada día. Es más bien un esfuerzo personal, de cambio de mentalidad. Tienes que dejar de ver al perro como un ente mecánico que emite respuestas que deben ser cambiadas y guiadas, y debes empezar a verle como un ser vivo de otra especie, complejo, con sus necesidades, sus gustos, sus querencias, su personalidad única, al que hay que ayudarle a comprender el mundo de los humanos y hacerle un hueco en la familia.

— No me había parado a pensarlo de ese modo, tiene sentido. Pero entonces ¿cómo se haría para que dejase de ladrar tanto y para que no vuelva a morder?

— ¿Ves? A eso me refiero. Ese es el modo mecánico de ver al perro, y ese es el enfoque tradicional de cambiar sus conductas porque nos molestan o nos colocan en situaciones en las que no queremos estar. Desde la educación amable nos alejamos de todo esto, y lo primero es determinar por qué ladran y muerden los perros. Luego, valorar qué causa encaja mejor con tu perro, que no es la misma que tendrán otros perros. Después, según esa causa, hacemos un protocolo con lo que se puede mejorar en su entorno, y lo qué hay que hacer o dejar de hacer para que dicha causa desaparezca. Y nos olvidamos de que el perro ladra. Nos centramos en la causa. Si la causa desaparece, el perro deja de ladrar. Y de morder. Sin tener que regañarle y controlarle cuando lo hace, ni tener que premiarle para que no lo haga. Ya no necesitará comportarse de ese modo porque le hemos ayudado a sentirse seguro y confiado, y aparecerán otras conductas más acordes a su nuevo estado, como estar tranquilo. Y eso se extenderá a otros contextos, estará más tranquilo en los paseos, y más calmado en casa. Sin tener que entrenar nada ni estar pendiente de él.

— No sé, suena muy bien, sí, pero también suena demasiado bonito. Si es así, ¿por qué no lo hace todo el mundo?

— Jajajajaja. Excelente pregunta. Pues por varias razones. La primera, porque para muchos es un problema insalvable dejar de controlar al perro a cada paso. Y con este modelo, eso es justo lo que hay que hacer. Nos centramos en que esté bien, no en que esté bajo control.  La segunda, porque salir de la mentalidad del perro-robot al que hay que enseñar órdenes para que esté bien educado cuesta muchísimo. Y no lanzarse sobre él cada vez que hace algo que no queremos que haga, mucho más aún. Y la tercera, porque con este enfoque el esfuerzo que debes realizar va en un sentido distinto del acostumbrado. En el modo tradicional la responsabilidad de cómo se porta el perro recae en el perro, que no se ha entrenado lo suficiente, y hay que repetir más los ejercicios, o corregir con más intensidad, o premiarle constantemente. Con este enfoque, el esfuerzo es diferente: consiste en formarse y aprender sobre perros, su comunicación, sus necesidades, sus fases de desarrollo, sus respuestas emocionales…. Y luego aplicar todo eso con tu perro. Suena mucho más trabajo que enseñar “sienta”, “mira” y “a tu sitio” y repetirlo mil veces, ¿verdad? No mucha gente está dispuesta a que no sea el perro el que trabaje ¿Qué te parece?

— Podría dejar de gritar todo el rato, ¿verdad? Me siento fatal cuando lo hago.

— Deberías dejar de hacerlo, sí. No te ayuda a ti a estar mejor, y no ayuda a tu perro a dejar de ladrar. Seguro que ganarás mucho en tranquilidad sin tanto ruido y tensiones. Además, tu pareja dejaría de gritarte también, ya que la causa por la que discutís desaparecería.

— Y también podría dejar de llamarle cada 5 minutos cuando ladre a los vecinos, porque él solo terminaría por dejarlo si aplico lo que dices, ¿sí?

— Justo eso, deberías dejar de llamarle también, porque así no aprende a regular sus emociones ni a integrar el movimiento de otras personas por el entorno como algo normal. Hay muchas cosas que hay que dejar de hacer cuando se aplica la educación amable. De hecho, cuanto menos hacemos y menos intervenimos, mejor evoluciona el perro, más autocontrol aprende, mejores decisiones toma, y más tranquilo y maduro se vuelve, que es el objetivo. Verás como al final más de un vecino te pregunta asombrado cómo has conseguido que esté tan tranquilo y podrás presumir de perro educado sin que tengas realmente que educarle.

— ¿Y cuánto tiempo llevará esto?

— Ni idea. Llevas así más de tres años, así que no será de un día para otro. Piensa que si sigues haciendo lo mismo que has hecho hasta hoy, continuarás otros diez años sufriendo la convivencia que has tenido hasta hoy: discusiones familiares, tensión con tu perro, paseos angustiosos, ruidos constantes en casa, malas caras de los vecinos… Es hora de plantearse un cambio. Con la educación amable todo eso cambiará, y lo habitual es que el perro esté más tranquilo, atento y confiado y se le vea más feliz en un plazo de dos a cuatro semanas. Eso ya sería un alivio, ¿verdad?

— Pues sí, la verdad, con que se calme y yo entienda por qué actúa como lo hace, ya sería un gran avance.

— El resto llevará ese tiempo o más, depende de muchos factores. Los cambios no suceden de modo lineal y predecible en el tiempo, suelen darse en “escalones”. Recuerda, en la educación amable no se trabaja por objetivos. El objetivo no sería “que el perro deje de ladrar”, por lo que el tiempo no es un parámetro relevante. El objetivo es “que el perro se sienta confiado, seguro, integrado y aceptado en su grupo familiar”, y la intensidad y frecuencia de los ladridos irá disminuyendo, como indicador de que estamos aplicando bien lo que ese perro, tú perro, necesita.

— ¿Y qué ocurre con los paseos? Porque ahora ya desde que salimos es un espectáculo, me cuesta ponerle el collar y la correa porque no hace más que saltar, dar vueltas y ladrar. Luego va que parece que se quiera comer el mundo, tirando y gimiendo la mitad del tiempo. Y yo de los nervios, vigilando que no nos crucemos con otros perros. A veces los paseos son un infierno, la verdad.

— Bueno, imagina poder salir a la calle tranquilamente, que tu perro espere a que le coloques la correa, puedas cerrar la puerta de casa sin que te arrastre, y que nada más salir ya esté parándose cada poco, oliendo y concentrado en investigar el entorno, mientras tú caminas sin prisa a su lado, observando lo que hace, y disfrutáis juntos de cada vuelta. Y al llegar a casa, que se eche en donde le apetezca, y dedique las siguientes horas a dormir. Estaría bien, ¿verdad? Pues está todo relacionado, lo que pasa en casa, lo que hacéis y no hacéis, y lo que sucede durante los paseos. Es un todo que no se puede dividir como un pastel, o volvemos a la visión mecánica de corregir, entrenar, premiar. Los cambios en la vida del perro influirán positivamente en el paseo, y sus conductas actuales, que son indicadoras de que algo va mal, cambiarán.

— Vale, pues cuenta conmigo. Quiero empezar a comprender a mi perro y mejorar su vida, que se sienta seguro y confiado a mi lado, y saber qué hacer y qué no hacer cada día con él. Estoy deseando disfrutar de una convivencia más relajada y tranquila para los tres ¿Cómo lo hacemos?

— Estupendo. Hay dos servicios distintos:

Uno, de Evaluación y Diagnóstico, consta de una sesión online de (mínimo) tres horas, en la que te hago muchas preguntas, escucho todo lo que tengas que contarme y cómo te está afectando todo esto. Y te detallo lo que está ocurriendo, por qué, y qué es lo que tienes que hacer a partir de ya.

Otro, de Asesoramiento Emocional, incluye cuatro sesiones online de (mínimo) dos horas cada una. En estas sesiones vamos desarrollando lo que tu perro y tú necesitáis, según el informe de Evaluación Y Diagnóstico. Aquí te contaré el cómo hacer lo que te he explicado previamente que tienes que hacer.

Y ya. Solo el qué y el cómo, adaptado a ti y a tu perro.

Y ahora estarás pensando

que lo que tú necesitas es algo presencial

 

¿Y por qué crees que eso es tan importante?

Verás, la distancia no es un obstáculo. Que el profesional tenga que estar a tu lado es algo interiorizado porque te han convencido de que hay que aplicar acciones sobre tu perro.

De que hay que enseñarle ejercicios a tu perro.

De que hay que corregir a tu perro.

Y claro, actuar así es más sencillo si alguien va a tu lado y te va dando instrucciones precisas: “ahora te paras. Ahora das un tirón de la correa. Ahora le sueltas un “no informativo”. Y ahora le metes un trozo de salchicha por la oreja que lo ha hecho muy bien porque ha visto a ese perro y ni ha respirado”.

Y así tú puedes repetir y repetir esas instrucciones en un eterno día de la marmota.

Hacerlo así es difícil e improductivo. Es bastante incómodo, además. E implica negarle al perro la posibilidad de ser él mismo y de madurar como perro.

Pero es lo que te venden por todos lados: contratas a un profesional para imitar justo lo que hace el profesional sobre el perro. Sin tú entender nada.

Lo que te propongo va así: entiendes lo que pasa. Aprendes a interpretar lo que tu perro está diciendo. Le preguntas. Le escuchas. Cubres sus necesidades. Y ya no necesitas que nadie te diga lo que tienes que hacer, cuándo o cómo. Porque ahora entiendes los por qués y sabes comunicarte con tu perro, que es quien mejor te puede explicar lo que necesita y cómo se siente.

Aplicar esto es sencillo y es eficaz. Y muy gratificante y liberador también. Porque en realidad no necesitas que te expliquen cómo educar o cambiar a tu perro: necesitas formarte sobre perros.

Y es que en la educación amable se trabaja para el perro y sobre la persona.

Nos enfocamos en el ambiente, el entorno, el manejo, en todo lo que rodea a tu perro y está bajo tu control. Al perro lo dejamos en paz. No trabajamos sobre él, no buscamos cambiarle ni entrenarle ni forzarle para que se adapte.

Y para que entiendas, aprendas, escuches y sepas cuáles son las necesidades de tu perro, no me necesitas a tu lado. Podemos hacerlo a distancia.

El trato es que tú cambias para que tu perro cambie, y no precisas de una persona a tu espalda para decirte qué hacer a cada momento.

Te formas y adquieres herramientas que te permiten saber qué hacer y qué dejar de hacer.

Además, gracias al formato online, podrás tener a tu lado, vivas donde vivas, a una veterinaria especializada que integra la etología canina y la clínica, por lo que tendrás una visión global mucho más amplia para detectar todas las posibles causas que hacen que tu perro se porte como lo hace.

 

Y dirás “pero es que tienes que ver a mi perro”

 

Por supuesto. Tengo que ver a tu perro. Él tiene que contarme su versión de vuestra convivencia.

Eso sí, es muy importante que él no me vea a mí,  ya que la presencia de un observador cambia las conductas de quien es observado. Y eso no ayudará a que yo pueda ver lo que está ocurriendo: delante de mí no se portará como siempre.

Así que, justo por eso, no solo podemos hacerlo a distancia, es que es mejor que sea no presencial.

Por otro lado, si tu perro se pelea con otros perros o muerde a niños, ¿en serio quieres demostrármelo para que lo vea?

 

Lo mismo ya has contratado a otros, y no ha funcionado

 

¿Y lo que te han dicho que hagas es lo de siempre de castigar, regañar, corregir y premiar, o es lo que te he contado aquí?

Si es lo primero, lo mismo por eso no ha funcionado, y seguro que puedo ayudarte.

Y si es lo segundo, y de verdad no os ha ayudado, no me contrates.

 

Necesito resultados rápidos

Lo que ofrezco no va de resultados ni de rapidez. No puedo ayudarte.

 

¿Servirá para mi perro, que es un border collie?

Sí. También para malinois, galgos, podencos, huskies siberianos, beagles, chihuahuas, malteses, carlinos, mastines, pit bulls, y cualquiera de las más de 400 razas que existen. También para cualquier combinación, mezcla, mestizaje o maridaje.

Si es un perro, sirve.

Ahora bien, no sirve para todas las personas. Resulta que si tu perro no es una prioridad en tu vida, este servicio no te va a servir para nada. Y tú no sé, pero yo detesto perder el tiempo con cosas que no me sirven para nada. Este mundo está saturado de información inútil y acciones inútiles. Pero el tiempo de que disponemos es limitado. No vamos a vivir para siempre.

Así que las prioridades de cada uno deben estar bien organizadas, para poder centrarse en ellas, aparcando en un segundo plano todo lo demás. Así que, si tu perro es tu prioridad, es también la mía.

Pero si lo que tienes en mente es que tu perro te da problemas y quieres que desaparezcan, o pasarle la patata caliente a otro para que los haga desaparecer, dejando al perro en un segundo plano, entonces deja de leer aquí mismo, no podemos trabajar juntas.

Por si no ha quedado claro, no trabajo con personas que:

 

# Buscan adiestramiento

# Pecisan pautas a-b-c para aplicarlas de modo mecánico sin comprender nada

# Quieren que otro se ocupe del perro por ellas

# Esperan que el perro cambie sin tener que cambiar ellas

# Tienen el foco puesto en eliminar cierta conducta

 

No es chulería, es que no le sacarás partido a mi trabajo, y ninguna de las dos estamos ya para perder el tiempo.

 

¿Puedo contratar solo una hora para un problema concreto?

 

No, no funcionará.

Lo que tu perro hace en un momento concreto, a menudo se debe a algo que no tiene nada que ver con ese momento.

Hay que revisar muchos aspectos de su vida, no solo el que te preocupa.

Pero si de verdad estás convencida de que es tan simple, en un grupo de FB te podrán dar una solución.

 

¿Qué consigo con este servicio?

Lograrás una convivencia agradable y de complicidad con tu perro, dejando de lado el control, las órdenes, los entrenamientos, los premios y las correcciones y castigos.

Podrás comprenderle y saber lo que necesita, integrándole como un miembro más de tu familia.

Te librarás de la ansiedad y la angustia por no saber cómo se portará, cómo reaccionar ante sus conductas y qué hacer en el día a día en casa y en los paseos. Ganarás mucha seguridad y confianza al conocer y comprender a tu perro.

Y es que el enfoque tradicional ve al perro como un problema a resolver o a eliminar.

La educación amable, en cambio, propone ver al perro como un miembro de una familia multiespecie, y prioriza su bienestar como vía para conseguir un perro equilibrado, cuyas conductas mejoran radicalmente como consecuencia de dicho bienestar.

Aprenderás a reconocer las necesidades reales de tu perro en función de sus conductas. Si éstas son preocupantes, son indicadoras de que algo va mal. Y el único modo real y amable de cambiarlas, es satisfacer esas necesidades.

También aprenderás cuándo es necesario intervenir, y cuándo solo acompañar, en lugar de a dirigir y controlar.

Además, te enseñaré cómo manejar la correa de un modo eficaz para comunicar con tu cuerpo a tu perro, y que ambos disfrutéis de los paseos juntos.

Así es como se consigue un perro más tranquilo, apegado y confiado, más feliz. Las conductas preocupantes desaparecen o dejan de ser relevantes. Y si tu perro está feliz, tú también lo estarás.

Por último, serás capaz de crecer y desarrollarte como persona gracias al conocimiento, las mejoras en el cuidado de tu perro, y su evolución y avances.

 

¿Cómo funciona el asesoramiento?

El servicio consta de dos partes. Puedes contratar la primera, o las dos, nunca la segunda.

La primera parte es la Evaluación y Diagnóstico. Es una sola sesión online (de al menos 3 horas). Te pregunto, te escucho, me cuentas, veo vídeos de ti y de tu perro y, tras una pausa para organizar toda la información, te elaboro (y detallo en ese momento) un protocolo personalizado con EL QUÉ. Todo lo que tienes que hacer y dejar de hacer para mejorar la relación con tu perro, aumentar su bienestar y su salud, cubrir sus necesidades, y como consecuencia, cambiar sus conductas a mejor. Sin tocar ni modificar directamente ninguna conducta ni entrenar al perro.

La segunda parte es el Asesoramiento Emocional. Aquí ya nos ponemos las pilas, y en cuatro sesiones (de al menos 2 horas cada una), te detallo, según el protocolo del anterior servicio, EL CÓMO. Es importante esta distinción. Hay personas que cuando saben qué tienen que hacer (o dejar de hacer), no necesitan más. Pero otras muchas precisan que les expliquen detalladamente cómo hacer todo aquello que tienen que hacer. O cómo va lo de dejar de hacer, o qué pueden hacer en lugar de aquello que deben dejar de hacer. Solo si es tu caso, contratas este servicio.

Creo que yo sola no voy a poder

Puede que te sorprendas de lo que eres capaz de lograr por ti misma con una buena guía. Pero el caso es que eres tú quien tiene que hacerlo.

La conducta de tu perro es el resultado de una compleja combinación de factores, y uno de esos factores, uno importante, eres tú: tus actitudes, tus expectativas, tus propias conductas, tus miedos e inseguridades, tu desconocimiento…..

Eso significa que eres tú quien tiene que hacer cambios y quien tiene que esforzarse, nadie puede hacerlo en tu lugar.

He recibido muchos comentarios de personas que se asombran de lo bien que iba su perro CONMIGO o en mi presencia. ¿Y eso de qué te sirve?

Tu perro y tú debéis hacer un equipo, y que se porte de maravilla con otra persona delante no es útil.

Sí, podrás hacerlo sola porque es así como debe hacerse.

Recuerda, además, que no estarás realmente sola: estaré a tu lado en las sesiones  y vía e-mail.

Mi asesoría no es un curso genérico descargable donde tú tienes que ocuparte de todo. Es un servicio personalizado.

Estaré a tu lado para resolver tus dudas cuando surjan, darte ideas, alternativas, apoyo moral y otra manera de ver las situaciones que ahora te agobian.

Me han dicho que mi perro es un caso perdido

¿servirá esto para él?

Sí. Siempre hay margen para mejoras, en todos los casos.

Verás, un perro no es una lavadora. No puede programarse ni lograr que haga determinadas acciones apretando unos botones concretos. Es un ser vivo complejo con respuestas variables.

Y ese es también tu caso. No eres un electrodoméstico al que se le puedan dar unas instrucciones estándar que ofrezcan resultados mágicos si se siguen al pie de la letra.

Sois un equipo. Debéis trabajar como un equipo. Y yo puedo hacer de «entrenador». Pero por muy bien que lo haga, no puedo garantizar que ganaréis el partido.

Porque al final los resultados dependerán en gran medida de tu implicación (y de tu implementación: si no actúas, no consigues), y de la suerte (en una medida no tan importante).

¿De la suerte? 

Sí. Es lo que hay.

Si tu perro se porta «mal» porque tiene una enfermedad incurable que le va a condicionar el resto de su vida, entre la dos vamos a lograr mejorías, pero seguirá portándose «mal» el resto de su vida. Solo que tu manera de verlo y de gestionarlo habrán cambiado (eso sí te lo puedo garantizar). Los problemas seguirán ahí, pero la convivencia será mucho más fácil.

Si tu perro tiene un pasado lamentable, donde todo se hizo mal, ha estado ya con tres familias, y fallan todas las patas sobre las que debe sustentarse un buen desarrollo emocional, revertir eso es prácticamente imposible. Podemos mejorarlo, a veces mucho, pero nunca será un perro, digamos, normal.

Un ejemplo: los niños «salvajes» que a veces aparecen por alguna selva tropical nunca aprenden a hablar, por más que les enseñen. Es tarde. Esa fase ya la pasaron y nadie les enseñó, el daño es irreversible.

Así que puede que lo de tu perro no tenga arreglo, aunque esto es muy raro.

Quizá no llegue a ser un perro 10, pero se pueden lograr muchas mejoras y conseguir una convivencia agradable y divertida. Además ¿quién quiere un perro 10? Nosotros no somos perfectos, y nuestros perros tampoco tienen que serlo.

A muchas personas con eso les basta. Si a ti también te basta, entonces podemos trabajar juntas, y a ver qué pasa.

Mi perro lleva muchos años portándose fatal, y es mayor, ¿servirá esto para él?

 

La respuesta corta es SÍ.

La respuesta larga es que aunque son muchos los factores que influyen en la conducta de tu perro, el entorno, las exigencias externas y tu manejo cotidiano son realmente determinantes. 

Si los cambias, tu perro cambiará para adaptarse, no importa cuántos años tenga.

La duda que realmente deberías plantearte es ¿serás capaz de cambiar lo que llevas haciendo desde hace tantos años, y que te ha llevado a donde estás ahora? wink

 

El caso es que se me da fatal la tecnología

Me ocupo de asesorarte con este asunto nada más empezar. Con esto ya me atasqué yo al iniciar la actividad, y puedo ahorrarte la frustración de pasar por lo mismo, te explico todo lo que necesites saber.

Tienes que disponer de una cámara para Pc con micrófono, un ordenador (mejor de mesa, pero sirve un portátil o una tablet), una conexión de banda ancha para que el sonido y la imagen no se atasquen (esto ocurre a menudo con WiFi), y del resto te mandaré instrucciones detalladas para que no te suponga ningún quebradero de cabeza, y nos podamos centrar en lo verdaderamente importante: tú y tu perro.

Y para enviarme los vídeos, también puedo darte indicaciones precisas. Eso sí, necesitarás un smartphone o una cámara para grabarlos.

¿Y qué pasará cuando lo contrate?

Una vez formalices el pago, te llegará un correo (y una página web, prefiero pasarme a que no recibas el mensaje) para que me escribas diciendo qué días y horas tienes libres. Así cuadramos agendas.

En el caso de la Evaluación y Diagnóstico, te escribiré para indicarte qué videos necesito. Debes enviarlos antes de la sesión. Así podré verlos, y solicitarte alguno más si lo considero necesario. Los vídeos serán de momentos cotidianos, y de aquello que te preocupe, siempre que no tengas que provocarlo para grabar, o que no implique riesgo para terceros (si ataca a tu sobrinito, no quiero que lo grabes). Basta con que duren entre uno y dos minutos.

Si has contratado el Asesoramiento Emocional, pues parecido. Me escribes para informarme de tu disponibilidad, y vamos agendando la primera sesión.  Y a partir de ahí irás recibiendo ideas, herramientas y conocimientos explicando cómo actuar, y podrás empezar a realizar cambios.

Grabaré las sesiones, y te las enviaré para que puedas descargarlas, además de documentación en PDF con lo más destacado que hayamos visto y los ejercicios y cambios que debes ir aplicando. Todo ese material es para ti, podrás consultarlo siempre que lo necesites.

¿Y voy a conseguir que mi perro me obedezca?

Puede que sí o puede que no.

Lo que sí te garantizo es que te hará mucho más caso y estará más pendiente de ti.

Seguro que entonces dejes de pensar que necesitas la obediencia, y trabajo que te ahorras.

error: Este contenido está protegido